CULTURA: -- Rincón literario - Mercedes Toledo
...El contraste entre la opulencia y la miseria era tan enorme que produjo en ella una reacción de rabia contenida, de horror, de dolor incontrolado ante lo irremediable, pues nada podía hacer para arreglar aquel abismo entre los seres humanos. Le ahogaba aquella abundancia descomunal y le partía el alma la pobreza de la calle; aquellos rostros de ojos hundidos y mirada triste cubiertos por harapos, que casi podía palpar con sus propias manos, pues sólo le separaba de ellos el muro que se alzaba alrededor del hotel donde se hospedaba, y el asfalto de la calle. ¿Cómo podía haber ese gran contraste de pobreza y esplendor a su alrededor?
Nunca pensó que esto existía de la forma brutal como lo estaba viendo. La vista se le empañó, las lágrimas le nublaron la visión y la impotencia le embargó el corazón. ¿Qué podía hacer ante aquella estampa tan dolorosa?-Pensó. No disponía de dinero ni de bienes que pudiera compartir con aquella avalancha humana desesperada que de un momento a otro parecía devorarla con la mirada.
Sintió miedo y cerró de inmediato el balcón de su confortable habitación. Como pudo, llegó hasta el borde de la cama y se sentó abrumada por lo que acababa de ver y hasta llegó a pensar que era una mala jugada de un horrible sueño. Se pellizcó y al comprobar que no dormía, sino que era la cruda realidad, maldijo haber ganado aquel viaje del que no iba a sacar nada que enriqueciera su espíritu, sino que por el contrario la hundía en un mar de dudas, en una enorme desesperación.
Supuso que lograría apartarse por unos días de la mala jugada que la vida le había otorgado, pero ante aquella visión del hambre, la pobreza y el dolor de sus semejantes, sus problemas se empequeñecieron y dio gracias a Dios por lo que tenía y por haber nacido en hogar humilde pero limpio donde no le faltó el cariño de los suyos, la comida, ni una cama limpia donde conciliar el sueño. De pronto, a pesar de todo, se sintió afortunada y pensó que con mucha frecuencia nos quejamos por poco si comparamos nuestra vida con las miserias que azotan el mundo.
Así, sumergida en sus recuerdos, en su propia vida y tan lejos de su querida tierra, sintió nostalgia de los suyos sin percatarse de que algo horrible estaba ocurriendo en aquel exótico y recóndito lugar.
De pronto, una estampida de pánico la sacó de su trance, y volvió bruscamente a la realidad, encontrándose inmersa en un laberinto de voces, chillidos, gentes que se apresuraban por salir de allí, pisoteando a quién se le pusiera por delante, perdiendo su compostura ante el peligro que les acechaba.
Nunca supo realmente qué ocurrió realmente, pues aquellas gentes de diferentes costumbres, tradiciones y fanáticos en sus creencias religiosas, habían propiciado el desastre en el que se encontraba involuntariamente envuelta.
Terminó como muchos de los huéspedes del hotel, en un hospital de sábanas inmaculadas. Por la ventana de su habitación, llegaba una luz tenue y al abrir los ojos lentamente, comprobó que todo su cuerpo le dolía a rabiar. Borrosamente distinguió a su marido sentado en un sillón observándola con el disgusto dibujado en su cara, mientras apretaba con dulzura su mano derecha entre las suyas...Quiso hablar, preguntar qué había ocurrido, porqué estaba allí, pero las palabras se agolparon en su cabeza sin poder articularlas.
Nunca supo cuál fue la verdadera causa para acabar allí, ni tampoco le importaba ya. Sólo aquel infortunio le hizo recordar algo que su padre le había dicho de pequeña cuando quería indagar como todos los niños en algo que su mente inocente no le daba la respuesta: debes afrontar la vida en el ahora. Ella te irá enseñando a medida que pasen los años y la madurez te dé la respuesta a tantas incógnitas que en estos momentos llenan tu pequeña cabeza. Tampoco te agarres al pasado ni pierdas tu tiempo preguntándote qué ocurrirá mañana, porque nuestro futuro es impredecible. Vive el día a día agradeciendo ese día aunque no haya sido de tu agrado, y da gracias cada amanecer, porque amanecer significa estar aquí y poder vivir nuevas experiencias. Con la mente en aquella época tan lejana de su presente, cerró los ojos y poco a poco se serenó su alma, aceptando al fin lo ocurrido y soñando como antaño, con un nuevo amanecer, mientras las mismas manos que le habían transmitido todo su apoyo a través de su dilatada vida, continuaban allí dándole su calor como siempre, haciendo fluir de nuevo la vida en su atormentado corazón.