CULTURA:  -- Literatura

 

 

FUENTE: LA HOJA DEL MUNICIPIO DE HARÍA

EDICIÓN Nº 235, AÑO V , DEL DÍA 24 AL 30 DE JUNIO DE 2005


Quietud y silencio. El alba hace su presencia entre velos de niebla mientras la luna cubre su virginal desnudez, con el manto suave de una nube.

El sol, solemne, incendia el cielo, gran enigma de nuestra existencia y la caprichosa brisa mueve con gracia acompasada infinidad de palmeras que, como fuegos de artificio, tiñen de esmeralda el espacio, alargando su talle para rozar con estudiada elegancia la bóveda celeste.

Montañas que caen para transformarse en valles que ascienden queriendo tocar lo intocable...

Espuma blanca, en torbellinos, rompe la tapizada alfombra de verdes, violetas y amarillos formando pequeños núcleos donde  habitan lugareños.

A la caída de la tarde, el fresco se hace sentir; la brisa acelera su suave compás y las palmeras se mecen con ritmo de arrorró, esparciendo por el valle la maternal melodía.

Tras la puesta del sol, se ilumina el pueblo que inexplicablemente forma una gran estrella de seis puntas como un regalo del cielo. De pronto, al observarlo desde lo alto, asemeja una estampa navideña que me transporta por las sendas del espíritu.

Regalada a esta maravilla que anega mis pupilas, no sé dónde termina la realidad y comienza la fantasía, mas tampoco es una cosa que me preocupe en estos instantes, pues la belleza es tal, que sólo tengo sentidos para admirarla y así saturar mi alma de esta preciosidad, que sólo se puede apreciar desde esta latitud y en este incomparable rinconcito de mi tierra.