CULTURA:  --  Rincón literario

 

 


Mirándote me inspiró, mirándote me pierdo, mirándote me vuelvo niña y oigo de nuevo tu rumor en las caracolas de mi playa, mirándote, sueño...

Ante tu hermosura, tu grandeza, tu existencia y atraída por tu música de arroró, respiro color inconfundible saturando mis pulmones de tu oxígeno yodado.

No deseo nada más en este momento; con esto me basta, me siento viva porque tú formas parte de mi vida y navego por ella recreándola una vez más junto a mis hermanas, hermanos, mis padres, aunque luego tenga que volver a tejer una leyenda que nos sostenga, ahora que el destino nos ha distanciado.

De pequeña tu canto susurrante acunó mi infancia meciéndome hasta adormecerme; de joven refresqué mi alma soñadora en tus cristalinas praderas y solemne en tu dorada arena, mientras el sol acariciaba mi blanca piel dándole el color de las castañas; ahora, te admiro, te observo buscando en tu hermosura la libertad, la fantasía, los sueños que me dieron vida creyendo volver a andar por los senderos de mi familia.

Por todo esto te doy las gracias a pesar de los sinsabores que me ha deparado la vida, porque sólo por admirar su grandeza, tu hermosura, ha valido la pena existir, ser isleña, canaria y poder continuar hasta el final de mis días buscando en ti un refugio, una forma de evadirme de los problemas cotidianos disfrutando así de tu incomparable, pura y cristalina belleza.

Nada me relaja más que fijar mis cansados ojos en ese horizonte que, como dice la canción, parece unirte a la bóveda celeste que, como el más hermoso de los techos, da a tu grandeza el toque de magia que te hace irresistible a todos los que contigo soñamos.