Historia / Referencias históricas

 

Fuente: Lancelot 10-07-06

La isla de Lanzarote y el Archipiélago Canario en general, tienen detrás de sí, una gran historia y muy transcendental por cierto, con respecto a la ubicación de los MOLINOS DE VIENTO, para la elaboración o molturación del GOFIO, como el elemento más básico en la alimentación de las familias de Canarias, desde los tiempos más remotos, hasta la década de 1.970, en que empezó a decaer el consumo de este alimento, y ya no fue tan básico, dando paso al pan, hasta el punto de que ahora mismo, y desde hace bastantes años, ya no existe maquinaria de ningún tipo, dedicada a la elaboraca como MOLINA DE FUEGO, en la isla de Lanzarote, en San Bartolomé, que lleva un hijo del histórico folclorista Don José María Gil, Don Esteban Gil Cejudo.

Para la elaboración del gofio, hemos contado a lo largo de la historia, con diversidad de medios y modos, que fueron evolucionando según demanda y posibilidades de la sociedad, partiendo de los principios más ancestrales que utilizaron los guanches, cuando aún no se conocía el millo, y se hacía el gofio de una forma muy rutinaria mediante el majado o escachado de la cebada, que tendría una calidad malísima, para luego conocerse los molinillos de gofio, a nivel de casas particulares, con unas pequeñas piedras volcánicas, bien labradas y talladas al efecto, y ya más tarde se fueron conociendo las denominadas TAHONAS, de las que habían varias en cada pueblo, habiéndose contabilizado hasta 8 en el pueblo de Máguez, que funcionaban mediante el tiro con un camello, y también en versiones más pequeñas, con un burro, dando vueltas en un pequeño almacén redondeado, con los ojos tapados, para evitar ponerse tontos y caerse estos animales, porque tenían que dar muchas, alrededor de un tahonal en cuyo centro alto estaban dos piedras de molino, una sobre otra, bien labradas, que se repasaban frecuentemente para ponerlas a punto de la mejor molturación, que se encargaban de moler el millo u otro grano tostado, convirtiéndolo en gofio.

Pero queríamos referirnos más concretamente a los denominados MOLINOS o MOLINAS DE VIENTO, que se llegaron a distinguir, y funcionaron bastantes de ellas, en paralelo con la existencia de las Tahonas, que se han indicado anteriormente.

Las Molinas o Molinos de Viento, se montaban o emplazaban en lugares en que el viento solía batir o reinar más regularmente, porque tenían unas grandes Aspas, que eran movidas por la acción o fuerza del viento, y cuando no había un aire o viento suficiente, estas maquinarias no podían moler porque no se movían sus aspas.

En el Municipio de Haría podemos citar como sitios de emplazamiento, el Filo de la Montaña de la Atalaya, que da a Máguez, donde hubieron hasta dos en un tiempo, cuyos dueños más característicos fueron Don Antonio Perdomo Rosa y Don Manuel Rodríguez Luzardo, así como también la zona de los alrededores del actual Cuartel de la Policía Local, donde llegaron a haber unos tres al tiempo, regentadas al menos por Don Antonio Perdomo Rosa, Don José María González Betancor, y Don Laurencio Avero Leal, y además estaba una zona en la Aldea de Mala, que se denominó "El Jable del Molino", donde funcionaron dos a un tiempo, de Don Francisco Cabrera Betancor y Don Leandro de León Clavijo. Aparte otros muchos nombres que no tenemos a la vista.

Las Tahonas llegaron a funcionar algunas de ellas, hasta los años de 1.915, y los Molinos y Molinas de Viento, trabajaron algunas, hasta los años de 1.940.

La llegada de Molinas de Fuego en 1912, fue acabando con las formas antiguas.