Casa - Museo de César Manrique
												
												
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Casa de César Manrique en Haría
Fuente: http://www.fcmanrique.org/menu.php?iM=24
												
												
												
												En 1988, César 
												Manrique trasladó su residencia 
												de Taro de Tahíche a Haría. Se 
												instaló en una vivienda 
												levantada sobre unas ruinas 
												pertenecientes a una casa 
												popular, ubicada en una finca d e 
												11.261 metros cuadrados, que el 
												artista acondicionó y remodeló 
												siguiendo pautas de la 
												arquitectura vernácula de la 
												isla. Aprovechó algunos muros y 
												materiales, pero fiel a sus 
												comportamientos híbridos, 
												incorporó también algún episodio 
												moderno, como el cuarto de baño, 
												que responde a su original 
												concepción de este espacio 
												funcional, ya practicada en Taro 
												de Tahíche.
e 
												11.261 metros cuadrados, que el 
												artista acondicionó y remodeló 
												siguiendo pautas de la 
												arquitectura vernácula de la 
												isla. Aprovechó algunos muros y 
												materiales, pero fiel a sus 
												comportamientos híbridos, 
												incorporó también algún episodio 
												moderno, como el cuarto de baño, 
												que responde a su original 
												concepción de este espacio 
												funcional, ya practicada en Taro 
												de Tahíche.
La casa, de planta cuadrada y rodeada de una amplia huerta con palmeras, constaba originalmente de dos patios interiores, balconada, tres dormitorios, dos baños, dos pequeñas salitas, cocina y salón con chimenea de piedra. Manrique emplea profusamente la piedra y la madera como materiales de referencia.
Tanto la tipología cuanto el espacio y el carácter de esta segunda casa de Manrique son bien distintos a los de Taro de Tahíche. Más íntima, acogedora y convencional, en medio de un antiguo palmeral, la residencia de Haría apoya su personalidad en el buen gusto, las alusiones a la arquitectura tradicional y la interacción pacífica con el entorno histórico y natural, renunciando a la espectacularidad. El artista recicla materiales e integra numerosos objetos descontextualizados, que son mostrados con valor puramente estético.
Asimismo, adosada a la vivienda principal, habilitó un apartamento para el servicio. En el año 1992, inició una ampliación de las instalaciones, que quedó inconclusa a su muerte. Consistía en incorporar al conjunto una piscina colindante al salón, además de una nueva habitación con baño acristalado.
En la finca, el artista disponía de dos piezas arquitectónicas separadas del edificio central, unos garajes y un amplio taller de pintura, semienterrado, de 233 m2.
                                                                   
																	
																	
																	CÉSAR  
																	MANRIQUE
																	 
                                                            
