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Nacido en contacto con la agricultura, la lanzaroteña, difícil, esmerada y bella como pocas.
Su inquietud le lleva a iniciar un largo periplo por varios países europeos entre 1974 y 1983. Reside en Alemania hasta 1977, y después en Dinamarca. Visita otros países nórdicos, dedicando especial atención a los jardines y museos de todos ellos. E. Lange le enseña a descubrir los bellos rincones de un jardín.
Ya en la isla cultiva helechos, acogiendo con escepticismo y desconocimiento los primeros ejemplares de cactus que le obsequian. Pero llega a interesarse de tal modo por dicho grupo de plantas que ingresa en 1979 en la sociedad especializada: "Cactáceas y otras suculentas", lo que le permite relacionarse y compartir experiencias mediante encuentros y revistas periódicas. Poco a poco incrementa su colección particular hasta superar las 400 especies diferentes de cactáceas.
En 1983 regresa a Lanzarote. En esos años explora con amigos, especialmente Alejandro Perdomo, la flora silvestre de la isla. Los paseos dan a conocer su afición por los cactus y, junto a Estanislao González, se integran en 1988 en la administración insular para desarrollar el Jardín de Cactus.
César ya conoce a Guillermo. La relación entre ambos durante la construcción, diseño y plantación del Jardín hace inevitable la mutua confianza. Ambos ceden parte de sus colecciones particulares al Jardín. César mismo inició la costumbre de reclamar a Guillermo, el jardinero, para resolver una u otra duda sobre las plantas, sobre la negra arena.
