Historia / Referencias históricas


 

Fuente: La Hoja del Municipio de Haría
Edición nº 204 Año V Del 19 al 25 de noviembre de 2005

La alimentación ha ido evolucionando a lo largo del historia, acorde con las posibilidades de disponibilidad de la población, avances sociales y nivel de vida, hasta el punto de que ya es muy diferente la que tenemos actualmente, de la que tuvieron nuestros antepasados guanches y menos ancestrales.

Parece que la alimentación de nuestros antepasados más antiguos, se basaba en los productos de la tierra, aunque había pocas especies de semillas, los mariscos y el producto de algunos animales que fueron introduciendo como la cabra por su leche y carne, y el cochino por toda la serie variada de carne que nos proporciona.

Se fue introduciendo en la antigua alimentación nuestro alimento o más peculiar, que llegó a afianzarse más tarde como el alimento básico, como es el gofio, el cual se elaboraba en principio a base de la cebada, introduciéndose en más tarde el trigo, para estabilizarse como principal elemento, el millo, aunque a veces se mezclaban los granos, llegándose a emplear además, habas, garbanzos y arvejas. También se hizo de cosco.

Hay que partir de que la tierra Lanzarote especialmente, junto con la de Fuerteventura, han sido muy sedientas, donde han escaseado de siempre las lluvias, siendo por tanto difícil el obtener buenas cosechas en unas condiciones tan adversas de alejamiento de la humedad.

Dentro de una pertinaz sequía en la isla de Lanzarote, la isla supo paliar un poco su situación introduciendo la modalidad de los enarenados que desde 1850 empezará a tomar arranque para llegar a su punto más álgido en los años de 1940-1950 sesentas, con esas ayudas de las denominadas "peticiones de arena", convirtiendo unas tierras baldías en enarenados que conservaban un poco mejor la escasa humedad que llegaba del cielo, mejorándose el índice de recolección de cosechas.

Hasta un pasado no muy lejano, teníamos unos alimentos propios de nuestra tierra como los higos rincones, procedentes de nuestras pencas costureras, muy sabrosos en fresco, y los cuales se convertían en parte en los denominados "higos porretas", mediante sometimiento o a un "pelado" o quitando la corteza y se ponían al sol para pasar y eran buenísimos y cubrían una buena parte de nuestra alimentación. También teníamos los higos de higuera, o "higos de leche", de muy diversas especies y de muy diversos sabores, con algunas "breveras", todos ellos de un sabor exquisito, y que igualmente se ponían en buena parte a pasar en los " pasajeros", y luego se guardaban bien apretados como los porretas y ambas variedades no sólo se comían aquí sino que además servían de un buen renglón económico, ya que se vendían fuera en ceretos.

Se consideraba hasta los años de 1900 central, que la comida más fuerte debiera ser la de la noche y así se procuraba de forma que se detestaba al denominado "caldo de papas", porque se decía que no daba alimentos y que hacía soñar mucho. Al mediodía solía comerse con asiduidad en el campo, entre faenas.