HISTORIA  / Aproximación Hª Haría

 

 

Haría ha estado últimamente de mucha actua­lidad, por una u otra razón. Un día por las pateras que arriban a sus costas, con los pro­blemas que conlleva para la Administración municipal la detención y cuidado de unas personas que con gran­des riesgos, buscan la esperanza de una mejor vida. Otros con las campanas de fin de año, que se espera con impaciencia y con cierta alegría no disimulada, para oír y ver cómo, a través de las campanadas de reloj y por la pequeña pantalla, asoma el pueblo a los hogares de muchos países. 

Entre tanto se extendía sobre el pueblo "la som­bra de la Carpa", como si de un eclipse se tratara o de la calima que nos ha visitado en varias ocasiones en los últimos meses.

 

Públicamente se ha dicho que des­montarla costará más que mante­nerla en su sitio

 

A las declaraciones de Sr. Alcalde sobre un "con­trato sorpresa" de arrendamiento y restauración de la finca donde se encuentra instalada la Carpa, de larga duración y elevada cuantía, se sucedían las opciones de los vecinos en torno a "carpa si o carpa no". Lo que había acogido actuaciones carnavalescas, encuentros, velada de boxeo y alguna que otra reunión, de pronto se pone en entredicho. Circula la pregunta: ¿quién quiere una carpa? 

Unos, los menos, estiman debe mantenerse en su lugar, para que las noches frescachonas de Haría no hagan tiritar a más de uno durante las fiestas de carna­val. Este es su único argumento. Públicamente se ha dicho que desmontarla costará más que mantenerla en su sitio. Ha permanecido largo tiempo sufriendo las inclemencias del tiempo: lluvia, calor, sereno, viento, siroco, etc. mientras pasa larga temporada inactiva.

Otros, la mayoría, considera un grave error su instala­ción en el mismo centro del valle de Haría. Lo justifi­carían si se desmontase y fuera utilizada en determi­nadas ocasiones, como ocurre en otros lugares; pero se le quiso amarrar, sujetar al suelo, de tal manera como para que jamás nadie pudiera llevarla fuera del pueblo. 

En otro municipio ha existido un precedente. Se estimó popularmente rentable para determinados momentos, y seguramente se pensó que aquí ocurriría lo mismo. 

Se ha comentado que la Carpa ha venido costando al Ayuntamiento próximo a los cuatro millones de pese­tas por su arrendé miento; las trescientas y tantas mil pesetas a que ascendía el importe del seguro; alrede

dor del millón ochocientas mil pesetas por alquiler de la finca de ubicación; el coste del salario en dicha finca; El agua empleada en el riego de los árboles; El coste del transporte de las cubas de agua; la ilumina­ción, etc.  

Cuando se pensaba que ya todo estaba claro surge ese contrato, sacando a la luz viejos propósitos que el pueblo desconocía. En las diarias y habituales tertulias, dándole vuelta una y otra vez a la misma idea, fuera el contertulio del barrio de arriba o del de abajo,  se llegaba a la conclusión de que la instalación de una carpa en Haría no tenía plena justificación, Enfrascados en la conversación se hace hincapié en el impacto que la carpa produce en el entorno del pueblo,  donde nunca debió de haberse instalado, rompiendo descaradamente con lo esencial y más característico de este valle: con su paisaje. Se comenta que fue ins­talada sin reunir los mínimos y necesarios requisitos para ello, recordando, asimismo, que con su coste podía haberse hecho una obra sólida, amplia, definiti­va, adecuada y adaptada a la finalidad pretendida con este toldo.

 

No ha faltado la pregunta, con reiteración, de ¿para qué semejante circo? Esto recordaba a aquel padre de familia a quien su hijo de corta edad, avis­tando la carpa cuando un día se acercaba al pueblo por la Montaña, le dijo ¡papá, papá, mira un circo! Quiero ver los leones y los payasos. El buen hombre, cuando llegó al lugar, tuvo que bajar de su coche y acercar a su pequeño para que comprobase que allí no había nada de lo que él había imaginado. Lo mismo le ocu­rría a un extranjero, quien haciendo entenderse como podía, con gestos de montar a caballo, se interesaba por una supuesta actuación circense.

 

Se espera una solución adecuada y conveniente, a fin de evitar gastos inútiles y que el dinero invertido no caiga en saco roto y, sobre todo, que en medio de la alegría, deseos de felicidad e ilusión con la entrada del nuevo año, la sombra de la Carpa no siga oscureciendo y afectando este valle, al que le basta con la que le proporciona sus montañas y palmeras.

 

 


ANTONIO BERRIEL PERDOMO