Resulta que antes había muchas obligaciones de caminar mientras por otra parte, había que hacerlo a pie, a no ser que se contara con un animal de montura en la casa o disponible, como era un burro, un camello, caballo, mulo, u otra bestia de estas especies, porque entonces no había camiones, ni coches, ni motos, ni otros vehículos de motor, y vaya que sólo había algún carro tirado por animales, o si acaso alguna bicicleta.
Las obligaciones en cuanto a la agricultura, había que hacerlas por necesidad, pues era necesario y cotidiano todos los días.
Cuando
había que desplazarse de un
sitio para otro dentro del
Municipio, había que hacerlo
normalmente a pie, por no haber
medios mecánicos y una escasez
de animales.
Antes se hacía necesario ir a la
capital, Arrecife, porque se
necesitaba en ocasiones, algo
que traer para utilidad de la
casa o de la familia, y no
habían medios, y muchas fueron
las personas que se ponían a
caminar para cubrir la travesía,
que ronda los 30 kilómetros, y
eso, caminando eran unas
distancias superiores a la
normalidad de las fuerzas de a
gente.
Pero también se iba a Arrecife,
llevando mercancías en animales
domésticos con burros y camellos,
llevando papas, queso, fruta
pasada, u otro artículo que
fuera demandado en la época,
pero no había más remedio y
había que llevarlos por
necesidad para buscarse el
sustento de la familia.
También había personas que se iban a Arrecife en carros tirados por animales, que tenían como objetivo más bien el hacer mandados bien para allá y también para acá, y de este tipo de personas, digamos que el prototipo era un señor que se llamaba Damián Corujo Armas, que luego ya un poco más tarde se iban en uno de los camiones que se pusieron en el servicio, como los de Martín Reyes Gutiérrez y de Juan González Fierro.
Los vehículos mixtos de transporte a Arrecife, llegaron a finales de los años de 1920, y más bien a partir de principios de 1930, y así se situaron en la carretera Don Martín Reyes Gutiérrez, con la ayuda de su cuñado Don Ventura Acuña Quintero y Don Juan González Fierro, y luego se fueron situando otros, como uno de Don Nicolás Curbelo, conocido por Nicolás Carrasco, luego su yerno Eligio Rodríguez Betancor, y otro de Juan Pérez Betancor y algunos otros posteriores.
También se presentaba el hecho de los soldados que iban a servir a Arrecife, que conseguían permisos de sábados a lunes y estos soldados tenían que ir y venir caminando, pues no había otra cosa, y estos pobres soldados se perdían por las montañas y campos a través que iban atravesando, pues habían algunas veredas que no conocían y el terreno en general les era desconocido y así se caían y levantaban y siempre tropezando, pero estos soldados iban muy contentos con el deseo de ver y saludar y despedir las familias, algunos de ellos siendo ya casados, o teniendo familia a su cargo.
Pero también había soldados que venían hasta de Tinajo u otras partes de la Vuelta de Abajo, y se venían algunos y se iban caminando los fines de semana, y regreso los lunes estar de vuelta.
Aún se
recuerdan personas ya mayores
que venían a trabajar a Haría y
Máguez desde Órzola, o a hacer
mandados y dar recados, y lo
hacían todos los días o
frecuentemente.
También los peones tenían que
hacer grandes recorridos
caminando, y eso para ganar dos
o tres pesetas diarias.