Historia / Referencias históricas

 

Fuente: La Hoja del Municipio de Haría nº 560

 

Cuando ahora ya apenas hay rastro de los animales peculiares que habían antes en los domicilios casi en general, de nuestros mayores, ahora sólo se ve algún gato, muy pocos perros de nuestras razas antiguas más peculiares, pero sí, una introducción de infinidad de razas de perros, que nada tienen que ver con los perros de caza y los bardinos antiguos, y también se han introducido algunos animales considerados salvajes, que son fieras al fin, muy peligrosos, aunque ello se de en muy pocos casos.

Pero vayamos a los animales domésticos antiguos de nuestro entorno, y digamos, que el rey de los animales de antes era el Camello, seguido del Burro, que fueron ambos esencialmente, los animales de carga de que se disponía en tiempos pasados, en que no habían vehículos a motor, y sólo algún carro tirado por animales.

Digamos para empezar, que en los denominados Censos de Requisición militar, elaborados en los años de 1950, en el Municipio de Haría, habían registrados entonces, unos 200 camellos y unos 400 burros, y con estos animales, aparte del transporte de personas, de sementeras para la era desde los campos, así como alfalfas, agua, cajas de uvas, sacos de guano y otros servicios, aparte de arar los campos y trillar en las eras, se hacían con estos grandes animales domésticos, que nos acompañaron desde siempre, y que, con la venida del turismo, a principios de los años de 1960, empezaron a desaparecer, en paralelo con abandono de campos, que ya es al menos del 90 por ciento.

Pero nuestras casas, que eran rurales, en todos los pueblos, e incluso hasta llegaban a las ciudades, en nuestro caso en Arrecife, como el Puerto de la Luz o la Isleta en Las Palmas, prodigaban los animales domésticos, como elemento de medios de vida.

Pero también habían otros animales domésticos, y así se hallaban estabuladas algunas reses vacunas, en general pocas, y también había alguna mula y alguna yegua y muy pocos caballos, pero también habían muchos cochinos, hasta el punto de que casi todas las casas rurales tenían al menos uno, pero personas más pudientes tenían hasta dos y hasta tres incluso, lo que motivaba una fiesta familiar cada vez que se producía una muerte de cochino, ordinariamente en domingo y se buscaba un matador práctico.

De lo que sí había muchísimo, era de cabras situadas en la parte trasera de las casas, aparta de los muchos ganados, y puede decirse que todas las casas tenían cabras amarradas, y aunque lo normal era tener entre cuatro y ocho, había mucha gente de menos, pero también de más, cuyas cabras proporcionaban un hermoso queso casero, del que ahora no se ve, con un sabor exquisito, y de ahí salía el queso para gastar en la casa e incluso para vender a los estraperlistas que abundaban, u otros, pero también hay que destacar esa leche espumosa recién ordeñada, a la que se añadía gofio en la taza.

También había alguna oveja, pero en poca cantidad, pero eso sí, en casi todas las casas, también había un gallinero con gallinas y gallos, aunque a veces se tenían sueltas detrás de la casa, en especial debajo de unos topetes de pencas, debajo de los cuales se solían recoger los sabrosos huevos, y también habían conejos, palomas y otros.