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Fuente:  Programa Fiestas San Juan 1997

De las aves que vuelan
me gusta el cochino
porque con la trompa revuelve
las ánimas del purgatorio.

Esta copla que no rima ni echándole toda la imaginación del mundo, es cosecha de un hijo  de este pueblo que recitaba (no cantaba) en las puerta de los bailes, a los que no entraba ni de coña. Le gustaba la música con locura, pero el hombre no tebía voz, o así lo consideraba él, para atreverse a cantar. No entraba cantando al son de los tocadores, pero lanzaba al aire sus disparatadas coplas para desahogarse y esperar a ver si algún cantador era capaz de darle sentido a sus creaciones. Y a lo mejor no era tan disparatadas las coplas de nuestro hombre, porque si bien a esta primavera nos resulta dificil buscarle su "aquello", en esta segunda, que tampoco rima, si captamos el mensaje.

Ahí te vá mi corazón
montada en una burra negra
El que te vendió la tierra
que te "jaga" la escritura.

El conocimiento de estas pequeñas anécdotas vividas en Haría, es producto de mis "conversas" con mi gente: Mi abuela materna, Seña Escolástica, mis tías, y sobre mis padres, son las principales fuentes en las que he bebido. Aprovechaba cualquier reunión familiar donde estábamos todos, para animarles a que recordaran y contaran. ¡Y vaya si contaban!. Era como una necesidad echar la vista atrás y contar cosas, sobre todo, momentos felices, que también hubo alguno. Entre tantos, una anécdota que viene al pelo ahora que estamos en Fiestas:

Tras finalizar un baile, ya de madrugada, varias mozas se sentaron en el patio de la casa de una de ellas a dar cuenta de un buen "balayo" de higos picones con gofio. Estando en la tarea de matar el "gusanillo" con tan rico manjar, el festín fue interrumpido por el sonido de timples, guitarras y claras voces de una parranda que daba serenatas. Las mozas disfrutaron del momento musical, pero no abrieron puertas ni postigos. No era cuestión de invitar porque los tunos eran pocos y  el rancho de fuera considerable. Por tanto, agradecieron al siguiente día el detalle de la serenata a unos parranderos "esmayaos" y con la lengua estropajosa (por aquello de las copas sin enyesques), que se agarraron el lógico y esperado cabreo por la poca consideración de las niñas. Buena quintada, sí señor.

Con estos apuntes pretendo pedir a los habitantes de este pueblo, como ya indiqué en el pregón pronunciado el año pasado, que mantengamos nuestra señas de identidad. Es una lucha constante. La televisión, por ejemplo, nos impide el diálogo. Nos embobece de tal manera de la caja tonta, que ni siquiera hablamos en el entorno familiar. Sería bueno y gratificante aprovechar las claras y calurosas noches de verano que empiezan precisamente por San Juan, para "Cabildiar", "Echar un Cabildo" con familiares y amigos sentados en el chaplón de la puerta, en acera, o en cualquier rincón de este bello pueblo. Y si aparece una parranda invitémosle a algo, que afortunadamente ahora soplan otros vientos: Vientos más favorables a los de mi cuento. Seguro que algún cantador entonará coplas de agradecimiento. No en vano contamos con un legado cultural musical de los más ricos que se conocen. Coplas hay hasta para las suegras, faltaría más. Aunque las pobres no siempre salen muy bien paradas. Y si no, el ejemplo en estas dos que recuerdo:

Todos tienen una suegra
Yo quisiera tener dos
Para atarlas a un carro
y el carretero ser yo.
Yo tengo una suegra rica
adelantada en  terrenos
Donde se "revuelca" un burro
y el rabo queda en lo ajeno.


Insisto, son solo coplas. Que nadie se enfade