Geografía/ Datos geográficos

 

Lancelot -- º 978/ 19 Abril de 2002

Capital del municipio norteño de su nombre, de 107 km2 de extensión territorial, que abarca toda la parte norte de la isla en forma de península, una franja de territorio al S del istmo que la une al cuerpo central de la isla, más una porción de la plataforma de abrasión marina en que se asienta el pueblo de Mala. Ocupa el pueblo de Haría el centro del valle de su nombre, la zona más fértil y verde de la isla.

Su evolución demográfica, a través de la historia, ha sido como sigue:

La fecha de fundación de esta localidad se pierde en el pasado inmemorial, entroncado, quizás, con una aldehuela prehispánica de esa denominación, aunque este particular no está confirmado. Hay citas de su existencia como entes poblacional que se remontan al siglo XVI como mucho. De 1565 se conoce la existencia de un asiento en el Libro de Mandatos del obispado producto de la trascripción en 1762 del acta de fundación del curato de este pueblo, que se llevó a cabo en aquel año, en el que puede leerse que "...en dicho pueblo(...) son más de cincuenta vecinos", lo que multiplicado por los 5 miembros que se considera que como prometió constituían entonces una familia, arroja un total de unos 250 habitantes.

Pocos años después, tanto el autor portugués Fructuoso como el italiano Torriani, que escriben en las últimas décadas de esa centuria XVI, registran este topónimo como centro poblacional, si bien sin indicar el número de habitantes que poseía. En el siglo siguiente el Padrón General del Obispado de Canarias ofrece un censo de esta localidad norteña que oscila entre los 518 habitantes en 1676 y los 540 de 1688, años que cubre el referido censo. Del siglo XVIII tenemos los datos de población de Haría siguiente: En 1730, poco después del comienzo de las erupciones volcánicas, en una comunicación cursada por el Cabildo de la isla a la Real Audiencia de Canarias el 29 de diciembre, se dice que Haría tenía 85 vecinos, lo que equivale a unas 400 almas más o menos, y supone por lo tanto un apreciable descenso con respecto al siglo precedente. Sin embargo, el obispo Dávila y Cárdenas, que visitó la isla apenas tres años después en pleno desarrollo de las erupciones volcánicas que asolaron la isla en aquella década le asigna en sus Sinodales nada menos que 195 vecinos (975 h), aumento espectacular que hay que achacar al trasiego de vecinos de las aldeas afectadas directamente por los volcanes a esta más resguardada de los efectos de aquel devastador cataclismo natural. Pasado el fragor de las erupciones, en el resto del siglo su nivel demográfico fue ascendiendo con algún retroceso puntual. Así, el censo de Aranda (1768) le señala una población de 990 h.; el Compendio Brebe y Famosso de 1776, 177 vecinos (unos 850 h.), y el censo de Floridablanca en 1787, 1570 h.

En el siguiente siglo experimentó un aumento importante en su población, pues Madoz, hacia los años 1845- 1850 le asigna 2665 habitantes distribuidos en algo más de 200 casas.

De nuevo, en la última década de ese siglo XIX, Sufrió Haría un sensible receso poblacional, para remontarlo en el siguiente a partir de los años ochenta, siendo progresivo, si acaso con ligeros retrocesos, el aumento del número de sus habitantes en este último siglo que acaba de pasar hasta nuestros días.

Con respecto a la etimología del nombre no se sabe prácticamente nada. Sólo que se tiene por aborigen, pero no he visto ninguna explicación del mismo interpretada por el berebere obra de expertos en esa legua norteafricana. En textos antiguos se solía alternar su inicial entre la /H/ y la /J/, letras que entonces se pronunciaban del mismo modo, y así con este sonido aspirado lo siguen articulando aún hoy gentes de edad avanzada del norte de la isla, tal como lo han venido oyendo de sus abuelos.