HISTORIA / Alcohol metílico
María Elisa Álvarez Obaya. Asturiana de nacimiento y canaria de adopción. Comienza sus estudios de Farmacia en la Universidad de Santiago de Compostela y luego realiza su Licenciatura en Barcelona. Su primer destino fue Haría en 1963.
Su comienzo fue muy preocupante e intenta hacer su trabajo con independencia.
Por eso su intervención fue muy brillante con una destacada actuación profesional sobre el ron metílico en el pueblo de Haría. Su comienzo empezaron a sospechar en casa de unos vecinos que le comentaron otro caso similar en 1914. Apareció en el norte de Lanzarote una barrica de ron envenenado procedente de Cuba. Su trabajo y constancia le llevó a descubrir los defectos de contaminación que tenía esta bebida.
Sus resultados fueron trasladados al jefe de sanidad de Haría y luego al colegio provincial de farmacéutico de la provincia de Las Palmas dándole los mismo resultados positivos.
Por eso María Elisa Álvarez Obaya decide investigar por su cuenta y comienza por tomar unas muestras de aguardiente en el bodegón de Francisco Pérez Pacheco, ubicado en el pueblo de Haría, del que eran clientes algunas de las víctimas. Las presiones que debió soportar entonces esta joven farmacéutica son fáciles de adivinar. Intentar arrojar luz sobre cuatro muertes ocurridas en una pequeña aldea, sobre las que nadie aventuraba un diagnóstico clarificador, no era sencillo; máxime si las sospechas recaían sobre un producto alimentario. La presión que, en este caso, podrían ejercer comerciantes, almacenistas, mayoristas transportistas... era demasiado fuerte para una farmacéutica interina, que, a mayor abundamiento, era asturiana, de Villaviciosa, y no canaria. Tal vez debió de ser su desazón que incluso hoy, tres décadas después de ocurridos aquellos hechos, sus familiares no quieren oír hablar de nada relacionado con el caso metílico. Hasta tal extremo llegan los condicionantes heredados de aquel suceso que su hermana aún se emociona y llora al recordar las desagradables vivencias, como ha podido constatar telefónicamente quien escribe, durante el trabajo de recopilación de datos para la elaboración de este libro.
Sin embargo, Elisa Álvarez soslayó dificultades y concluyó sus investigaciones en la rebotica de su farmacia: "El aguardiente que vende Pérez Pacheco contiene alcohol metílico", así lo hace constar en un informe que elabora el 21 de marzo de 1963 junto con el médico del pueblo, a la sazón inspector municipal de sanidad de Haría; informe que se remite al ayuntamiento para que lo curse por los cauces reglamentarios al Juzgado de Instrucción de Arrecife, con el fin de que su titular instruya diligencias. A buen seguro, la farmacéutica desconocía la magnitud del descubrimiento y las ulteriores consecuencias que éste iba a traer, y desconocía aún más que su denuncia llevaría a las autoridades hasta Vigo (lugar donde fue embarcado el ron), Orense (donde se almacenaba la materia prima), Madrid (donde se adquiría el alcohol metílico), e incluso a Asturias, su tierra, en donde fue adquirido el primer cargamento de alcohol isopropílico, a partir del cual Rogelio Aguiar comenzó a montar un castillo de naipes que acabó derrumbándose por el peso de los cadáveres.
Elisa Álvarez Obaya analiza las muestras obtenidas de los garrafones y, tras hallar un alto grado de alcohol metílico en la composición del ron (aguardiente)- resultado que posteriormente confirmaría la Inspección Provincial de Farmacia de la Jefatura de Las Palmas de Gran Canaria- decide suspender la venta de este producto en este producto en todos los establecimientos que se dedican este ramo en Haría. Precisamente en la bodega de Pérez requisa un garrafón de 16 litros, del que faltaban aproximadamente tres, y una botella de ron, cuyos contenidos dan positivo al examen de alcohol metílico. Ese mismo día, el juez de Arrecife, Ramiro Baliña Mediavilla, ordena la apertura de un sumario (el 25/63) por un presunto delito contra la salud pública, decide comenzar las investigaciones tomando declaración a los familiares de las victimas, a los expendedores y mayoristas de las bebidas y decreta la exhumación de los cadáveres para la práctica de las correspondientes autopsias.
Elisa Álvarez había dado ya el primer paso, y lo que podría haber magnificado la tragedia en la isla, la venta en su totalidad del contenido del bidón de 16 litros, sufre un repentino frenazo. Entonces el rumor se convierte en hecho constatado y los lugareños recuerdan los sucesos de 1913, año que se produjeron casos similares de ceguera y muerte a causa de algún tóxico que se añadió al alcohol.
Se casó con Alberto Rivero Marrero
-Orden Civil de Sanidad.
En 1965 se le concede la Novena Medalla individual Carracido de España a la "labor científica y humanitaria en Haría de Lanzarote" por la Real Academia Española de Farmacia.
No incumbe aquí hablar del aspecto político y literario de la noticia que transcendió en el pueblo de Haría-Lanzarote (febrero 1963). por "envenenamiento del alcohol metílico" De todas manera es bueno recordar a las nuevas generaciones el motivo de este homenaje que se le atribuye a esta señora después de cuatro décadas.
Se considera como madre del descubrimiento por el descubrimiento del ron con alcohol metílico.