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El pasado día 21 de marzo, falle­ció en Santa Cruz de Tenerife, donde residía, don Nicolás Betancort Orte­ga, a la edad de 90 años. Nacido en Haría (Lanzarote), pronto abandonó su natal "valle de las mil palmeras " para trasladarse, junto a sus padres y sus siete hermanos, a la capital de la Isla de los Volcanes, aunque tanto la infancia como la adolescencia de los "Betancores" (como así se conoce a su familia) fue fraguada entre las desaparecidas "cuatro esquinas" de la capital lanzaroteña, un casi ahogado charco de San Ginés, y la calle del Castillo de una floreciente capital santacrucera, la cual, y como su ho­mónima de Gran Canaria, iban construyendo, por aquel entonces, su futuro con la incorporación de numerosas familias procedentes de todos los rincones de las Islas.

Fue en Tenerife donde cursó estu­dios de Aparejador y de Bellas Artes, titulándose en 1.935. Cofundador del Colegio de Aparejadores de S.C. de Tenerife, con el número 26, le fue entregada en 1.991 la medalla de Oro y Brillantes de la profesión, la cual ejer­cía además de la de constructor y empresario hotelero, en compañía de su hermano Armando.

Muchas de las edificaciones del denominado "nuevo Santa Cruz " décadas de los 40 y 50 llevan su firma. De hecho, tres de sus hijos prosiguen su labor tanto como arquitectos técnicos como en actividades turísticas. En el año 1953 fundó el céntrico Hotel Anaga, don­de desempeñó sus funciones hasta un mes antes de su fallecimiento. Pero nunca olvidó a su tierra natal, poniéndose como meta pasar las va­caciones en "su isla de Lanzarote".

Su vida la dedicó por entero al trabajo y a su familia, los dos pilares emblemáticos de su existencia. Casado en 1.936 con María Rosa Pérez Álvarez, deja en vida, además de a su esposa, cinco hijos, catorce nietos y seis bisnietos, el grato recuerdo de su bondad, voluntad emprendedora y el gran hu­mor que le caracterizó durante toda su vida. Justo es que su nombre quede grabado, para siempre, en la piedra de la posteridad.