Historia / Cartas de "Alito"

 

FUENTE: EL ECO DE CANARÍAS
Haría de Lanzarote, a 23 de enero 1967


Distinguido Sr. Director:

Como quiera que algunas personas se han manifestado su extrañeza por mi prolongado silencio, y creyéndome en el deber de dar alguna explicación a éstos y a la opinión pública, que tan activa parte está tomando en este asunto, me tomo la libertad de molestarle una vez más para dar cumplida satisfacción a todos, y porque no crean que mi silencio implica alguna culpabilidad.

La causa principal de no haber escrito más artículos o cartas a este diario no reside en ninguna clase de temor. El verdadero motivo es que, a los pocos días de mi última carta, había manifestado a una personalidad, no residente en esta isla, que me merece los máximos respetos mi propósito de no publicar más detalles sobre este tema, ya que para juzgar una camisa basta un botón y pasan ya de una docena los que se han publicado, que arrojan meridiana luz sobre la calidad del tejido.

Bastante pena me da no publicar los restantes, que ya estaban escritos. Puede que algún día lo haga para satisfacción de todos, pues tienen más sustancia que uno de esos "triples caldos"  que tanto se anuncian ahora. Pero los dejé en suspenso porque no me gusta la demasiada propaganda, ni el ruido, ni la popularidad, sino  la vida sosegada y tranquila que llevo, siempre dedicado a mis múltiples pero sencillas tareas.

Y digo que no tengo ningún temor, porque de nada me remuerde la conciencia gracias a Dios. Ni me preocupa en modo alguno  que mi nombre salga en su diario. Por el contrario  me honro en ello. Una porque, perdóneseme esta tonta presunción, hasta me parece bonito, y otra, porque es motivo de orgullo personal el romper una lanza en defensa de la JUSTICIA, de la VERDAD, y de la FE.

Justicia, que hay quien cree que es un trapo mojado que se puede retorcer a su antojo para sacarle hasta la última gota en nuestro beneficio.

Verdad, que algunos no vacilan en alterar y cambiar en cuanto así conviene a sus intereses particulares sin el menor sonrojo.

Y Fé, de la que alguien hace mofa hasta públicamente, creyendo y diciendo que se trata de memeces de beatas y tontos.

No debe temer no, en este caso el demandado, pues no es él precisamente quien tendrá que responder de muchas "cosas", ya que, puesto que ha sido solicitada la intervención de la Justicia... ¡ justicia habrá ! No lo dude amigo director, y hasta las ultimas consecuencias y tribunales si preciso fuera, que no lo será. Y aunque luego se quiera retirar la demanda no se permitirá, porque se pondrán cuantas hagan falta para que quede bien claro en las páginas de este diario, como suicidamente desean algunos, quién calumnia y qué conducta es la recta.

Me teme que va a resultarles a algunos otros, por muchos papeles que se rompan estos días, muy difíciles de probar lo contrario de lo que el pueblo y todos los habitantes de Lanzarote pueden ver con los ojos de su cara, y de algunas otras  "cosas" que aunque ahora no se ven, puede salir a la luz clara del sol que nos alumbra.

El que no quiere escuchar los sabios y prudentes consejos que se le dan. El que hace caso omiso de las advertencias ajenas. El que permanece sordo y ciego a todo razonamiento exterior, sólo consigue que el fango que se empeña en remover y manche cada vez más y se hunda dentro del hoyo que excavó, cuando menos lo piensa. A nadie puede manchar  ese barro sino al que se afama en removerlo. De nada valdrá ya  que le avisó en defensa  de la comunidad,  sin pretender hacerle ningún daño, no quiera perjudicarle, pues nadie es tan necio que al ver a una persona empeñada en airar sus errores va a tratar de taparlos cuando ya es imposible.

Creo que hubiese sido mejor una prudente retirada, que siempre una victoria.... que dárselas de ofendido y hacer peligro sus equilibrios en purada situación, queriendo que todos digan que no es verdad, a lo que están palpando como Santo Tomás. Para salir bien de esos equilibrios hay que ser artista internacional y aún así, a cada rato, caen ruidosamente muchos y quedan indefinidamente marcados para toda la vida con una muy  triste marca.

No nos las damos tampoco, señor Director, de santos para el altar, no. Pecadores somos y no de los más pequeños, pero hacemos lo imposible por arrepentirnos constantemente en publico y en privado, buscando,  eso sí,  con verdadero anhelo, la bondad y la misericordia de la única Justicia que en verdad nos preocupa, que es la de Dios.

Tenemos muchos pecados, justo es confesorio, pero dentro de ellos poseemos el inmerso consuelo de saber que en ninguno de ellos hemos perjudicado a nadie gravemente ni en su dinero, pues sólo queremos el nuestro, ganado honradamente. Ni en su trabajo, pues a nadie mal pagamos ni esclavizamos. Ni en sus propiedades, pues casi nada tenemos y ese casi, es y ha sido adquirido por la gracia de Dios, no por malas artes ni engañando a nuestros parientes, ni a nadie.

Tenga también, señor Director, la seguridad, de que el que ha firmado estas cartas ha sido uno solo,  pero los que las han informado ha sido todo el pueblo, que han hecho llegar a él todas sus cuitas para que las publicase una a una, por ver si se solucionaban de esta manera tantos abandonos. Los artículos llevan por tanto no la voz mía, sino la  "vox populi", y la voz  del pueblo es muchas veces la voz de Dios.

No se puede ir contra un pueblo año tras año posponiendo todos sus intereses comunales al nuestro particular. Ni creerse que el que manda en una casa tiene una autoridad omnímoda, y a los restantes habitantes considerarlos como borregos a quienes se puede ignorar, insultar, y menospreciar a nuestro albedrio, como en un tiempo hicieran algunos pretores romanos de mala y triste memoria.

No tenemos miedo no, señor Director, sino a Dios, que es el que juzga en última y definitiva instancia, como le digo, pues la Justicia Española se ha distinguido siempre por eso precisamente, por ser  JUSTA, y aplicar la sentencia a quien la merece. Y a los hombres tampoco tenemos demasiado, ya que siempre hemos tenido mal genio... y si llegase el caso de la legítima defensa, nos iba a ser muy difícil, muy difícil... errar en un abultado abdomen.

Doy a usted nuevamente las gracias por su silencio y felicítole también nuevamente por ese homenaje que se le rindió y al que la distancia me impidió asistir, considéreme sumamente a el y que Dios le llene de aciertos y venturas a lo largo de su bella profesión, como esas ejemplares notas de la Dirección recientemente publicadas, que debieran hacer  meditar muy mucho a ciertas personas obcecadas...

Muy atentamente le saluda.

ALITO

NOTA: Gracias a la colaboración de Guillermo Perdomo Ramírez