PREGONES DE MALA  >  Índice

 

 

Buenas noches:

Señor Alcalde, distinguidas autoridades, queridos amigos y vecinos. Hermosa y comprometida es la labor que me ha sido encomendada, esta de anunciar el inicio de las fiestas de nuestro pueblo, mi querido pueblo de Mala, y en concreto la festividad de Nuestra Señora de las Mercedes.

Es una labor hermosa porque, desde el momento en que me fue encomendada hasta el día de hoy, me ha sido posible remover, ojear, recordar y revivir todos mis recuerdos en cada uno de los rincones del pueblo, donde con tanta alegría transcurrió mi vida. He rememorado con toda nitidez las entrañables experiencias que ahora me propongo hacerles llegar.

Así mismo, es una labor comprometida porque transmitirles a ustedes tantas vivencias acumuladas es una tarea complicada, a la vez que gratificante, pues me ha supuesto volver a sentir la emoción de los preparativos de las fiestas, los olores y sabores de nuestras cocinas y las cientos de sonrisas que nacían de la emoción. Estas sensaciones, guardadas en lo más profundo de mi memoria, no han sido olvidadas y hoy, con mucho cariño y humildad, intentaré hacérselas llegar.

Mala, pago del municipio de Haría, se encuentra al pie del valle y el barranco de El Estanque y El Lomito, entre los pueblos de Guatiza y Arrieta y con La Playa del Seifío, bordeando sus costas, así como La Hondura, que a veces servía de muelle cuando había mal tiempo.

Nuestro pueblo tiene la particularidad de lucir sus casas distantes en el espacio, aunque con lazos de cariño, calor humano y solidaridad entre ellas. Cuentan los mayores que, antiguamente, ensillaban los burros para ir a visitar a algún vecino o familiar que vivía en el otro extremo del pueblo. Hoy cogemos el coche. Esta distancia entre las casas nada tiene que ver con el carácter cercano que nos caracteriza y que es señal de identidad, pues hemos disfrutado de la buena vecindad a lo largo de nuestra historia.

Prueba de ello es que cuando había un problema en casa de uno de nuestros vecinos, todos acudíamos a ayudarle, a solucionar el problema y salir adelante. En la actualidad el pueblo ha crecido, ya no conocemos a los que viven en nuestro entorno con tanta familiaridad como lo hacíamos antaño, un aspecto que echamos de menos, pero que no impide que sigan dándose muestras de solidaridad.

Cuando éramos niños, allá por aquel tiempo, a veces íbamos a jugar a casa de nuestros vecinos, que tenían niños de nuestra edad y nos invitaban a comer y nos quedábamos, dejando transcurrir el tiempo como si no hubiera mañana. En mi caso, mi madre se enfadaba y me regañaba, aunque sabía que siempre estaba en buenas manos. Para ponerles en circunstancia, imagínense cómo eran esas relaciones, que de pequeña, como era muy mala comiendo y la leche me sabía a rayos, mi madre llevaba la taza de leche a casa de una vecina para que me la diera. Yo decía, inocente de mí: "La tasa es igual a la de mi madre pero la leche es más buena". Así mismo, por las tardes me daban gofio con aceite y azúcar, unas veces amasados y otras en polvo, estaba riquísimo. Aún si me esfuerzo soy capaz de saborearlo con el mismo gusto que antaño.

Los habitantes de Mala siempre han tenido cosas en común las ideas religiosas, las muestras culturales, el trabajo y las formas de diversión.

Respecto a la religión, siempre he pensado que estuvieron acertados nuestros antepasados al sentir devoción por Nuestra Señora de las Mercedes. Un signo de dicha devoción ha sido siempre la masiva asistencia a la iglesia en los actos que se programaban como las novenas de Mayo, con su altar lleno de flores y las niñas rezando el rosario...que, ¡cómo no!, más de una vez me tocó rezarlo, así como recitar versos a la Virgen María. Luego, a la salida de esta, se charlaba entre vecinos del pueblo y nos poníamos al día en las novedades.

Recuerdo que en la Nochebuena hacían el portal viviente, donde todos los niños participaban. Unos hacíamos el papel de pastorcitos, otros de ángeles, otro de San José y alguna niña ocupaba el papel de la Virgen María. Yo aún me veo colgada del techo en una cesta alzada con una cuerda para hacer el papel de ángel que anunciaba la llegada del Mesías, cubierta con un tul y con carita de miedo a las alturas mezclada con la dulzura propia de la edad. Luego llegaba el momento del rancho de Pascua de Guatiza, que a mí particularmente me encantaba recorriendo las casas del pueblo porque ofrecían truchas, vino y otras bebidas.

El 3 de Mayo íbamos a la Cruz con flores, señal a la que debo yo mi nombre, cantando por el camino, por una vereda que nos llevaba hasta un lugar que hay en la montaña que queda justo enfrente de Lomo Cruz.

El 24 de Mayo, día de María Auxiliadora, también acudíamos a la función y procesión. Disfrutábamos como nunca de la carrera de burros, las carreras de sacos y del momento de adornar las calles con banderitas de distintos colores. Nos encantaba hacer carrozas, lo pasábamos muy bien. Representábamos obras teatrales y jugábamos a una ginkana donde se utilizaban distintos juegos, con los que siempre acababa uno enredado y riéndose.

Recuerdo con mucha nitidez, así mismo, el día de mi Primera Comunión. Cuando hacíamos la Primera Comunión teníamos que saber todas las oraciones, mandamientos y sacramentos que entre el sacerdote y la maestra se encargaban de enseñarnos en catequesis. Luego cada una de nosotras recitaba un verso y para decirlo te subían en una mesa para que te vieran y lucieses mejor, pero como yo era chiquitita me subían en una silla encima de una mesa. Tras esto, salíamos de la iglesia y nos llevaban a la Sociedad. ¡Con qué gusto me comía yo la taza de chocolate y mis tres galletones!

Al poco tiempo, no recuerdo cuánto, hacíamos la Confirmación. íbamos a Guatiza para ello y mi mayor recuerdo es el papelón de los caramelos que me dieron.

Me gustaría hacer mención a la labor de nuestras catequistas, que a lo largo de los años nos han preparado y han preparado a nuestros niños para su Primera Comunión, ya que ellas han sentado las bases, junto al ejemplo de sus padres, para que conozcan los principios esenciales de la religión y los valores que como personas, debemos promover.

En nuestro pueblo, Mala, se ha practicado mucho el juego de la bola canaria. Recuerdo que los domingos los hombres se reunían en la Sociedad Renacimiento acudiendo jugadores de otro pueblo, se organizaban partidas reñidas con bolas de madera. También jugaban al dominó, y a la baraja, con juegos como la ronda o el envite.

Otro encuentro era los "cabildos" que consistían en reunirse en el molino del jable una vez acabada la joRNada de trabajo y atendidos los animales que cada casa poseía. Allí comentaban sus vivencias y preocupaciones diarias. Los niños no podíamos acudir a estas reuniones. Estas reuniones marcaban la vida diaria como el momento de la recolección de cosecha. Las familias se reunían para realizar el arranque de la sementera. Se hacían "pionadas", que consistía en ayudarse unos a otros y así adelantar el trabajo. Lo mismo se hacía con las trillas, prestándose los camellos y burros para separar el grano de la paja. Desde muy temprano se iba de casa en casa buscando los animales que formarían la "cobra" para trillar los cereales y legumbres en las eras. A mí, particularmente, me gustaba trillar en el trillo. Mis primos y yo nos peleábamos por trillar, pero mi abuelo nos ponía turnos. Solíamos desgranar el millo, o descamisado y solíamos reunimos entorno a los mayores a escuchar a los mayores hablar y cantar. Espero que la juventud me perdone por aquellas palabras que estoy usando, es vocabulario que desconocen pero que marcó nuestras vidas en el pueblo y que eran propias de las tareas agrícolas. Es una pena que se vaya perdiendo este vocabulario que era utilizado por nuestros antepasados, al ir desapareciendo la actividad agrícola.

Otras de las actividades agrícolas es la recogida de la cochinilla, el plantar los sacos, y el despencar, algo que hacíamos con mucho placer los pequeños. Así mismo, en mi infancia la recogida del tabaco era muy peculiar y solían encomendamos separar las hojas grandes de las pequeñas llamadas "bote", y enmanillaras.

Recuerdo las reuniones entorno al hogar con mucha añoranza. Por ejemplo, solía realizarse la matanza del cochino o cerdo como quieran decirle, donde se reunían las familias. Ese día se hacían las morcillas, la manteca que luego se utilizaría y la carne que se ponía en una barrica troceado y salado para utilizarla durante todo el año. Se solía salar el pescado y se ponía en una caja de madera para que aguantara. No puedo olvidar el olor a los higos que se ponían pasados en un cereto hecho de empleita con tapa. Para pasarlos se ponían al Sol, y se recogían por la noche. Una vez estaban pasados se ponían apretaditos unos con otros y así se llenaba la cereta.

Y llegado el día de Las Mercedes, nos preparábamos unos días antes, poníamos las banderitas en los caminos y las calles, cocinábamos y siempre estábamos muy atareados. El olor a pan recién hecho y las roscas dulces, bizcochones inundaban cada esquina del pueblo.

Lo principal del día de Las Mercedes era el ir a misa, con el traje nuevo que todos estrenábamos y "los zapatos que chascan arena", como decíamos. Tras la misa, la procesión. Sacaban a la Virgen por todo el pueblo. Luego se producía la verbena llamada "asalto". A mí me encantaba la música y decía siempre para mí "cuando seré mayor para estar hasta más tarde". Y aquí estoy, ya me hice mayor y no me pesa, porque puedo estar entre ustedes disfrutando de nuestras fiestas con todo el cariño y devoción que antaño sentía y con la misma ilusión que cuando era niña.

Seguro que ustedes han echado de menos en este pregón el hecho de que no nombre a personas del pueblo. He preferido no nombrar a nadie ya que considero que todos los habitantes de Mala, los actuales y los que ya no están con nosotros, han sido los verdaderos protagonistas de nuestra historia y de la que hemos aprendido tanto.

Pretendo terminar pidiendo a todos los vecinos que continuemos en la línea de convivencia que nos ha caracterizado siempre. Eso nos seguirá dando paz y prosperidad. También quiero invitarles a participar en los actos que la Comisión de Fiestas y el Ayuntamiento han preparado para estos días festivos y veros a todos el día grande, 24 de Septiembre festejando el día de Nuestra Señora de Las Mercedes. Seguro que ella compensará a su querido pueblo de Mala.

 

 

¡Muchas gracias y felices fiestas!