HISTORIA  / Aproximación Hª Haría

 

Fuente:  Lancelot -nº 1020 -- 07-02-2003


Rincón de Aganada

La palmera, la Phoenix Canariensis, es para Haría un símbolo emblemático, un sello de identidad. No se concibe el pueblo sin su palmera. Supone un orgullo para sus habitantes y un atractivo para quienes la visitan.

Por ello cualquier iniciativa que conduzca a su cuidado y protección es siempre bienvenida y recibida con satisfacción.

Este es el caso que nos ocupa. Un matrimonio alemán, cuyo nombre omitimos por expreso deseo suyo, afincado en el municipio de Haría desde hace diecisiete años, ha formado junto a su vivienda, todo en una finca de seis mil metros cuadrados, un oasis de más de un centenar de palmeras, además de otros varios árboles y plantas, tales como higuera, algarrobo, tunera, cactus, buganvillas, etc., que han venido plantando y cuidando con esmero a lo largo de los años, para lo que disponen de una pequeña depuradora con diferentes compartimentos, de donde bombea el agua para su riego. Un ejemplo a seguir.

En diversas ocasiones se ha escrito sobre la admiración que siempre ha despertado el palmeral de Haría, con su singular paisaje, como hiciera Isaac Viera con la «Salutación a Haría» de su obra Aires Isleños en 1921, cantara Santiago Pineda, que recoge Agustín de la Hoz en su libro "Lanzarote", exaltara Ángel Acosta en su reportaje publicado en "Mirador de Canarias" en Febrero- Marzo de 1942 y tantos otros.

Si bien han recobrado su Color con las lluvias de este invierno, la desfavorable situación climatológica de los últimos años ha ocasionado la pérdida de muchos ejemplares, siguiendo perceptible de manera notable en zonas determinadas, como las proximidades del Rincón de Agana-Ladera de los Castillos, la Atalaya, Los Lomos y el Cruce de las Piteras, hoy Rotonda semihundida y desprovista de la visibilidad necesaria.

Nuestros protagonistas, los Señores alemanes, disfrutan de su oasis, con sombra y verdor, y le sirve de cobijo a unos cincuenta ejemplares del "Lagarto de Haría".

En una época en que comienza a saturarse a todos los niveles, de un lado y de otro, en todos los medios, de las opiniones y cuestiones políticas, en un momento en que diversos e importantes problemas, por no decir trascendentes, de todos conocidos, revolotean sobre la Isla (Saturación en Centros sanitarios y educativos, Seguridad ciudadana, Inmigración, Moratoria, Plataformas petrolíferas, etc. etc.), ocuparnos de la palmera es un ejercicio de serenidad, un alto en el camino, como hicieran los autores citados cuando hablaban de Haría como verdadera joya de la naturaleza, hermoso valle, vergel lanzaroteño», entre otros poéticos calificativos.

Nos preguntamos desde Rincón de Aganada si este palmeral y su entorno no merece un cuidado especial desde distintos niveles y una línea de actuación, como forma de incentivar a los propietarios de los terrenos donde se ubican, a semejanza de lo que ocurre con la viña, ya que de la misma manera contribuye a configurar un paisaje especial y determinante dentro de la geografía insular.

Es opinión generalizada por esta zona que el sistema de poda y limpieza que se viene efectuando a las palmeras no es el más adecuado, al menos en esta isla, al quedar desprovistas de la protección que los quince centímetros aproximados de la base de sus hojas, más las esterillas intermedias, les han proporcionado tradicionalmente, manteniendo la humedad y evitando el exceso de calor en tomo al «cogollos, quedando actualmente a merced de las inclemencias del tiempo "cual persona sin camisa al sol y al frío".

Sería interesante que hubiesen un par de personas dedicadas a lo largo del año al cuidado de las palmeras de Haría, en todo su municipio, y no de forma ocasional cada dos o tres años. Su singularidad y la del paisaje que constituyen requieren una actuación realista, pues no cabe duda que "de alguna manera está contribuyendo a que Lanzarote sea Reserva de la Biosfera".

No en vano cabe incluirlas dentro de las medidas urgentes a adoptar, conforme a la normativa de Protección de la Naturaleza, del Medio Ambiente, en cuanto a masas arbóreas y árboles aislados que formen parte de la vegetación autóctona de Canarias.

Se ha escrito de enfermedades de la palmera, de la «Fusarium oxisporum», pero quizás nuestro valle sus alrededores no alcanzan la temperatura adecuada para desarrollar un ataque de este tipo; no obstante "ojo avizor, a los ejemplares muertos", cuyos troncos permanecen en los lugares reseñados anteriormente.

Han hablado también de estrés hídrico, pero seguro que esto no tiene lugar en el oasis del matrimonio alemán afincado en nuestro municipio desde hace diecisiete años, gracias a su atención y el agua que les proporcionan.

El grupo Rincón de Aganada aboga por que se dedique un gran esfuerzo a la conservación de la palmera tan estrechamente ligada a este pueblo y a su historia, y por ello manifiesta un reconocimiento especial a la labor de unas personas que se han volcado en su protección.

 

 

 

 

 

 

 

 


ANTONIO BERRIEL PERDOMO