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Fuente: Canarias ilustrada

Año I – nº9 – 1994

 

Pese a que la característica principal del paisaje lanzaroteño es su aridez, existe en el norte de la isla un oasis de vegetación y naturaleza autóctona que no se puede encontrar en el resto del Archipiélago ni del mundo, se trata del municipio de Haría, caracterizado por gozar de un microclima especial, donde se encuentra una flora variada y plagada de endemismos botánicos, derivados de las condiciones de su clima, es por ello por lo que también se le conoce con el nombre de «Valle de las diez mil palmeras.»

Sus elevados tantos por cientos de humedad son los causantes de esta abundante flora encontrando especies tropicales como palmeras, cactus o tuneras, entre otras. Sin embargo, no es el lugar que reúna las características básicas para que se desarrolle una buena y fructífera agricultura, como puede ocurrir en otros municipios isleños, debido a que su orografía es bastante abrupta y montañosa.

Asimismo, se pueden encontrar en su interior unas características orográficas diferenciadoras del resto de Lanzarote, como son el famoso Risco de Famara, donde se ubican las Peñas del Chache, que a su vez es el punto más alto de la isla, o sus playas de arena blanca o las innumerables cuevas y grutas subterráneas.

Por otro lado, no conviene olvidar los mundialmente famosos Jameos del Agua, Cueva de los Verdes o el Mirador del Río. Los tres tienen en común que llevan el sello insular de la fusión hombre-naturaleza, en la que se ha potenciado la creación de auténticas obras de arte.