CULTURA:  Teatro

 

 

Doña Encarnación Rodríguez

 

Autoridades, Señoras y Señores. ¡Muy buenas noches!:

 

Para la familia Luzardo Rodríguez, para todos los vecinos de este hermoso valle norteño y para el público de otros lugares que hoy comparten con nosotros estos momentos, será una velada inolvidable no por lo bien que lo vayamos a hacer que lo intentaremos, sino por la finalidad de este sencillo acto donde queremos revivir otras épocas de nuestras vidas en las que una gran Señora sembró en este pueblo su sabiduría, su ilusión ,sus sueños y... he aquí su siembra pues a pesar de que ya no se encuentre físicamente entre nosotros, su recuerdo habita en la brisa de nuestra tierra, porque los seres queridos no se van del todo; permanecen en nuestros corazones ya que ni siquiera el tiempo puede arrebatarnos la huella de su ejemplaridad y buen hacer. 

Madre de una familia numerosa, abuela de cuentos, ésa que cualquier niño quisiera tener, fraguaba sus sueños al calor del horno de su panadería donde trabajaba afanosa para dar forma al pan, alimento imprescindible en nuestra mesa y para endulzar el paladar de los golosos, especialmente de los niños que revoloteaban a su alrededor. 

Yo, por desgracia, no tuve el honor de conocerla pero por lo que sé de ella a través de los que tuvieron la suerte de tenerla como madre, abuela, amiga, vecina... creo que fue una mujer adelantada a su época, cosa que a todas debe servirnos de orgullo más en estos tiempos donde tenemos que seguir luchando para que se nos respete, se nos valore, e indiscutiblemente, no se nos discrimine. 

En su dilatada vida, más de nueve décadas, Doña Encarnación buscaba tiempo después de sus tareas domésticas y de su panadería para otras actividades como el teatro y la música poniendo una nota de alegría, una ilusión en todos aquellos niños y jóvenes que bajo su dirección y ayuda desinteresada, dejaban a un lado la monotonía y el tedio de la sosegada vida de un pueblo, para endulzar las tardes adentrándose en el arte de la interpretación y el deleite de la música, considerada como el lenguaje universal entre los habitantes del planeta. Siempre contó en sus actuaciones con la colaboración de Doña María Isabel López Socas que le acompañaba al piano y que estuvo entre nosotros hasta más de un centenar de años y toda la sabiduría que éstos implican. Entre todas las cosas que hizo con todo su amor y buena voluntad, fue el teatro el que a pesar de los malos ratos que pasaba pensando cómo iba a salir todo aquel tinglado que aún estaba verde, inmaduro, el que le dio más satisfacciones cosa que subsanaba todos los quebraderos de cabeza anteriores a la puesta en escena.

En 1990, fue invitada por el entonces Señor alcalde Don Juan Ramírez para ser la pregonera de las fiestas de San Juan. Sorprendida, al mismo tiempo que aterrada ante tanta responsabilidad, se tomó unas días para pensarlo y al finas se llenó de valor y a sus 88 años se expresó ante su querido pueblo, ante sus gentes, de la única forma que sabía hacer: recurrió al territorio de su memoria para rememorar sus vivencias saturadas de sensaciones personales y sentimientos, convirtiéndose por unos momentos en la representación de la memoria colectiva. Esta forma de prospección literaria válida para sus coetáneos y para las nuevas generaciones que reviven de forma virtual las experiencias de un ''libro hablante " que la cronología no les dejó disfrutar. 

Su forma de narrar los hechos, desgranando datos, nombres, momentos de dolor, alegría, anécdotas... demostró que su memoria almacenaba el sentir de un pueblo que en esos momentos escuchaban con atención sus palabras donde recordaba con alegría y optimismo su niñez, su juventud pese a las necesidades y el sufrimiento de esa época difícil de una guerra y lo que ésta conlleva. Esto nos demuestra una vez más que no hay una forma más bonita de recordar que con la mirada limpia de los niños que fuimos donde lo material carecía de importancia porque el cariño, la unión, la inocencia y la imaginación, subsanaba toda clase de necesidades.  

Después de hacer este breve recorrido por su larga trayectoria, quiero decirles que hoy estamos aquí con una inmensa alegría, con un hermoso propósito: Recordar a través de nuestro pequeño repertorio que fue suyo, todo su esfuerzo para brindarle a este pueblo y a toda su isla, ese ((don "que le caracterizaba y le embargaba, capaz de hacernos partícipes de su alegría con la música, el canto y el teatro olvidándonos del trabajo cotidiano y de las preocupaciones del día a día, para transportarnos por las sendas del espíritu e inundarnos de alegría y afrontar luego la realidad con más optimismo, pues a pesar de los sinsabores que nos depare la vida, ésta es hermosa. Rescatar un retazo de aquella época que no debe quedar en el olvido y que las nuevas generaciones la continúen, sería nuestra mayor satisfacción. 

Antes de terminar con esta introducción recordando a esta gran señora norteña, permítanme mencionar a su querido hijo Juan que el pasado mes de Enero dejó de estar con nosotros pero que vivirá para siempre en los corazones de los que tuvimos la suerte de conocerlo y compartir momentos inolvidables que quedarán archivados en nuestra memoria. El heredó de su querida madre el amor por la música, la generosidad, la alegría de vivir y compartir su felicidad con los que le conocían. En los comienzos de Alborada, Juan, entusiasta como su madre, participaba junto al resto de la familia, recitando, cantando o tocando cualquier instrumento. Su afición por la música le acompañó hasta el final d sus días y como tenía la costumbre de madrugar, daba sus conciertos particulares observando el mar mientras los primeros rayos del sol iban haciendo acto de presencia mientras y la música daba un toque de magia a aquellos amaneceres. 

En estos tiempos donde el estrés hace estragos en la gente, no olvidemos nunca que las actividades lúdicas nos desconectan de la realidad cuando ésta es superior a nuestras fuerzas. 

Nuestro grupo que lleva su nombre, Alborada Encarnación Rodríguez dirigido por Luisa Cedrés y Loly Luzardo, en estos momentos cuenta con personas que tuvieron la suerte de ser sus hijas, discípulas y otras amantes de la música que nos hemos ido incorporando ahora que disponemos de más tiempo para cumplir algunos de nuestros sueños que quedaron en el camino pero que como dice el refrán (nunca es tarde cuando la dicha es buena ".

Sin más, damos comienzo a nuestra actuación no sin antes agradecerles su presencia y la colaboración de las personas que lo han hecho posible. ¡Muchísimas gracias y disfruten!