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Malpaís de la Corona,
cercana al Caletón Blanco
¡pobre lagartija viuda...
que llora y sigue llorando!
Princesa de lavas rojas,
condesa de enarenados
caliente sangre de alcurnia
de los Jameos cercanos.
Adoradora del Sol
lagartija de los llanos,
estatua viva labrada
sobre el piso del «callado».
Dime, pobre lagartija,
¿dónde está tu enamorado?
Dime quién fue el asesino
de tu querido lagarto.
¡Lo sepultó un arquitecto
entre el cemento de un plano!
¡Ay, maldito el arquitecto
urbanista estrafalario!
¡Maldito sea el cemento
enterrador de lagartos!
Y la pobre lagartija
maldice y sigue llorando,
maldiciones en su lomo
maldiciones en su rabo.
¡Ay, mi lagarto conejero!
¡Ay, mi lagarto canario!
¡Mi pobre lagarto guanche
en estirpe millonario!
Tenor de las tomateras,
conquistador de barrancos,
el de la piel verde y ocre
brillante al sol coronado
por las lavas y veroles
del solar no fabricado.
De la mar vienen las brisas
de las olas y los llantos
de los cangrejos y lapas
amigos de los lagartos...
y escuchan la letanía
de la viuda que clamando
maldice al hombre que turba
su vida y va asesinando.
Por los Jameos arriba
se manifiesta el lagarto,
una huelga autorizada
por el señor delegado
del Gobierno de reptiles,
que manda en enarenados
en el denso mar de lava
y en el reino del Callado.
Gritan consignas rebeldes
contra el cemento blanqueado...
¡El porta va y se une
a la voz de los lagartos!