CULTURA:  --  Rincón literario   -  Mercedes Toledo

 

 

 

Fue el hombre sedentario quien se hizo agricultor; un día cogió dos piedras y los granos machacó. Machacando, machacando, algo nuevo descubrió y el molino de mano, de pronto, se le ocurrió. En un cilindro de piedra con un eje vertical, obtuvo la rica harina para tortas amasar.

Pero...la familia fue creciendo y también la imaginación y de nuevo en su mente, algo se dibujó. Al camello del vecino su fuerza le suplicó y por la energía empleada, "molinos de sangre" los bautizó.

También inventó tahonas y buen músculo sacó dándole a la manivela muchos cereales machacó, tostando luego esta harina para llenar el zurrón. ¡Ricos puños de gofio a su gente ofreció!

Aquí no queda la cosa y el molino de viento, surgió. No se sabe exactamente, cuándo y dónde apareció. Unos dicen que los griegos, otros que los musulmanes fueron los de su invención. Lo cierto que fue en la Mancha donde éste se implantó. Recuerden cuando Don Quijote con gigantes confundió.

Lo triste de esta historia es lo que va a continuación: este mozo, en su juventud bien trajeado, que de guapo presumía, tocado con rojo sombrero, para llamar la atención de sus pequeñas vecinas, con sus brazos corpulentos todo el viento lo cogían y en su estómago pedregoso un milagro ocurría. Las "pepitas" de oro que en sus arcas se guardaban, en sustento de su gente, su gran esfuerzo transformaba. Cuando el viento se calmaba, el blanco mozo solitario, desplegaba grandes velas que trepaban como hermosos e inmaculados pañuelos acariciando sus hermosos y cansados brazos y, así seguía bailando en paz y sin sosiego.

Pero...un día "el gigante" perdió su protagonismo. Unas jóvenes molinillas que de blanco no vestían, feas pero ágiles, carentes de gallardía, lucían sus oscuros trajes en sus esqueléticas armaduras adornando con mitones de colores sus brazos tan deslucidos. Se instalaron por doquier a bailar despavoridas y, el "gigante elegante" queda pronto en el olvido. ¡Triunfa el sexo!- Se decían. Saltaron pronto a la fama y a ellas acudían los que antes al gigante, tanto comprometían.

El " Hércules" de nuestro paisaje, queda pronto en el olvido. Envejece de tristeza, no blanquea su vestido y descansa en largas siestas, por el dolor, abatido. Se anquilosa su esqueleto, se destoca dolorido y sus brazos, de tristeza, caen de pronto vencidos. Y a la vera del camino recuerda sus buenos tiempos, vestido ya de mendigo.

Si te acercas con sigilo a su figura dormida, en la brisa oirás: ¡No me dejes como estoy!

Ayúdame a recuperar mi traje blanco ceñido, mi sombrero encasquetado y mis brazos bien plantados para bailar con el viento como en mi gloria pasada.

No nos hagamos los sordos y escuchemos su triste cantar que el " gigante maltrecho" se merece algo más que morir en el olvido.

¡Qué alegren nuestro paisaje con su baile acompasado! y que despliegue sus velas cuando el viento esté calmado.