Geografía/ Malpaís de La Corona/  Datos interés

 

Extracto: Descripción Física de las Islas Canarias
Leopol Von Buch
Estudio crítico: Manuel Hernández González
Traducción: José A. Delgado Luis
Primera edición en francés: París, 1836

Primera edición en español: Septiembre 1999

El Río. La  Corona

Más  de las tres cuartas partes de la isla, hasta el ángulo septentrional más exterior, consisten en conos más o menos anchos; y aunque el interior de la isla asemeja elevarse, esta elevación parece que se debe  más bien a la prolongación de la base de los conos que a la altura real del país. Como según parece estos conos consisten en lapilli y en escorias inconexas, siempre se tendría la duda sobre la naturaleza de  la masa sólida de la isla si sólo se la viese en esa parte. Pero la punta que se extiende hacia el norte y que se termina en el Sund de El Río, entre Lanzarote y La Graciosa, da sobre este tema una solución completa. El país se eleva sin interrupción desde la ciudad de Teguise hasta por encima de la cima del estrecho, luego cae verticalmente desde esa cima hasta el mar y toda la punta septentrional está rodeada de peñones cortados a  pico. En su mayoría son lugares completamente inaccesibles y quizás sólo exista un único camino que conduzca desde la cima a Las Salinas.

Las capas basálticas que forman la cobertura superior de esta serie de roques ya se comienzan a ver a un cuarto de legua antes de llegar a la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves; y desde allí se las puede seguir sin interrupción hasta la altura de Las Salinas. Es un basalto muy caracterizado, compacto, negro, con pequeños granos de peridoto , muy numerosos y transparentes, y cristales de augita, que forma una capa muy poderosa. Según se puede observar en los declives, inmediatamente por encima se encuentra una roca amigdaloide aún más poderosa, donde las cavidades casi dominan sobre la masa principal; la superficie interior está recubierta de riñones redondeados de mesotipo. Después, por debajo, hay un estrato de conglomerado  o de rocas formadas por pequeños trozos de basalto. En el camino de Haría  a Las Salinas, del centro de esos estratos de conglomerado se ve sobresalir una masa informe de fragmentos angulosos, muy porosos, que se unen a un conglomerado salido evidentemente más tarde a través de las capas; y al lado, en medio de la toba, se elevan verticalmente grandes cavernas vacías, completamente iguales a las que se ven cerca de La Rambla, en Tenerife.

Por consiguiente, el terreno de la isla es basáltico y las erupciones volcánicas han brotado a través de esas capas de basaltos.

Cerca de Teguise, una cadena rocosa se dirige de la costa al norte, luego gira al este, hacia el estrecho de El Río, y desciende suavemente desde esa cima hacia la costa oriental, de manera que los valles se encuentran en el borde occidental y atraviesan esa parte estrecha de la isla en toda su  anchura. En estos valles se encuentran dos bellos pueblos, Haría y Magués, rodeados de higueras y palmeras, que no tienen las paredes escarpadas ni los cortes profundos de los barrancos, sin la cual ellos conducirían fácilmente a esta conclusión, que su dirección concordaría con la pendiente exterior de un cráter de levantamiento y que la cadena rocosa sería el muro interior de tal cráter, del que el resto habría debido caer al mar.

En  Haría  y los roques de Las Salinas, en medio de unas capas basálticas se eleva el gran y atrevido volcán de La Corona; forma la cima más alta de la isla y, en el mar, se lo divisa desde lejos. Está completamente  aislado, se eleva a 600 pies sobre la cima de los roques y se halla a 1.750 pies sobre el nivel del mar. Toda la superficie del suelo de los alrededores, así como la pendiente, están recubiertas por una pequeña lapilli negra, de manera que hasta su cima no se encuentra otra cosa. Sin embargo, la pendiente es tan escarpada que sólo se la puede franquear con mucho esfuerzo; incluso no se podía mantener así si en el borde superior, que es el más alto, no hubiera una masa de lavas que se dirige hacia lo bajo a lo largo de la pendiente. A consecuencia de esto, ese borde es tan extraordinariamente estrecho que uno apenas se puede mantener de pie en él y no puede cuando hace viento. El interior del cráter también es muy escarpado y se hunde casi hasta los 500 pies; pero hacia el este, el borde desciende igualmente con bastante rapidez, de forma que la corriente de lava deja muy pronto ese lado oriental para dirigirse a un valle, hacia El Río, y allí se precipita, como una cascada, desde la altura de 900 pies  que existe de la cima a la orilla del mar. Este punto de vista es aún hoy en día de lo más sorprendente y notable. Desde muy lejos, uno se siente impresionado por el aspecto de esa banda árida de lava, que se extiende sobre las capas basálticas horizontales y que todavía conserva los caracteres de un liquido negro que ha corrido desde lo alto hacia lo bajo del declive. La lava se ensancha al pie de los roques y ha alejado notablemente el mar de la base de estos acantilados.