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LA PROVINCIA (Domingo, 29 de
septiembre de 1963)
ARRECIFE.- (Crónica de nuestro
corresponsal, GUILLERMO TOPHAM).-
A unos 5 kilómetros del casco
urbano de Tinajo existe un
cráter conocido con el nombre de
el volcán que echa agua. En
dicho cráter aparecen tres
chimeneas o grutas muy estrechas
y profundas llamadas
insoridables porque al arrojarse
piedras en su interior u otros
objetos se oye el ruido de estos
hasta perderse el rumor en la
profundidad del abismo. Nadie,
que nosotros sepamos, se habían
aventurado hasta ahora; Al
realizar la primera prueba "en
serio" para explorar estas simas.
Ha sido precisamente el grupo de
exploradores subterráneos de
Haría, que tiene en su haber
otras interesantísimas
experiencias de este tipo el que
días pasados efectuó el primer
intento.
LOS HÉROES DE LA HAZAÑA.
Citemos en primer termino el
nombre de los héroes de esta
gran hazaña, todos vecinos de la
populosa localidad lanzaroteña,
Don Nicolás Reyes Espino, de 28
años y 60 kilos de peso; maestro
nacional (jefe de la expedición)
, Don Francisco Reyes Espino,
Don Juan Pablo de León; Don
Hermelindo Navarro; Don Domingo
Pérez Núñez, Don Enrique
Rodríguez, Don Marcelino Perdomo
García, Don José Pérez, Don
Fernando Torres y Don Oscar
Torres Berriel (Abogado).
CASCOS, SOGAS, LINTERNAS,
LAMPARAS, Y TELÉFONO.
El Cabildo Insular de Lanzarote
les facilitó el siguiente
material: "Jeep" para el
traslado, 300 metros de soga,
equipo telefónico, cascos de
acero, lámparas de carburo y
linternas. Asimismo les dio las
máximas facilidades el
propietario Beltrán Tejera.
Antes de emprender la aventura
los muchachos leyeron textos de
técnica espeleológica sobre el
descenso a grutas que, como la
referida, lleva dirección
vertical con 1.50 metros de
longitud de boca (en forma de
hoja lanceolada) y poco más de
50 centímetros de anchura. Un
oficio, como podrá apreciarse,
bastante angosto, que aumentaba
las dificultades.
UN ESPELEÓLOGO "ASTRONAUTA".
Don Francisco Reyes, hombre
sumamente experimentado en estas
cuestiones, de envidiable
contextura física, fue la
persona inicialmente elegida
para el descenso. Una soga con
una tabla asiada a la punta del
cordel le servia de asiento. En
el pecho un aparato telefónico
con el auricular sujeto cerca de
la cara, junto a la boca, para
mantener continua comunicaron
con el telefonista, don Juan
Pablo de León. En una mano la
linterna y en la otra una
lámpara de carburo para detectar
la posible existencia de gas
carbónico. Una soga colocada en
la espalda y otra en el tórax,
permitían a sus restantes
compañeros (cuatro tirando por
cada una) , izar o arriar el
cuerpo del explorador, Este -
nos decía uno de los chicos –
parecía con todo aquel equipo
más un astronauta que se
preparaba para ir a la luna que
un espeleólogo.
DESAFIANDO EL PELIGRO.
Adaptadas las debidas
precauciones comenzó a ser
arriado lentamente el cuerpo de
Francisco Reyes. Cuando al
principio marchó a las mil
maravillas; Hablaba
continuamente por teléfono dando
las novedades: "Ahorran suban.
Más despacio. Con cuidado". De
vez en vez decía "No tiren
piedras". Dichas piedras caían
de determinados entrantes del
tubo volcánico, al ser rozadas
por el cuerpo del espeleólogo.
Eran piedras allí acumuladas de
las muchas que se han arrojado
en aquellas simas al transcurrir
de los años.
LANZAMIENTO DEL SEGUNDO
ESPELEÓLOGO.
Por fin, a los cincuenta metros
de profundidad, Reyes dio con
una plataforma en la que pudo
descansar, recuperar fuerzas y
perfilar nuevas ideas. Así lo
comunicó, telefónicamente, a sus
compañeros.
Se había logrado un considerable
éxito inicial. Breves momentos
de descanso y a seguir la marcha
a través del angosto tubo
volcánico. La ostensible
estrechez del tubo, a partir de
la plataforma, constituía un
grave inconvenientes, al no
poder contar con el teléfono, ya
que el auricular rozaba con las
paredes interiores. Solución: Un
segundo espeleólogo, don
Hermelindo Navarro, se equipa y
es arriado seguidamente hasta la
plataforma, provisto del equipo
telefónico, mientras Reyes
emprende el descenso desde la
plataforma buscando nuevos
objetivos, Reyes comunica las
novedades a Navarro a viva voz,
y este las retransmite en
seguida, por teléfono, a los
compañeros que se hallan en la
superficie.
A LAS 4 HORAS, ABANDONO.
Pero se llega a los 85 metros en
un alarde de entereza, valentía
y perecía del señor Reyes. Y su
voz ya no es oída por
Hermelindo. Llegó el momento de
abandonar, porque lo contrario
habría sido una temeridad. Reyes
y Navarro son izados a la
superficie, La experiencia ha
terminado, tras cuatro horas
largas. Jubileo, abrazos y
felicitaciones.
He aquí, a grandes rasgos, los
pormenores de esta
interesantísima y arriesgada
expedición del grupo de
espeleólogos de Haría, que ha
logrado un éxito más ( bastante
rotundo por cierto) de los
varios hasta ahora alcanzados.
¿Qué profundidad tendrán esas
chimeneas volcánicas? ¿Será
posible algún día su total
longitud? Esto lo sabremos muy
pronto, porque los jóvenes
lanzaroteños realizarán
próximamente un nuevo intento
más adecuadamente preparados.
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