INTERÉS >  Fiesta de San Juan

 

 

Fuente: Lancelot
22 de junio  1.984

 

Folías sin sentimientos de tristeza, sin cantos al mar o a la tierra lejana, para hablar con la gente sencilla de Lanzarote en el marco de las populares fiestas de San Juan, en Haría. Comenzó nuestro San Juan al pie del volcán de La Corona en medio de ese Malpaís ahora enajenado y maltratado por la fuerza de los cataclismos.

Un atardecer con lumbre y el éxtasis de una visión sellada por la agonía. Así ha comenzado nuestro San Juan.

Más abajo, Haría trata de superar su agonía asestando un golpe mortal a su alrededor, también mortecino; sobrevivir con la muerte de un Malpaís mil veces asesinado. Haría, municipio en recesión; valles de color verde y un montón de palmeras para decir no a la agricultura; sin el atractivo del neón en medio de una pequeña aglomeración de pelirrojos y rubios ininteligibles. Haría busca su esperanza al calor de este nuevo San Juan aderezado con la promesa de una redención que se aproxima. Que nadie tenga que marchar de esa tierra alejada de las playas en busca de esa oportunidad que se ha negado a hacer escala en Haría.

Quizá, desde su nacimiento, Haría ha estado condenada a yacer apacible con el frescor de la media tarde, alejada de los espectadores de quince días, espectadores bulliciosos que van alterando el silencio que se respira detrás de cada postigo.

El Malpaís a la hoguera de San Juan, al fuego alimentado por tas cepas viejas, para purgar sus pecados y para redimir a unos norteños anonadados por "la riqueza del turismo". Siempre habrá otro San Juan para añorar a un Malpaís enajenado, pero nunca lo podremos rescatar de las cenizas que va dejando tras de sí la falsa imagen del progreso.