Historia / Referencias históricas


 

Si nos situamos en la noche de los tiempos, digamos que en la remota antigüedad no se conocía el fuego, y lo primero que se fue inventando, fue el frotar unas piedras muy duras y lisas y frotarlas contra otras, y como se llegó a localizar que este frotamiento creaba alguna chispa, se pensó por los antiguos que había que aprovechar esta chispa, y entonces se fueron sirviendo de hierbas secas apropiadas para que esta chispa prendiera en ellas y producir el fuego, que luego se iba aprovechando en la casa.

Los isleños se dieron cuenta que había en especial en nuestros riscos, una hierba en que prendía más fácil la chispa proveniente del frotamiento de dos piedras, y luego más tarde se establecieron los elementos más adecuados para aprovechar la chispa, y así prepararon unas piedras pequeñas y muy duras, a las que llamaban pedernal, pedesnal o pesnal, y sobre ella se pasaba un denominado eslabón, que era como otra piedra más pequeña y filuda, pero de acero o metálicas, y frotando soltaba chispa y se recogía en la hierba que antes abundaba en nuestros riscos, llamada yesca, y entonces se obtenía el fuego para los distintos usos caseros, cuya modalidad duró basante en el tiempo, pues hasta los años de 1940 aún había quien usaba estos procedimientos ancestrales.

Luego ya se fueron utilizando unas distintas mechas o torcías, y a partir de ahí se fue evolucionando con el fósforo, la fosforera, el mechero, la mechera, el candil, el farol, el quinqué, el petromax, la cocinilla, el uso del carburo, el carbón, el horno de obra en las cocinas, las cocinas, el gas y los combustibles en sus diversas de formas.

Pero en la antigüedad se pasaban muchos trabajos para obtener el fuego, ya que, aunque en todas las casas, había por norma el tener leña, la misma a veces no estaba bien seca o pudiera estar algo mojada por las lluvias, y había que tener una parte bien seca dentro de la cocina y el resto a la intemperie, normalmente en un patio abier¬to o traspatio, y en algunos días de lluvia no se podía encender el fuego y se comía en frío.

Antes, hasta los años de 1940 y 1950, habían unos camelleros fijos, que llevaban la leña picada del Malpaís, a las casas que se lo encargaban, y así se recuerda aún a Juan Zerpa Perdomo, Julián Hernández Luzardo, Román Rodríguez López, Hilario Dorta Caraballo, Tito Dorta Caraballo, y otros muchos, y también habían algunos leñadores o picadores de leña, de fijo, que se iban al Malpaís a picar leña, y a veces hasta se quedaban en una choza que acondicionaban para caminar menos, y se recuerda a Pablo Torres Martín, Juan Borges Rocha, Miguel Borges Dorta, y muchos otros, pero también habían hombres que se iban a picar leña y la traían en burros, pero también llegaban a traerla hasta a hombros, y eso no sólo del Malpaís, sino además, a veces se iban a Debajo del Risco, para subir esa carga luego con esas malas veredas, y a veces la vendían para sacar alguna perra dentro de la extrema pobreza y veces dejaban en casa,

Pero además de esta leña para consumir en las casas, también los camelleros traían cargas de aulaga para las diversas panaderías que había en el Municipio.