Geografía/ Malpaís de La Corona/  Datos interés

 

FUENTE: Programa Fiestas San Juan 1991

 

El Malpaís de la Corona, ese  mar trágico y petrificado como en su día lo definiera Agustín de la Hoz, es sin duda alguna uno de los paisajes naturales de mayor personalidad y belleza de las islas.

Este legado ecológico, producto de la erupción del Volcán de la Corona que da nombre a todo el Malpaís, que desde sus faldas configura el extremo noroccidental de la isla, abarca una superficie de 30 km2. El aparato volcánico, cuya edad ha sido estimada entre los e y 5 milenios, presenta unos rasgos morfológicos muy bien conservados que permiten el establecimiento de sus principales caracteres geodinámicas.

En su recorrido, las lavas dieron lugar a interesantes formas constructivas, entre las que destacan los largos tubos volcánicos, como el de la Cueva de Los Verdes que se inicia en el mismo volcán, alcanzando y penetrando en el mar unos 2 km. En forma de cueva submarina (Túnel del Atlántico). Otro fenómeno interesante de este malpaís son los Jameos que surgen a consecuencia del hundimiento de la parte superior de los tubos volcánicos.

El Volcán de la Corona, por originalidad de dinámica eruptiva, por su amplitud, complejidad, variedad y espontaneidad de sus elementos, constituye uno de los ejemplos más notables de todo el vulcanismo reciente del Archipiélago.

Al interés de estas formas, hay que unir el atractivo de la colonización vegetal, representada por formaciones xerófilas, propias de los malpaíses recientes: abundancia de tabaibas, conocidas por Higuerilla, el Verode, y una importante población de líquenes.

POR TRECHOS ASOMA Y SE ESCONDE LA MANO ABORIGEN

Pero además, el Parque Nacional de la Corona es un espacio con una gran personalidad histórico-cultural, puesta de manifiesto en el libro "Cueva de los Verdes" de Agustín de la Hoz.

En época aborigen constituyó una de las principales zonas de pastoreo al contar con la flora natural rica en especies forrajeras, cuyo aprovechamiento tendría lugar en los meses de invierno. La concentración de rebaños en el Malpaís evita el riesgo de destrucción de los cultivos durante el período de germinación y maduración.

Las numerosas estaciones arqueológicas que se encuentran en el Malpaís, deben entenderse como un conjunto de refugios temporales, relacionados con el pastoreo estacional que se practicó en los antiguos malpaíses y dependientes de los poblados del Valle de Haría.

Las reducidas dimensiones de muchos de estos recintos, la ubicación en terrenos agrestes, difíciles para el desarrollo de la vida cotidiana, destacan la posibilidad de un asentamiento de carácter permanente. Vendrían a ser "puestos de vigía" o simples abrigos pastoriles, denominados con la voz aborigen "Tegala", que  previamente significaría soco de piedras.

Estos recintos fueron utilizados como protección ante las razzias europeas desde el siglo XIV. Posteriormente, el papel de defensa lo siguió desempeñando la Cueva de los Verdes y en general todo el Malpaís ante las frecuentes entradas de los piratas y berberiscos procedentes de las costas saharianas.

Las coladas han originado en su contacto con el mar bellas piscinas naturales (Caletón Blanco y Charco de la Condesa)

Las numerosas cuevas originadas por la erupción volcánica sirvieron de refugio y de puesto de vigía a los aborígenes conejeros.

Al Malpaís de Corona se le ha denominado "La Geria del Norte" porque  el sistema de cultivo es parecido a La Geria, con la diferencia de que no se hacen hoyos tan profundos y se utilizan otros elementos para proteger la parra del vino.

El atractivo de la colonización vegetal representado por formaciones xerófilas de los malpaíses recientes.

El Malpaís fue siempre una de las principales zonas de pastoreo de la isla.

El Malpaís de la Corona. Un patrimonio paisajístico de gran valor ecológico.