INTERÉS >  Fiesta de San Juan

 

 

La relación de San Juan con Haría es bastante antigua, comenzándose a celebrar la festividad en el siglo XVI, año de fundación de la iglesia. Por aquellas fechas, ocho días antes de la fiesta del patrono, las campanas retumbaban en el valle anunciando con ímpetu la fecha esperada. Tal y como sucede en la  actualidad, en la víspera los vecinos de Haría transportaban a hombros al Santo Patrón desde la Ermita de San Juan, que se encontraba en el barrio que lleva su nombre, hasta la iglesia, en el centro del pueblo, donde  el santo permanecía durante ocho días, para luego ser devuelto a su lugar habitual.

La afluencia de visitantes que se acercaban al norte era masiva a pesar de la precariedad de los transportes que circulaban. La hospitalidad era norma inquebrantable entre los vecinos. Cualquier familia acogía a sus huéspedes, poniéndole a su disposición cama y comida para toda la fiesta. En días donde los actos escaseaban, se organizaban excursiones con  el fin de entretener a los visitantes. De esta forma, improvisadas cabalgatas de burro enfilaban su andar hasta el Mirador del Río.

Llegando el día clave, grandes hogueras ardían en las cumbres de las montañas del valle, a la vez que en el centro del pueblo se pretendía la "hoguera mayor", de dimensiones superiores a las restantes, jóvenes y menores jóvenes arremangados, con gran habilidad y ante la admiración de sus convecinos, daban grandes saltos sobre las incesantes llamas.

Como complemento de las fiestas se organizaban actos deportivos que incluían luchadas, juego del palo, y el tradicional "cuarenta y raya". Al mismo tiempo, las representaciones teatrales, tan arraigadas antaño en los pueblos de la isla, constituían un esplendoroso acontecimiento y tenían el objetivo de recaudar fondos para obras benéficas.

En definitiva, fiestas sencillas, como sabor popular, que han perdido muchos de sus símbolos, pero ante lo irremediable, lo importante es que las Fiestas de San Juan están con nosotros una vez más.