Un poco sobre las arenas y los enarenados en el entorno
Por Gregorio Barreto Viñoly
Historia / Referencias históricas
De todos es sabido que la isla
de Lanzarote, al igual que la de
Fuerteventura, han sido dos
islas que han sido consideradas
de muy sedientas, desde la
antigüedad más remota, y
consecuencia de ello vinieron
emigraciones en especial a
tierras americanas.
Pero ahora nos queremos referir
a las minas o areneros de esa
arena negra tan codiciada que
teníamos, en especial en la
Ladera de Capellanía, pero eso
poco aguantó, porque un
descontrol desmedido hizo que
esa ladera fuera considerada
como el único arenero agrícola
autorizado de Lanzarote,
y por ello se llevaba arena de
forma indiscriminada desde dicho
arenero para toda la isla de
Lanzarote, pero no para fines
agrícolas, sino para todo, en
especial para la construcción, y
ahora resulta que en Haría
apenas se cuenta con arena que
pueda extraerse de forma legal
para los enarenados.
El valor de la arena y su empleo
en los enarenados o arenados
vino de varias experiencias y al
menos
de dos que se sepan, y es que al
terminar las erupciones del
Volcán de Timanfaya, esa arena
que voló como lapilli y al fin
cenizas de los volcanes, al caer
sobre terrenos que tenían una
tierra aceptable, se notó que
esta capa de arena volada
ejercía una función de forma que
conservaba mejor la humedad de
los terrenos, y otra experiencia
se sabe que viene de que en la
zona de Las Quemadas en Haría,
se notó por algún agricultor que
una capa de bagullaje, ripiaje,
arena gruesa o escombros ejercía
una buena misión sobre los
terrenos, haciendo que aguantara
más la humedad.
A partir de estas experiencias
vino la idea generalizada de que
sería bueno emplear la arena
sobre los terrenos, a tal fin, y
se consideró oficialmente como
media, una capa de unos diez
centímetros de espesor, y eso
fue considerado un gran avance.
GREGORIO
BARRETO VIÑOLY