Historia / Retazos históricos

 

 

 

       La muerte ha sido un mito en todas las civilizaciones desde el principio de la Humanidad y cada una la ha entendido de varias formas, al igual que hoy la entienden las diferentes religiones Cristianas y otras creencias humanas o sociales.

     El culto a los muertos de los católicos nace en las deliberaciones del Concilio de Trento, celebrado en esa ciudad italiana entre 1545-1563, para diferenciarse de los Protestantes y otras religiones cristianas que no le rinden culto, porque el alma va al cielo y las personas no merecen más homenajes, además dicho Concilio, estableció el mes de Noviembre como “mes de los muertos” con sus celebraciones de los Tercios en la Iglesia para honrarlos y después el  día 2 de dicho mes como día principal. Pero al dejar de ser festivo ha pasado al 1.

     Durante este mes no se autorizaban los bailes y si los otros pocos espectáculos de la época.

 

LA MUERTE

     Siempre se consideró como una mal, se consideraba esta vida como un “valle de lágrimas”  y después nos íbamos al cielo, infierno o limbo según los méritos que hicimos en nuestra vida; nos esperaba el cielo con sus coros de ángeles, serafines y querubines; el infierno a quemarnos del fuego eterno, al lado de los diablos como Lucifer y después de pagar nuestras culpas nos íbamos al cielo y el limbo para los no bautizados, que era un término medio.

     Cuando la muerte sucedía en el Municipio los familiares, vecinos y amigos acudían a la casa del muerto a velarlo, acompañando a los familiares durante toda la noche, toda la casa se ocupaba porque todos los vecinos del pueblo pasaban a diferentes horas por su casa; durante la noche se obsequiaba a los vecinos con vino.

     Como las casas no tenían la cantidad de sillas necesarias para todos los vecinos, al duelo, se pedían a la Sociedad Casino de Máguez.

    Para que el pueblo se enterara, aunque ya lo sabía, en la madrugada del día del entierro, dos personas tocaban en cada puerta del vecino para indicarle la muerte del vecino y si deseaba acompañarlo, el entierro era a tal hora.

     Antes según la hora de su muerte, el entierro no esperaba 24 horas, como sucedía si morías en la tarde/noche del día anterior.

    Esta costumbre duró hasta entrado el año 1.980, hasta que fueron apareciendo los diferentes tanatorios en el cabeza Municipal y entonces el muerto se le dispensaba los honores en su lugar fuera de la vivienda de los muertos. 

 

 

EL CAJÓN

       Mientras se velaba al cadáver, aparecía el carpintero de la localidad: Manuel Sicilia para tomar medidas y construir el habitáculo donde se depositaba.

           Normalmente era cubierto con tela negra, por fuera llevaba unos adornos según la categoría del entierro, con un precio de 12, 18 y 24 Pesetas según fuera la categoría de tercera, segunda o primera categoría.

        Además, el cajón llevaba colgando unas cintas negras que adornaban, que las llevaban algunos familiares desde su casa al cementerio.

     Si el muerto era un menor de edad, se construía con las mismas características, pero la tela que recubría era blanca y lo normal era que lo acompañaran los niños del pueblo. Del cajón también colgaban cintas blancas, que  eran llevadas por niños desde la casa mortuoria al cementerio.

     En algunos casos que he visto en archivos, el canon de la Iglesia fue superior a la factura del cajón.
 

    

EL CAJÓN MUNICIPAL

      En el Ayuntamiento hubo una cajón para los “pobres de solemnidad” que las autoridades prestaban a los familiares pobres para el traslado desde su casa al cementerio, aquí el muerto se sacaba y se depositaba en el hueco ex-cavado para tal fin y se devolvía a la Municipalidad.

             No recuerdo ver a nadie que lo utilizara, pero sí los comentarios de los padres, abuelos, por lo que pienso que se usó hasta la primera década del 1.900.

 

LAS CORONAS DE FLORES

           Es una costumbre más tardía, debió implantarse sobre 1.990.

 

EL ENTIERRO

    En esa época el traslado al cementerio desde cada pueblo: Máguez, Guinate, Yé, Órzola, Arrieta, menos los de Mala que lo sepultaban en Guatiza, consistía en llevarlo a hombros por sus vecinos hasta el cementerio de Haría.

     Los que morían en la Isla de La Graciosa lo subían a hombros por el Risco de Famara hasta Guinate o Yé, al cementerio de Haría, porque hasta 1955 no tuvieron cementerio e incluso cuando lo tuvieron construido bajo el Mando Económico del Capitán General de Canarias: García Escámez, hasta la muerte de una tal Simeón, persona importante de la época en la isla, que fue el primero sepultado en las afueras del pueblo, a corta distancia.

      En el recorrido desde los diferentes pueblos hubo una crucita construida de piedra y cal donde paraba la comitiva, como por ejemplo la que queda en la carretera de Máguez a Yé, antes de llegar a Guinate, conocido por la “Crucita” algo apartado hoy por el desvío de la carretera cuando se rectificó dicha vía.

     En Haría hay una Cruz a su entrada desde Máguez, conocida además por la cruz, donde esperaba a la comitiva el cura para ir rezando con su Sacristán y Monaguillos con la cruz y otros ornamentos, hasta la puerta de la Iglesia donde se le hacía el responso y después seguía al cementerio con la misma representación de la Iglesia, según fuera el entierro de primera, segunda o tercera.

    Se consideraba un honor para los familiares de los pueblos del Municipio, que el muerto se depositara en casa de un vecino de Haría, y allí acudía la comitiva de la Iglesia.
 

     En las diferentes categorías de entierros el vestuario del celebrante y sus acompañantes no fue igual y si había un entierro a continuación del otro, había cambio de vestuario por los celebrantes.

     Cuando el entierro y la comitiva pasaban delante de una casa o comercio, sus moradores cerraban puertas y ventanas, sin saber el motivo, sé que la opinión que oía era por respeto al muerto.

     Según la categoría del entierro la comitiva de la Iglesia llegaba hasta dentro del Cementerio o hasta una parte del recorrido.

    Por Haría se estableció el coche fúnebre desde 1970 e iba según fueron apareciendo los Tanatorios desde cualquier pueblo del Municipio hasta el Cementerio.

     El pueblo que iba en la comitiva vestía de negro y hasta con corbata negra, si la persona era mayor, lo normal era que fueran los padres y no los hijos de los vecinos. Las mujeres no acompañaban a la comitiva, aunque fueran sus esposos, madres/padres, hermanas/os, abuelas/os.

     Lo Normal hasta sobre 1980 es que el difunto se sepultara en una hueco excavado en la tierra, que una vez dentro de la sepultura los asistentes tiraran tierra, antes se la habían pasado por su boca y la besaban y la tiraran al hoyo, labor que culminaba el sepulturero.

     Aquellos hijos que sentían la muerte de su padre/madre llegaban hasta la puerta del Cementerio y esperaban hasta que terminaba el acto para volver a su casa.

 

LA MISA

        Tenía lugar pasados varios días después de la sepultura, en una misa en el pueblo respectivo, al que acudía casi todo el pueblo.

       En esos días de espera normalmente los más cercanos estaban en su casa y no salían a trabajar al campo, porque no se consideraban bien seguir una vida normal.

       

LOS LUTOS

     Era exigido por la sociedad que cuando moría la persona, vistiera todo o parte de su cuerpo con ropa negra, algunos que no podían comprar ropa nueva, las teñían con tintes de aquel color, y las llevaban durante el tiempo  que exigía la cercanía o lejanía con el muerto: 4 años por el eposo ; 2 años por la mujer ; 6 meses por los hermanos/as ; 3 meses por los tíos/as ; 45 días por los primos segundos y hermanos de tus abuelos.

     Según el Parentesco con el muerto, los familiares vestían todo de negro, un trozo de tela circular en las mangas de las chaquetas o un pequeño trozo en la solapa idem, pero todo hombre llevaba una corbata negra, sea cual fuere su grado familiar con el muerto.

      Además llevaba aparejado los lutos de guardar el tiempo establecido de no ir a lugares o fiestas, en esa época casi en exclusiva era el baile, el cine o los deportes.

      También era costumbre que te volvieran a repetir el pésame cuando con muchos te veían por la calle.

           Durante los tres domingos siguientes al fallecimiento los vecinos visitaban la casa del muerto para acompañarles en su sufrimiento a sus familiares.

           Recuerdo que pararon el baile cuando durante la noche moría algún vecino/a en señal de respeto, cuando en la semana moría alguna persona se notaba la asistencia al baile, ya que los vecinos más cercanos no iban al baile un día.

 

SOCIEDAD

      Cuando el hombre se casaba, lo hacía con traje negro, y esta indumentaria se aprovechaba para la comitiva del enterramiento.

     Al acto que nadie suele faltar es al velatorio o al enterramiento, donde se olvidan los enfados, pleitos y discusiones, aunque en vida no se hablaban, lo criticaran o se hubieran aprovechado.

     Otra característica es que si durante su vida en la tierra, fue criticada por sus maldades, todo cambia con la muerte ¡qué buenísimo fue, etc..!

   El cementerio fue un lugar de respeto y de pasar cerca o vivir en las inmediaciones se miraba para atrás por si algún muerto resucitara, se dio un caso de profanación que lo tengo colgado en mis investigaciones en esta página.