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Fuente: Alternativa Democrática de Haría
Nº2- Diciembre 2001
GENTES DEL RECUERDO-APUNTES PARA NUESTRA HISTORIA
D. Santiago Navarro Morales (NAVARO) 1.920/1.999. 30 años de servicio en nuestro Municipio de Haría.
Corretea en mi recuerdo imágenes libres. En ellas, como los gorriones al estallido del primer volador, corren despavoridos los chinijos mataperros al grito de "que viene Navarro". No hay terror en sus ojos, ni miedo en sus miradas, ni siquiera apariencia de susto en su alegre revoloteo. Yo diría que reflejan en sus rostros cristalinos, una alegre complicidad; niños y municipal saben del juego y se prestan gustosos a él. Es esta una imagen, una foto que ilustra mi recuerdo de infancia, tal vez colectivo, que se me enreda en tenues brumas de tiempo.
Pero hay otras fotos, otras imágenes que a buen seguro pertenecen al recuerdo colectivo de nuestro municipio, a la historia por escribir que nos pertenece. Es la foto del HOMBRE, así, con mayúsculas, la del municipal humano que en moto o en bicicleta recorría los pagos del municipio repartiendo, en jornadas sin medida, la correspondencia oficial, documentos que su responsabilidad no le permitía el descanso hasta que fueran entregados a su destino, o cobrando los recibos de aquella luz que a las once y cincuenta daba el primer aviso a las once y cincuenta y cinco el segundo y a las doce nos dejaba en las tinieblas de un tiempo que ya parece olvidado, que ya parece que nunca fue nuestro. La foto del hombre que acompañaba a sus casas, a quienes en desmedida manifestación etílica perdían el horizonte de la realidad, a veces pagando de su propio bolsillo el taxi, o llevándoles a dormir la fiesta de Baco en los bajos de la escalera del Ayuntamiento, evitándoles el encuentro con Los Civiles, más intransigentes, menos humanos.
Quienes le conocieron, arrojan flores a su recuerdo humano, de hombre que supo conciliar el cumplimiento de un deber con el ejercicio siempre preciado de la amistad. Apreciado por sus compañeros, por sus convecinos, aún nos parece verle alborotando a los chinijos que subidos a los árboles de La Plaza persiguen a los gorriones, y como los gorriones, se alejan revoloteando en ese juego tierno, en la memoria, EN NUESTRA MEMORIA, una memoria que debería estar escrita en el lenguaje intemporal de la historia, para que así, su recuerdo no se enrede en las profundas brumas del tiempo.