Historia / Referencias históricas

 

Fuente: La Hoja del Municipio de Haría
Edición nº 224 Año V Del 08 al 14 de abril de 2005
 

Las Islas Canarias y, en especial, las de Lanzarote y Fuerteventura, han sido las dos más marcadas por las faltas de lluvia y la sequedad de su suelo, y sus gente llegaron a pasar hambre, incluso, a juzgar por las revelaciones o tradiciones, traducidas en textos, llegaron a morir de hambre bastante gente de estas dos islas, en especial en el siglo XVIII, aunque nos cueste creerlo y nos inclinamos a pensar que la cosa no llegara tanto.

En una situaciones de pertinaz sequía, cuando en Lanzarote aún no se habían experimentado o conocido las ventajas de los enarenados, naturalmente que había que buscarse la vida donde fuera.

Lanzarote ha sido una isla muy pobre hasta la llegada reciente del turismo, y los obreros o personal asalariado tenía muy pocos derechos y muchas obligaciones, pues pensemos que principios del siglo XX los obreros trabajaban de sol a sol, aunque esto llegara hasta los años de 1950 incluso, pero a la hora de ganar, se ganaba una peseta y un real o peseta y media diario, y encima había que desplazarse caminando desde su casa hasta fincas que, a veces, eran muy distantes, pero ahí no termina la cosa, porque había que llegar a la finca, antes de que saliera el sol, y si por otra parte se trataba de arrancar cementera, si el peón, al llegar a la finca, notaba que la cementera estaba " bronca", había que volver para casa sin hacer nada y sin ganar nada ese día, hasta aves y al siguiente día había más suerte y la cosecha estaba, "amorosa".

No cabe duda de que son penurias que pasaban los hombres, pero que también pasaban algunas mujeres, que se iban desde madrugada al campo, y dado que eran fincas normalmente lejanas, se solía llevar la mochila y comer en la finca, y para eso se llevaban pegines, jareas, viejas o pescado salado y se hacía fuego para calentar la comida, aprovechando la leña o pajullos que se repelaran para además asar papas.

La vida estaba dominado en los pueblos por tres o cuatro caciques, que hacían lo que querían con los peones, e incluso abusaban de las peonas en ocasiones, con esas madrugadas de rigor, y al fin para taparle la boca con casi nada, pero la circunstancia es que la cosa estaba generalizada y no era que uno fuera más malo que otro, sino que era así y se aceptaba.

En esta situación no quedaba más remedio que él mira, aparte de que había una migración interior a nivel del isla, provincia y región, siendo el Pont todo preferente, el continente americano, desde el sur, pasando por el centro y norte, y así algunos traían dinero bastante con que contarse fincas y otros hacían riqueza en la propia tierra americana, y muchos los que se quedaron allá para siempre formando en ocasiones otra familia, y muchos no regresaron jamás, y algunos vinieron más pobres de lo que fueron y las familias le rechazaron diciendo "dónde dejaste la carne, vete a dejar los huesos " y algunos decía " callaos mis hijos que allí os queda".