CULTURA:  --  Rincón literario   -  Mercedes Toledo

 

 

 

Allí estaba el enigma. Llevaba mucho tiempo buscando aquel lugar que en realidad no tenía nada de extraño, pero una voz interior le hacía seguir la búsqueda. Era un hermoso valle donde la bruma acariciaba el aire de forma que los contornos del paisaje se percibían muy lejanos haciendo de éste, un lugar de ensueño.

Al estar allí, por fin, creyó haber viajado a otra dimensión pues se respiraba esa paz que anega los sentidos dejándole perplejo ante aquella estampa sosegada, pura, suave como la caricia de un niño. Quiso decir algo ante tanta belleza, pero no pudo articular palabra; su voz se había petrificado en su garganta. Seguía recreando la mirada y detuvo sus ojos en aquel cielo limpio, infinito que como una hermosa cinta azul, coronaba el valle entre el verdor y el perfume de la flora de aquel exótico lugar.

Cuando las sombras de la tarde caían en el "hermoso paraíso", su corazón seguía aún alterado, sin conseguir su ritmo habitual, hasta que vencido por tantas vivencias, igual que un niño en una noche de Reyes, cerró los ojos llenos de satisfacción. Al alba se despertó con los huesos entumidos por la postura al haber pasado la noche a cielo raso y sin abrigo recibiendo la humedad de la noche sobre su ligero atuendo. Primero, sus ojos pudieron percibir un resplandor difuso que en pocos segundos fue tomando tonos anaranjados, hasta que los primeros rayos de  sol asomaron transformando el cielo en una sinfonía de colores, tiñendo al mismo tiempo las nubes de un color dorado. Se quedó petrificado ante la belleza que se esparcía ante sus ojos, y guardó en su interior cual cámara fotográfica aquella imagen irrepetible de aquel hermoso amanecer que a medida que el sol se dejara ver en todo su esplendor, desaparecería como por arte de magia para dar cabida a un nuevo día. No estaba soñando. Por fin terminaba la búsqueda aunque la magia de aquellas horas y los latidos de su corazón le hizo oscilar entre el asombro y la fascinación.

Tenía que volver a su vida cotidiana, pero lo haría con el firme propósito de volver a aquel hermoso lugar, a aquel valle paradisíaco donde el canto del agua, el trino de los pájaros y el perfume embriagador de las flores, le habían trastornado los sentidos pues aquella exótica y sobrecogedora belleza, no era ya un sueño inalcanzable sino la más hermosa realidad.

A medida que se alejaba del lugar, pensaba que a veces, si perseguimos con afán lo que se desea, se puede al fin encontrar aunque esto nos lleve mucho tiempo, media vida tal vez pero...vale la pena la lucha, la entrega, si al final logramos nuestras metas.