CULTURA:  --  Literatura

 

 

FUENTE: DE LANZAROTE ÍNSULA

 

En la mayoría de los capítulos de la novela aparecen los precipicios de Famara; pero la ficción poética está siempre presente en ellos; el acantilado es de cinabrio; el acantilado muge lejano y tormentoso, el gran acantilado se bebe la misma soledad del mar; "el cielo del acantilado es ya azul"; otras veces es violeta; es abundante la gama de colores que observa el autor; pero Famara aparece siempre como algo impávido, amenazante, como un testimonio de lo trágico, de la dura realidad de la miserable que él observó en los diferentes viajes que realizó a la isla de La Graciosa.

Pero sigamos buceando por la infrahistoria de Haría, haciendo cuerpo la realidad suya, aunque sea a través de lo que cada sujeto ve, siente o presiente.

Agustín Espinosa afirma que la isla de Lanzarote tiene la forma de un caballo marino en actitud de saltar un obstáculo y dice, alimentando su imaginación poética: "Cuando desaparezca la isla de Lanzarote, habrá que pensar, más que en fauce marina, en tragaldabas de África, Acicates de la hazaña: camello, palmera, cisterna".

Dentro de la etnografía de Haría no se debe olvidar sus relaciones con La Graciosa; muchos muertos de la isla descansan en paz en su camposanto; y es histórico que sus muertos, en ataúdes, eran subidos a hombros por las laderas casi verticales de los precipicios de Famara, en un auténtico purgatorio de deudos y de difuntos que por el mero hecho de la penosa ascensión encontrarían la paz eterna.

Pero no sólo personas humanas hacían la escalada vertiginosa; los camellos viejos y esqueléticos, casi a punto de morir, llegaban nadando amarrados a una barca, a las orillas del acantilado y, ya en la altiplanicie de la Batería del Río, eran vendidos a los tratantes que después de encebarlos los vendían de nuevo a los mercaderes de la tierra del moro; el camello era traído y después llevado a "La Costa" de donde era oriundo. Esta realidad, muy bien descrita por Ignacio Aldecoa, contrasta con la visión que del camello hace Agustín Espinosa en su Lancelot, quien lo idealiza y describe en "Elogio del camello con arado":

"Si tú fueras a Nueva York - camello con arado de  Lanzarote-encontrarías el empresario para tus películas. Trabajarías con Pamplinas y con Mary Pickford, con Charles Chaplin y con Harold. Y tendrías tu público infantil que te aplaudiría sonoramente cuando ganaras batallas y tomaras castillos con tu gran sable de madera".

Es decir, hay dos realidades distintas: la de un narrador de novelas y la fantasía de un poeta que idealiza al que llama " el animal más feo de todos los animales", cuando no lleva atado a su lado el sable de madera, el arado que araña la tierra.

Pero es obvio que los incentivos de la isla están basados en viejas tradiciones. Espinosa quiso que se construyera el mausoleo de Lancelot, el europeo de Bretaña como reclamo del turismo; al fin y al cabo era reivindicar o rescatar el sepulcro del caballero andante, como lo intentaba Don Miguel de Unamuno en su Vida de Don Quijote y Sancho.

Lanzarote es europeo, cien por cien; pero con su personalidad bien definida, con sus tradiciones bien guardadas; en Haría y otros pueblos tienen sus arcas llenas de reliquias de sus antepasados.¿Cultura anquilosada? No; hay regusto y regusto y respeto por lo suyo, por lo que da su propio carácter; Haría conserva sus tradiciones y está orgullosa de ser Belén viviente; no importa el arado con camello; el arado es romano y abre la tierra con la ayuda del camello oriundo de África; y la palmera, la palmera del desierto, fue tal vez un deseo africano que afincó y se cristianizó por estas tierras, tal vez traída en el pico de una gaviota, en un momento especial de la historia.

Cuando en 1966 publicamos Calas en el Romancero de Lanzarote se recogieron numerosos romances aportaos por los alumnos; y no podían faltar los de Haría; en Arrieta se encontró el romancillo de "Las tres cautivas", que empezaba así:

A la verde verde,
a la verde oliva
donde cautivaron
a mis tres cautivas;

(recogido por José Vicente Guerra)

En Mala, una de las variantes de "Las señas del marido":

Tú que vienes de la guerra
y de la guerra has  venido
la pregunta que te hago
es si has visto a mi marido.
Mi marido es un buen mozo
vestido de coronel
y en la punta de la espada
lleva un pañuelito inglés
que lo bordé cuando niña
cuando niña lo bordé

(el recitador, Luis Castro Betancort)

El romance del "Conde Sol" fue recitado por Amparo Feo Brito en Mala y Lourdes Martínez Fernández recogió el romance que Menéndez Pidal considera, sin duda, el más sabido en España y América; es el que lleva por título "Delgadina", y cuya recitadora era de Haría; el romance tiene el final trágico de una joven cuyo padre ordena que sea envenenada; la terminación del romance es estremecedora:

Terminaba de beber
Gorgorina que expiraba;
en la manita derecha
una cartita llevaba.
¡Ay lo que la carta decía!
¡Ay lo que la carta hablaba!
Las campanas del infierno
Al padre se lo llevaban.
Las campanas de la gloria
Por la niña repicaban.