Historia / Referencias históricas


 

Después de cincuenta años sin plaga de langostas, acabamos de sufrir una, que ha invadido parte del norte del municipio de Haría, localizándose desde la zona de Los Bonancibles y Las Escamas hasta Órzola y Los Riscos, afectando a la Caleta de Famara, siendo muy local y no llegando al resto de la isla de Lanzarote, como ocurriera en el año 1954.

Se trata de una gran plaga que empezó a aparecer el lunes día 23, luego el día 23 se realizó un estudio de medidas a adoptar para la extinción de esta plaga, lo que se llevó a cabo el día 24 mediante los aparatos y medios adecuados con un ¬insecticida básico bastante conocido llamado Durstan 48 esencialmente, y ya el día 25 se exterminó completamente gracias a la actuación del ayuntamiento de Haría, Cabildo Insular y Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias.

Han sido detectadas en esta plaga tres especies de langosta o cigarrones, una de las cuales y que es la más agresiva tiene un color rojizo, otra de color amarillo y otra menos dañina, conocida por libélula, pero que todas ellas formaban grandes nubes y cuando se posaban cubrían grandes superficies, ocupándose de arrasar las pocas cosechas que tenemos actualmente, como millos, papas, calabaceras y otras.

La forma en que llegan estos bichos a nuestras latitudes se basa en que vienen de nuestra vecina Mauritania, donde se agolpa tanta cantidad de langosta que llega a concentrarse una media de hasta 1.300 unidades por metro cuadrado, habiéndose acudido esta vez a los textos bíblicos considerando que figura entre una de las "Siete plagas de Egipto", alguna especie.

Estos bichos se mueven a merced de la orientación de los vientos y nuestro peor tiempo es el "Sueste" o "Sureste', y así se elevan como quieren y sin rumbo, a donde las lleve el viento y a veces, como la travesía es larga, no tienen autonomía de vuelo para hacer todo el recorrido y cuando se van cansando, por instinto de conservación se van agarrando o engrampando unas a otras, formando bolas de hasta 60 centímetros de diámetro, con la desgracia para ellas, de que las que quedan por fuera mueren de frío, o ahogadas y sólo escapan las del interior, y al llegar a tierra, se van abriendo las pelotas y según van cogiendo tino y calor solar, cogen su destino invasor levantando vuelo.

Es raro que hayan pasado cincuenta años sin invasión de cigarrones, porque antes venían más frecuentemente como tardanza de pocos años, y cada vez que se presentaba un tiempo Sudeste, se temía que aparte de la calima viniera una plaga de langostas.

Cuando llegaban estas bolas o pelotas a la orilla del mar, los soldados u otros, las rociaban con petróleo y les prendían, fuego, pero se escapaban muchas y las nubes que formaban eran tan grandes que por partes no se veía el cielo y llegaban a comerse hasta las cáscaras de las higueras y de los bobos cuando no encontraban otros cultivos verdes en qué amajarse.