ÍNDICE / Presentación

 

E

n plena expansión del desarrollismo turístico en la isla de Lanzarote, Haría es un municipio que, de manera casi espontánea, sin que existiera un debate público ni líderes carismáticos que nos guiaran, fue capaz de posicionarse contra esa corriente desarrollista, manifestándose y paralizando algunas iniciativas que pretendían introducirnos en la uniformidad de una isla que empezaba a desmantelar su identidad, para forjar una nueva basada en el culto al dinero fácil. Esa renuncia ha supuesto una desigualdad respecto a la participación en la transformación económica de la isla pero, gracias a ello, hoy nos encontramos en una posición privilegiada para adentrarnos en un modelo de desarrollo cuyo cimiento es nuestro patrimonio.

El conocimiento por parte de los pueblos de su propia evolución es condición indispensable para la definición de los rasgos pro­pios de la comunidad, que se forjan con aquellos elementos materiales e inmateriales que les une y que les diferencia de otros, y que se deben relativizar para insertarse en el contexto de una humanidad tremendamente interconectada por un pasado que, en un momento o en otro, nos relacionó. Una identidad que ha de estar alejada de dogmatismos, entendiendo y valorando, en su justa medida y en su contexto histórico, al medio y al hombre con sus acciones.

Saber que, hace cuatro millones de años, en este norte ya habitaban especímenes de Struthioniformes (familia del avestruz) en Valle Chico y Valle Grande, en Órzola, que luego desaparecieron, nos lleva a sentirnos parte de la evolución del planeta y actores principales en los cambios climáticos que se han sucedido. Y ser conscientes también de que esta región forma parte de las zonas más importantes en biodiversidad de la Macaronesia, nos hace enorgullecemos y así valorar mucho más nuestros espacios naturales y su diversidad biológica. Conocer la realidad objetiva de la colonización del territorio, cómo se trabajó un suelo tremendamente hostil para que se dieran milagros como el paisaje agrícola sobre colada volcánica del malpaís de La Corona, o cómo se transformaron algunos espacios para facilitar el desarrollo turístico, nos ayuda a entender la realidad actual, pero siendo conscientes de que, en ese proceso, también se modifica parte del patrimonio arqueológico y natural. Saber, por ejemplo, cómo se produjo el reparto de las tierras durante la colonización de la isla y, más recientemente, el proceso de priva­tización de nuestras zonas comunales, nos debe servir para conocernos mejor como pueblo, con nuestros defectos y nuestras virtudes, para corregir los primeros y para resaltar las segundas.

Entiendo pues esta publicación como una apuesta para poner en valor nuestro patrimonio en toda su amplitud, que hemos sabido conservar para que hoy pueda ser la base de un desarrollo sostenible y respetuoso que los habitantes de este municipio hemos elegido, que nos define e identifica.

 

José Pérez Dorta
Concejal de Educación, Cultura y Patrimonio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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