Carta a D. Enrique Dorta
Fuente: La Voz de Lanzarote- 16-9-94
Por Remedios Quintana
Anoche anotaba su nombre para invitarle a mi próxima exposición de pintura en la casa Colón.
Quería que estuviese ese día con nosotros, como lo estuvo en la última boda de una de mis hijas, a quieil dio el sacramento del matrimonio. Cómo un amigo más. Pero, en este caso un amigo especial.
Lo empecé a tratar en el primer cursillo de Cristiandad femenino que se impartió en Lanzarote.
Luego pasaron los años. Don Enrique fue trasladado a Las Palmas. Siempre que nos encontrábamos era una gran ocasión para hablarnos y contarnos nuestro devenir por la vida.
Haría y toda la isla de Lanzarote llorará su ida de este mundo. Fue un gran sacerdote y una maravillosa persona. Oía a cuantos se acercaban a él. Para todos tenía consuelo.
Cuando de nuevo, desde mi coral, entone el "himno a Haría", que le fue dedicado en un homenaje, se que más de una lágrima resbalará por mi mejilla y recordaré a aquel sacer-dote amigo de tez sonrosada y cabello blanco, que tanto amó a su tierra y a los que le rodea-ron.
Fue un gran sacerdote, una gran persona y un gran amigo. Lanzarote le llora y el Señor con regocijo lo habrá acogido en su seno. Hasta siempre.
