Geografía/ Datos geográficos

 

 

FUENTE: El Norte Lanzarote 1994 nº 1

En el antiguo valle con forma de U de origen basáltico en el que Haría se encuentra se dan los mayores niveles de pluviosidad de la isla, y por lo tanto su tierra es la más fértil de la isla. Al hacer entrada en Haría, por cualquiera de los caminos que conducen hasta él, el pueblo aparece como la ensoñación de un oasis de cuento. Considerado Paisaje Singular en la declaración de Lanzarote Reserva Mundial de la Biosfera, en el valle de Haría se dice que crecen diez mil palmeras entre blancas casas de un elegante estilo arquitectónico. Realmente son unos tres mil ejemplares de phoenix canariensis los que crecen en este valle que, a pesar de ser incendiado en el siglo XVI por el cruel pirata Morato Arráez, conserva la belleza que le confieren las esbeltas palmeras. De ellas se obtienen dulces dátiles con poderes curativos contra la tos y el catarro y hojas de palma con las que se elaboran artesanales cestos, escobas, sombreros y esteras. El Ayuntamiento de Haría tiene abierta una tienda de artesanía en el centro del pueblo donde, además de estos artículos de cestería, se pueden adquirir otros muchos productos artesanales: bordados, rosetas, cerámica, etc... trabajados en las mismas dependencias por los artesanos de Haría.

Las calles de Haría son un remanso de estética paz y armonía. Las casas son cuadradas, con chimeneas de los más diversos estilos y formas y todas ellas blancas con la carpintería pintada de verde. Junto a Teguise, Haría es de las poblaciones que reúne mayor número de artistas, intelectuales, artesanos y post-hippies que han encontrado en este mágico marco el lugar idóneo para dar rienda suelta a su creatividad y forma de vida.

Al fondo de un arbolado paseo en el centro de Haría está la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, construía en 1619 y seriamente dañada por dos vendavales acaecidos en 1956 y 1958 hasta tal extremo que a principios de los sesenta se decidió construir un nuevo templo en el mismo lugar, alojando las piezas de valor de la antigua iglesia en lo que es hoy Museo Sacro Popular de Haría. Fundado en los años setenta y en malas condiciones de conservación, el museo contiene valiosas esculturas policromadas de los siglos XVII y del XVIII y parte de un altar mayor de mediados del XIX..

En la Iglesia moderna hay una obra del escultor canario Luján Pérez, otra talla dedicada a la Asunción de la Virgen y un Cristo de Borges Linares.

En la salida de Haría a Arrieta hay una pequeña ermita del siglo XVI dedicada a San Juan. Un poco más adelante, el Cementerio donde se encuentra la tumba de César Manrique, construida por los trabajadores del Cabildo de Lanzarote con piedras volcánicas y adornadas con cactus y plantas autóctonas.

Desde mediados de siglo Haría ha sufrido el abandono de sus tierras cultivadas y el éxodo de muchos de sus vecinos, hasta el punto de que en la actualidad vive en Haría casi la mitad de la población de los años sesenta. Las huertas y campos aún cultivados dan ricas cosechas de cuanto en ellos se plante: cereales, vides, tubérculos, etc... Un testigo de la riqueza cerealista de la zona a principios del siglo es la "molina de fuego" que aún se conserva en funcionamiento en una de las tiendas de Haría propiedad de don Juan Pablo de León. Sólo queda otro de estos molinos con motor, empleados para moler grano y que funcionan con petróleo, en San Bartolomé.

Subiendo hacia el Risco de Famara con dirección a Teguise, se circula por una carretera llena de curvas pero desde donde se puede disfrutar de las vistas impresionantes del valle desde el Mirador de Haría. Justo al llegar arriba, por un camino de tierra que conduce a las instalaciones militares coronadas por radares esféricos, se llega hasta El Bosquecillo, un área de esparcimiento dotada de mesas y bancos y con una pequeña arboleda. Nos encontramos aquí en la cima de Famara, a 600 metros de altura, desde donde se domina la playa y la Caleta de Famara. Al fondo los volcanes de Soo. A la derecha la isla de La Graciosa. El espectáculo es sobrecogedor. Desde aquí se puede valorar la riqueza de flora y fauna de los Riscos de Famara y su merecida protección como Parque Natural.