Historia / Referencias históricas

 

           

En la isla de Lanzarote, así como en la de Fuerteventura, se prodigó la existencia de caleras, al menos entre los siglos XVIII al XX, por la necesidad natural de habitáculo, ya que había que construir la choza, guarida o vivienda en que ubicarse las personas y las familias, aunque más atrás, las construcciones eran hechas con piedra seca o con piedra y barro, y no se utilizara la cal, en primer lugar por ser desconocida.

            En nuestra isla de Lanzarote, había y hay mucha piedra de cal, elemento calizo de color blanquecino-amarillento, que se encuentra en zonas de caliche o calcáreas, pero la elaboración hasta convertir en cal estas piedras calizas, era bastante dura, y para eso hubo que formar muchos hornos de cal, donde se colocaban esas piedras por un lado y una gran cantidad de leña, en especial ahulaga, por otro, manteniendo unas 24 horas, y se llegaba a la cocción de la piedra, y así y todo, algunas piedras quedaban crudas o sin guisar lo debido, y a esas piedras se les llamaba “huesos”, bien aplicado realmente.

            Podemos decir que en el Municipio de Haría, la zona más rica de piedra de cal, así como de hornos de cal que se formaban, era la zona más inmediata a Órzola, y así  prodigaban las tierras calizas y las toscas y piedras de cal, pero digamos que la zona más rica es la inmediata a la Playa Grande Órzola, llamada también Playa de la Cantería, donde aún se pueden ver las cuevas que se formaban para extraer esta piedra, donde se presentaron algunos derrumbes y donde muchos estuvieron en peligro, y donde hubo una gran cantidad de hornos de cal, hasta 18, y hasta hace unos 50 años.

            No obstante, también se ubicaron algunos hornos de cal, en zonas del Malpaís, y así aún se ven algunos restos en  “La Breña de Órzola”, como también en zona de Los Lajares y La Quemada, pero además hubo una proliferación de búsqueda de piedra de cal, en la zona los Llanos de Mala en los años de 1940 y 1950, por iniciativa del industrial Don Ventura Acuña Quintero, con hornos cercanos en Playa de Arrieta.

            Pero digamos que la Cal Blanca de Órzola, era de primera calidad, pues su blancura y su adhesión a la pared, era muy superior a otras, aunque también había la denominada Cal Negra,  que se empleaba a granel en las construcciones. Digamos que la cal  que se obtenía en los hornos de Arrieta, era de menor calidad, y se empleaba en construcciones, pero para albeos o blanqueo, se apetecía muy poco.

            La cal blanca se utilizaba para albeos de las casas, pero la negra se utilizaba como mezcla en encalados, rellenos y paredes, y se llegaba a vender para otras islas.

            La cal “se terciaba” poniéndole un poco de agua y dándole vueltas con una pala, pasando así del estado de piedra al estado de “en polvo”.

            Antes se utilizaba mucho la cal para sanear los aljibes, mediante la aplicación de algunas piedras de “cal viva” o “cal virgen”, y eso mataba todos los bichos que solían aparecer en las aguas de los aljibes, en especial en comienzos de invierno, pero también se aplicaba para la tiñuela en las parras, y en los lagares para matar los microbios.

            La cal viva o cal virgen, se utilizaba para algunos otros usos, como para conservación de cuerpos en los ataúdes en el cementerio, para mayor aguante.