Geografía/ Flora

 

 

 

Fuente: Lancelot 117

22 de junio de 1985

 

    Comenzamos nuestro viaje al Palmeral de Haría, en el  marinero pueblo de Arrieta,  perteneciente al mismo término Municipal. Comenzamos la marcha encaminándonos hacia donde se encuentran esas miles de palmeras verdes, esparcidas.

 Subiendo vamos, la famosa cuesta de’ “Trujillo”, cuando nos percatamos de algunos cambios en el histórico Valle. Las paredes que nos adentran en el pueblo, nos dan una agradable idea de pulcritud y limpieza. Los arcenes de la carretera, limpios y enarenados, resultan agradables a nuestra vista, que comienza a gozar de un bello y limpio panorama. Cuando ya hemos pasado el “Camino del Cementerio”, y nos adentramos en las casas del pueblo, las vemos blancas, con puertas y ventanas verdes, grandes en dimensiones y viejas. La Calle “San Juan”, parece una gran avenida, bordeada por esas muchas casas. Llegando casi a la Plaza, nos detenemos para asomarnos al Puente, y testificar su nueva imagen, sin basura en el cauce y paredes encaladas y reforzadas.

     A nuestra espalda. “la tienda de López”, un gran comercio con muchos años y abundante historia.

     Reanudamos la marcha, hasta la Plaza, donde nos apeamos del auto. Primeramente, admiramos la altura de la iglesia de la Encarnación, y cómo no, nos atrae el letrerito que pone “Museo Sacro de Haría”. Sus puertas están abiertas y decidimos entrar. Atenta como siempre, “Sita”, nos muestra las de pendencias dándonos algunos detalles de las piezas expuestas. ¡Precioso! ¡Sí, señor..., es algo original! Sólo  lo hay en Haría.

     Una vez que salimos del  museo, la sociedad nos a guarda. ¡Hombre, pero si está en obras! Sí, pero pronto  acabarán. Sólo quedan algunos detalles. Nos damos  cuenta que Haría cuenta ahora con unas cómodas, amplias y modernas instalaciones sociales para que el vecindario se recree.

     “Precioso, oiga. Precioso”. “Esto me gusta. Está lindo para un bailito”.

    Después seguimos Plaza arriba, dejando atrás el bar de Arcadio hasta llegar a la Calle “José Antonio”.

    ¡Oye, pero todavía no le han cambiado el nombre a esta calle!

    No, pero seguro que pronto ocurrirá. Haría tiene hijos que merecen calles.

    Ahora, unos cuantos ancianos están sentados en las aceras. Nos saludan amablemente, mientras seguimos caminando con destino al Ayuntamiento.

    Al doblar la esquina, se  nos presenta la Pequeña Plazoleta frontal a la Casa Consistorial. A su derecha, una casa agujereada nos llama poderosamente la atención.

     “Y eso. ¿Qué le ocurrió?”.

    “Hombre, no te has enterado de lo de esa guagua”.

    “¡Ah!. Sí... pero no sabía que aún estuviese sin reponer”.

    “Bueno, sí hace mucho tiempo, pero el seguro,... ya sabes, tienen mucho royo pero a la hora de la verdad pasan de todo”.