Historia / Referencias históricas


 

 

       

        Parece ridículo el decir ahora, que en la antigüedad no habían retretes en las casas, pero lo grande es que en una época en que no había agua suficiente para atender en las casas las necesidades de limpieza, lo normal era que no hubieran retretes, ni servicios, ni cuartos de baño, al menos en los pueblos rurales de Lanzarote.

        Es una pena situarse en aquellos tiempos, pero para hacer historia, no queda más remedio que recordar que las casas rurales de antes sólo se abastecían de aguas contenidas en una o dos y hasta tres aljibes, que se recogían del discurrir de las aguas de lluvia, aprovechando las producidas en las propias casas, y hasta se aprovechaba el agua de los caminos circundantes, de las eras,  de peladero, y también de barrancos, pero hay que valorar que la mayor parte de esta agua, era para abastecer a los muchos animales.

        Para remediar un poco la falta de agua, habían algunos pozos en Haría y unos pocos en  Arrieta, conteniendo agua salobre de mayor o menor grado, que eran una gran ayuda, y también remediaba algo el agua del Chafariz, de la Fuente de Gayo, de la Fuente de las Ovejas, y nada más, hasta principios de los años de 1960, en que empezaron a llegar las bolsas de agua en los barcos-Aljibe, y transporte a domicilio en camiones-cubas, hasta que ya se estableció la producción del agua de las potabilizadoras, que iniciara el prestigioso ingeniero Don Manuel Díaz Rijo.

        Volviendo a los tiempos antiguos, está claro que entonces no había agua como para tirar de la cadena o de la cisterna, ducharse todos de la familia todos los días, y hacer las limpiezas generales que hoy se hacen en las casas.

        En los años de 1940 y 1950,  empezó a verse algún cuarto de baño, con una base de retrete de madera con un agujero, y una especie de regador para un baño íntimo.

        La gente solía hacer sus necesidades  o dar del cuerpo, en un espacio exterior, detrás de la casa, en una especie de traspatio, donde estaban  los animales, como burros, cabras, cochinos y gallinas y todo se mezclaba con el estiércol en una especie de hoyo o corral donde se iban depositando todos los desperdicios.

También solían utilizarse para hacer las necesidades,  espacios  detrás de la casa, debajo de topetes de pencas, donde solían haber gallinas sueltas, corrales o chozas.

Había otro problema añadido, fuera de la casa, y era que no habían retretes ni en las tiendas ni en las cantinas, ni en las zapaterías, carpinterías, u otros, y fue en los años de 1960, cuando la ley obligaba tener en todos los establecimientos, siquiera unos recipientes para los orines primero, y se aprovechaban en garrafones para la agricultura.

A veces, cuando a una persona le daban ganas de hacer sus necesidades, se marchaba diciendo “voy a plantar una parra”, “voy a poner una carta al correo”, o hacer aguas menores. Se iba  para situarse detrás de una pared, o debajo de  topete de pencas.

Lo que sí había en todas la casas, eran unas bacinillas o escupideras, debajo de todas las camas, para cubrir las necesidades por las noches, y ya por las mañanas se pasaban al estercolero de detrás de la casa, y eso hasta los años de 1950.