Historia / Referencias históricas

 

Extracto: Lancelot 10-07-06

 

Aunque todavía tenemos y conservamos innumerables veredas, sendas y serventías, la consideración que se tiene ahora sobre ellas, no es la misma que hubo antaño, ya que antiguamente nuestra geografía insular estaba surcada por infinidad de vías estrechas de paso para acceder a los terrenos, pues puede decirse que hasta los años de 1.970, todos los terrenos de cultivo se hallaban en pleno apogeo y rendimiento agrícola, viniendo a continuación la decadencia, hasta la ruina casi total del sector, motivada por la llegada del turismo, que nos trajo y generó una riqueza muy diferente.

Antes, cuando se hacía una partición, aunque ahora se siga con el mismo tratamiento, se tenía muy en cuenta de dejar una Entrada para los trozos de terreno que estaban mas interiores, y así si en una finca que se dividía en seis hermanos, tenía que preverse el derecho a una entrada de un metro de ancho, colocada sobre una cabecera de las cinco fincas primeras, para llegar hasta la sexta.

Esta Entrada, que solía llamarse vereda, serventía, servidumbre de paso, senda, o entrada en sí, tenía por lo general un metro de ancho, en terreno libre, o sea, que no podían haber estorbos por los costados, como paredes o levantamientos que impidieran o estorbaran el paso de un animal cargado, como un burro con sus alforjas, con una silla, con un serón, con un baso, o como fuere, pero también estaba previsto el paso de un camello cargado con su serón, baso, barsinas, y su sobrecarga.

No era obligatorio el que estuviera bien delimitada, pero se respetaba a rajatabla la costumbre de siempre, de que no hubieran estorbos como paredes levantadas ni con veinte centímetros, para animales cargados.

A veces, estas veredas o serventías, se hacían por alto, sobre una pared, aprovechando que, al trabajar una finca, había que amontonar la piedra y ripios por los costados de ella, y se aprovechaba una de estas paredes para ubicar la entrada, con la debida anchura de un metro libre para el paso, y además que tuviera la debida resistencia o consistencia para aguantar animales cargados.

Ya esta costumbre está pasando a la historia, porque, habiendo habido en el Municipio de Haría en los años de 1.950, unos 400 burros y 200 camellos, ya hace muchos años que no hay ni un camello en servicio, y burros quedarán 20 a lo sumo, imperando el coche, furgón, camión, e incluso mas antes algunos carros.

Ya mucha gente se está olvidando de que existieron tales servidumbres de paso, y las desprecian, y ni tan siquiera se creen que hayan existido, o al menos actualmente como que no hacen falta, debido a que el campo está totalmente abandonado, y para llegar a sus campos lo hacen por algún medio mecánico, y para eso, algunas veredas o serventías han sido ensanchadas en armonía de los interesados en la el paso.

En tales circunstancias, algunas personas han levantado con pared, la parte del deslinde que toca con su finca, olvidando que ello fue rigurosamente prohibido por la sociedad de entonces.

Se ha dado la circunstancia de que algunas personas que sólo han contado con la entrada de un metro para entrar a su finca, han interesado de las personas colindantes, que le den permiso para ensanchar la entrada a tres metros para entrar un coche, y les ha sido negada, y habiendo acudido a la Justicia, ésta les ha reconocido su derecho de acceso a su finca por el medio mecánico actual, que es el vehículo, con tres metros.