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           D. Virgilio Paz Noda nació en Yé hace noventa y un años, es hijo de Dolores Paz Noda y antes de vivir en Haría vivió también en el caserío de Guinate, se dedicó desde joven a la agricultura pero sobre todo al pastoreo en la zona del risco, también combino estos trabajos durante varios años con el de camellero, eran tiempos duros en los que había que subsistir.
        Se caso en Haría con Dña. Ursula Betancort Suárez, con la que tuvo 12 hijos de los cuales ya cuatro son fallecidos.
        Virgilio paso casi toda su vida en el risco cuidando los animales y por eso lo conoce desde “Los Fariones” hasta el “Rincón de la Paja” sabe de sus fuentes muchas de ellas ya extinguidas, entre ellas, la de Los Fariones, la de abajo del Risco, la de Las Salinas dónde bebían los animales, Camino Viejo, dónde bajaban los camellos, la de Las Ovejas y Roque de Los Lomillos, dónde solo los “Risqueros” como Emilio el pastor de Guinate y el fueron capaces de entrar, fuentes como las Cañas de los Charcos, Puerta de la Iglesia en Famara, dónde parecía haber un jardín, de dónde sacaban plantas para los extranjeros y saco una para el que todavía conserva en su casa de la Cañada, y las zonas de los Pisquillos y Rincón de la Paja.
        Se dedicó como muchos otros a la recolección de orchilla que vendían por una perra a D. José D. Rodríguez.
        Conocía también el risco, que en más de veinte ocasiones tocaron a su puerta, no había un horario, lo mismo era el día que la noche, era D. Antonio Matías, Juez de Paz en esos tiempos, la conversación era nula, sabía que lo llamaban para una misión desagradable, pero que tenía que hacer para el alivio de una familia, encontrando lo que buscaba volvía a subir el risco, cuando se acostaba, primero no lograba conciliar el sueño y cuando lo conseguía eran desagradables.
        Comenzó en su juventud a participar en el Rancho de Pascuas con Eugenio Rodríguez y Santiago García, entre otros entusiastas, solo podía asistir cuando tenía los animales en el risco, ya que no se le venían para arriba, pero cuando iba le encantaba tocar la espada, que aún conserva en su casa, tocaban por las calles de Haría y llegaban hasta Máguez, en la iglesia los pastores cogían al niño y bailaban delante del Rancho, que en aquel entonces estaba ubicado en el coro de la antigua Iglesia.

Ya hace más de 10 años que no participa en el rancho pero si que conserva dos cabras, según dice, por que no le gusta otra leche.
        Por la labor que has realizado, tu inestimable y desinteresada ayuda a tus vecinos, la corporación te otorga el Premio Haría 2008.