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La tienda de Juanito de León
Fuente: DiariodeLanzarote.com Octubre 2022
La tienda de Juanito de León sigue intacta, en la calle La Hoya de Haría. Entrar en el establecimiento supone retroceder en el tiempo hasta 1961, cuando abrió sus puertas. Tres generaciones han estado al pie del cañón de la que fuera una tienda de comestibles tan entrañable y característica de Haría. Hoy en día, se siguen asomando los extranjeros para ver sus antiguas y peculiares estanterías, obra del padre de Juanito de León. La familia De León empezó con este legado “para seguir viviendo”, mientras Juanito se colaba detrás del mostrador. La mayor parte de su clientela erala gente del norte de la Isla, que acudía principalmente por la tarde, después de las labores del campo. En aquellas jornadas, comenta Juanito a sus 84 años, permanecían abiertos “hasta las diez de la noche”.
En Haría sí había electricidad disponían de neveras y congeladores en la tienda. Recuerda que lo que más se vendía era el salchichón Felbi, “a punta pala”. “Mucha gente no lo llegó a conocer porque ya desapareció”, dice Juanito. La tienda “daba para ir dando empujoncitos”, señala sobre el establecimiento. Sus clientes acudían con asiduidad y compraban bastante. Los ‘fiaos’ eran también algo característico en la tienda de Juanito, pero se dejaron de hacer porque el periodo de pago, en algunos casos, se alargaba “mucho tiempo” y, en alguna que otra ocasión, no se llegaban a cobrar las deudas. Sus padres, Juan Pablo de León y Benedicta, inauguraron la tienda, y él tomó el relevo. Juanito se acuerda, cuando era pequeño, de las cartillas de racionamiento. Al echar la vista atrás, la evolución de la tienda ha sido “positiva” a los ojos de Juanito y de Teresa Robayna, su esposa. Las baldas de las estanterías estaban llenas de comestibles, ropa interior, entre otros productos textiles, papelería, zapatos e incluso menaje. Juanito también tuvo un molino y se dedicó a la venta de gofio. El paso de los años y la reducción de consumo de “un alimento tan básico como el gofio, que pegaba con todo”, como él apunta, hizo que desapareciera su molino. “Todo llevaba gofio y hasta la gente de La Graciosa venía a buscarlo”, recuerda. Las calculadoras fueron un objeto poco deseado en aquella época. Las personas que despachaban detrás de los mostradores tenían un máster en cálculo, ya que “en aquellos tiempos apenas se utilizaban” otros elementos que el lápiz y el papel, que fueron aliados de Juanito. Recuerda que apuntaba todo en una libretita: los ‘fiaos ‘y las cuentas semanales de los clientes. “Las colas que se formaban aquí en la puerta no eran normales”, comenta Mari Carmen, la nuera. Esta tienda era de las pocas de Haría que tenían productos textiles. “La gente prefería venir aquí a comprar estas cosas, para no bajar a Arrecife”, explica.- ¿Se acuerda de algún precio característico de algún producto?-Una botella de coñac costaba 25 pesetas-, dice al instante, de memoria.
Tres generaciones Otros de los referentes detrás del mostrador de la tienda siempre han sido su madre, su mujer Teresa y, ahora, su nuera MariCarmen. “Se encargaron y seencargan de los productos textiles”, señala sobre tres generaciones que han estado y están al mando de la tienda. Teresa, su mujer, fue profesora del colegio de Haría, pero pasabalas tardes detrás del mostrador porque “de toda la vida “le “gustaba” estar en la tienda, comparte. Tere apunta cómo de pequeña ya le gustaba jugar a ser maestra y dependienta en una tienda. Su madre también tuvo una tienda en frente dela Ermita de San Juan en Haría. “Viene de familia”, dice.- ¿Qué se vendía antiguamente?- La ropa de cama, preparada como regalo para el matrimonio, ropa interior o de bebés era lo que más se vendía antes-, puntualiza. La tercera generación traspasó la tienda de comestibles a la parte posterior, donde la lleva ahora Fabián, el hijo de Juanito y de Teresa. Por esa razón, el espacio de la anterior tienda de aceite y vinagre ha dejado paso a un establecimiento donde se puede encontrar desde ropa de cama, modernas prendas de vestir o calzado. La regenta Mari Carmen, nuera de Juanito, que ha sido la artífice de esta transición. “Tengo los mismos proveedores que tenía mi suegra y son prendas casi únicas, con pocas tallas, para que la gente no repita y de buena calidad. Nada chino”, explica Mari Carmen. La esencia de la tradicional tienda se sigue respirando. El perfil de sus fieles clientes -en su mayoría, gente del pueblo-, no ha cambiado y las nuevas generaciones siguen confiando. Eso sí, el nombre de la tienda se cambiará al de Gabriela Shop, que es el de la única nieta que tienen Juanito y Teresa. Lo que diferencia este tipo de establecimientos tan entrañables con los grandes almacenes es el trato amable y cercano, destacan. “Sería una pena que se echase a perder la tienda. Estamos en familia, mi marido está en el supermercado y yo me ocupo dela tienda”, resume Mari Carmen, que asegura que le siguen llamando clientas para reservar ropa. Mari Carmen agradece que la gente de Haría quiera mantener el comercio local. Por ello, en épocas señaladas para el comercio, como las Navidades, impulsan la compra en el pueblo y no tener que desplazarse. “Es lo que nos motiva para seguir añadiendo productos”, destaca.