IGLESIA:  --  Datos de interés

 

 

Nuestro templo parroquial tuvo una larga y memorable existencia, con una pujante vitalidad, que es legítimo orgullo de sus hijos. Bajo la sombra de sus vetustas murallas cobijó, no solo las generaciones que lo construyeron, sino a muchas otras que fueron sucediéndose, hasta el momento actual.

Seguramente, que nuestros mayores con darle una robustez y permanencia mucho mayor de la que en realidad llevaba su organismo, sobre todo, teniendo en cuenta los elementos construidos que integraban el cuerpo del sagrado edificio, tres veces secular. Naturalmente, en aquella remota época, no les fue posible valerse de materiales más aptos, siendo los mismo que se utilizaban en las habitaciones mundanas, sin una especial selección y con la misma pobreza de aparejo.

Por las notas del viejo archivo parroquial -que son historia auténtica- se observa el fervor de aquél ya legado pueblo de Haría, en relación con su iglesia. En el año 1619, la piedad de aquellos fieles, en un arranque generoso, emprendió la obra más hermosa que puede realizarse, puesto que ella nos mantiene en comunicación de fe y de amor con Dios. Al esfuerzo constante de aquellas familias, de las que sin duda, es usted una honrosa continuación y al sacrificio y generosidad de las posteriores, se debe la permanencia secular de la iglesia de Haría, que usted, como buen hijo de ella, recuerda con ternura y honda emoción. Allí su bautismo, que las campanas jubilosamente anunciaron a sus convecinos. Allí el libro que guarda su nombre y el de sus ascendientes formando su genealogía. Allí su escuela catequística, su Primera Comunión, su Confirmación, sus plegarias al Señor y a la Virgen bendita. Tal vez, su enlace matrimonial. Allí aquellas losas que pisaron sus abuelos, aquél sitio donde se arrodillaba su madre, las honras  fúnebres de sus antepasados y tantos recuerdos piadosos, que usted guardará en el fondo de su alma de que fueron testigos circunstanciales las venerandas imágenes de su devoción, que como preciadas reliquias nos legaron sus mayores.

Son los antecedentes de nuestro archivos parroquial, como un certificado, como las credenciales de la honda fe y largueza con que antaño se contribuía a la erección del templo parroquial, verdadera casa de Dios y del pueblo. Los codicilos y testamentos que aquí se conservan, tienen en este aspecto una alta expresión. Hubo personajes, coterráneos suyos, que con sus posibles, levantaron una parte notable de la iglesia, mereciendo que ella, en su seno de madre, recogiera sus despojos mortales.

Vea esta referencia, que guarda en sus ocrosa páginas un libro parroquial: "por cuanto Juan Fernández; Mayordomo y Marcial Martín, se obligaron de hacer la Capilla Mayor a su costa y la tienen casi acabada, en premio y remuneración se le señalaron dos sepultura: la una al nicho Juan Fernández, a la parte del Evangelio; y la otra al dicho Marcial Martín, en el otro lado de la Epístola, sin que por ello hayan de dar limosna ni premio alguno".

Y es que entonces se vivía alegremente la vida de la parroquia, con entusiasmo y abnegación increíbles.

La parroquia es luz, civilización  y progreso. Tiene su misión en el vasto organismo de la iglesia, con su ministerio y magisterio, comunicado al párroco por su obispo, único que en los primeros tiempos de la iglesia, desempeñaba todas las funciones pastorales. La parroquia, en frases de Pío XI es una gran familia en la cual la casa es la iglesia parroquial y el altar el hogar donde Jesús alimenta la familia con todas sus gracias y bendiciones, con su mismo adorable Cuerpo.

La Iglesia manifiesta rayos divinos, sus heraldos los profetas y sus fundamentos los apóstoles, erguida sobre aquella piedra angular, Pedro, en ella, está el sacrificio único y la adoración universal de todos los hombres, sede el oriente hasta el ocaso.

En ella está la concordia universal, que anhelan los hombres y no la hallan por que la buscan fuera de sus murallas.

En esta hora de sangre y de odios, que bien comprenden las palabras de Cristo en que deja figurada su iglesia, es decir, una sociedad de hombres, con un pensamiento único y un solo corazón, miembros todos de un cuerpo, cuya cabeza es el mismo Cristo: Padre mío, no te ruego solo por estos, sino por todo los que han de creer en mi palabra; que sean uno, como tú y yo somos uno; que se haga la gran unidad para que el mundo conozca que tú me has enviado y has amado a los hombres como a mí; que donde Yo estoy estén conmigo todos los que me has dado.

Si entonces se le tenía amor a la Parroquia, se frecuentaba y se contribuía a la vida parroquial, ahora también que la parroquia necesita como nunca, la contribución   magnánima de sus hijos, estos habrán de prestársela con simpatía y cariño. Y, ello, no solo por una razón sentimental sino por propio interés, ya que de ella hemos recibido beneficios espirituales que nadie puede otorgarnos.

Hoy la parroquia se ve privada de su mas rico tesoro: el templo parroquial. Porque aquella edificación, con su memorable historia y fecunda vida, estaba -como toda obra humana- sometida a la vicisitudes de la vetustez y a la dura agresión de los elementos destructivos. Las mil precaucione tomadas para impedir la acción demoledora de los agentes exteriores, no bastaron para contener el empuje destructor de los mismos.

El ciclón del año 1.952, cuyo movimiento arrollador produjo en la hermana isla de Tenerife una tristísimo hecatombe, sobre todo, en los deliciosos pomares del Valle de la Orotava al tocar por este nuestro pueblo, golpeó tan duramente en nuestro templo que le ocasionó lesiones mortales. Tal fue la violencia sacudida, que a partir de esa fecha, la consolidación del sagrado edificio, se hizo de todo punto imposible. Se observaba que las paredes iban perdiendo su equilibrio estático y la cobertura, igualmente herida, cedía lentamente, sin poderse ver el peligro, en toda su amplitud, por estar oculto el entramado del techo tras un cielo raso, que lleva medio siglo de colocado.

El temporal último, en la infortunada noche del 22 de Febrero del año 1.956, aceleró el desplome de la nave central, en casi su totalidad, ya seriamente amenazada como más arriba dejamos referido. Al producirse este, se agrandaron las fisuras anteriores y las paredes que habían perdido su verticalidad, se han inclinado de una manera altamente, resultando una visión espantosa y desconsoladora.

No habiendo ocurrido ninguna víctima por gracia y especial providencia del Altísimo, no cesamos de tributarle gracias por tan singular protección.

El templo, pues está en estado ruinoso y los peritos que lo han examinado, declaran que es inútil realizar una restauración en él. Por consiguiente se piensa en una completa demolición y se estudia la forma de dotar al pueblo de una Iglesia que llene los fines a que se destina, digno de Dios -que nunca no será- y orgullo santo y noble de quienes contribuyan a su erección.

Aunque el viejo templo, no era un ejemplar arquitectónico, se desea en cuanto posible fuere, y de acuerdo con las prescripciones litúrgicas y tradiciones de la Iglesia, respetar su tipo originario, conservando sus características esenciales.

Naturalmente, la reedificación del templo supone una adecuada dotación de los enseres del culto y conveniente mobiliario; Pocas cosas,  pero selectas, decorosas, propias de la casa de Dios.

Así, pronto, sobre las ruinas del viejo templo, cuya construcción duró unos años, levantaremos el nuevo, dotándole de los mejores elementos del culto, como la más exquisita ofrenda que al Señor podemos tributar.

Para este fin, se han llevado a cabo diligencias valiosísimas, no solo en la Capital de la Provincia, sino también en los Departamentos Ministeriales realizadas por dos hijos de la Parroquia: D. Mariano López Socas; Alcalde y Procurador en Cortes; y D. Enrique Dorta Alfonso, Cura Coadjutor de la misma.

Ni que decir tiene con que simpatía y agradecimiento ha sido acogido este desinteresado gesto de tan notables hijos del pueblo.

De todo ello, cabe esperar, así lo han prometido los mismos titulares de los altos Organismos, un eficiente resultado.

Por otra parte, en el pueblo y con el beneplácito y bendición del Excmo. y Reverendísimo Señor Obispo, se ha formado una Junta Parroquial de caballeros que trabaja activamente en esta hermosa obra.

Asimismo, se constituyó una Comisión de señoras con idéntica finalidad y sendas Sub-Comisiones, en la juventud, tanto masculina como femenina, que coadyuvan eficazmente.

Existe en todo el pueblo, un movimiento lleno de hondo entusiasmo.

Nos da alegría podérselo comunicar a usted, que siempre supo aplaudir las mejoras de nuestro pueblo. Y si bien legitimas causas, le tienen alejado de este su lugar, no por eso dejará de sumarse a nuestro quehacer, que no es otro que el de levantar nuestra Iglesia.

No necesitamos decirle que precisamente su importante cooperación, total moral, como material. Cuanta propaganda realice en este aspecto, se lo tendrá muy en cuenta su pueblo y se lo agradecerá profundamente.

La Junta Parroquial, se congratula de poder invitarle para esta empresa y espera confiadamente, que no faltará su aportación generosa, que nunca sabemos agradecerle en lo que vale.

 

 

 

 

 

 

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