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Fuente: Mitología de la Princesa Ico

 

 

Temisa fue un pastor del Norte de Titerroygatra. Sus ganados pastaban en el valle que lleva su nombre —Temisa­al igual que en los valles llamados La Triguera, Teno y El Serón, entre otros. El abrevadero para sus numerosos ganados se hallaba en El Chafarí, palabra que en lengua maja significaba fuente. Este nacimiento de agua dulce está en la desembocadura de un lugar conocido como El Bosquecillo.

El asentamiento prehispánico se localiza al norte de una de las zonas altas de Temisa. Allí apareció gran cantidad de cerámica decorada e incisa, aunque fragmentada, siendo los dibujos diferentes a los encontrados en otros afloramientos cerámicos. Hay también cantidad de huesos y conchas marinas. En este mismo lugar aparecen en rocas basálticas lisas gran cantidad de grabados rupestres, probablemente relacionados con temas pastoriles.

La figura de Temisa forma parte del consejo de los doce hombres buenos que un día formaron el tagoror para condenar a la princesa Ico a la prueba del humo, prueba a la que ninguna persona había sido sometida antes. El acuerdo del Consejo fue hecho para que leo muriera y así el pueblo majo vengaría la traición que cometiera su madre, la reina Fayna, con aquel célebre navegante español Martín Ruiz de Avendaño quien, azotada su armada por fuertes vientos ali­sios fue obligado a arribar a las costas de Titerroygatra.

La figura lleva en una mano un cabrito y en la otra una lata o vara típica de los pastores en los grandes y profundos valles. Su indumentaria es una piel de macho cabrío adornada con cabeza y cuernos de este animal, además de llevar otra piel en forma de capa —a lo que llamaban tamarco­-que le cubre la cabeza y toda la espalda.