PERSONAJES > Román García
La academia de las ciencias nombra al practicante Diplomado de Honor
Fuente: Canarias7.es
13/06/2007
Lourdes Bermejo / Arrecife (Lanzarote)
La Academia de las Ciencias e Ingenierías de Lanzarote rindió ayer homenaje a Román García Martín, Román el practicante, como es conocido por varias generaciones de pacientes. El sanitario rememora los días en que los enfermos pagaban en especie, «muchas veces de más valor que el dinero».
Muchos cuarentones se acuerdan de Román el practicante como una especie de coco. No era plato de gusto ir a su consulta a recibir un pinchazo. «La mala fama me la dieron las madres, que para que el niño comiera le decían, que llamo a don Román».
Este octogenario en activo, «aunque
ya sólo con los amigos», recibió
ayer un homenaje de la Academia
de las Ciencias e Ingenierías de
Lanzarote, que preside Francisco
González de Posada. Al
protagonista parece hacerle
mucha ilusión este
reconocimiento, segundo que se
le da, tras el de la Federación
Puente de las Bolas, de hace
unos años. «Román García se ha
hecho acreedor a integrarse en
la Academia en la Sección
Ciencias de la Salud y como
diplomado de honor, por ser una
de esas pocas personas que da su
vida por la vida de los demás»,
explicaba ayer González de
Posadas. A sus 85 años, Don
Román ha sido testigo del
desarrollo de la sanidad en la
Isla. Comenzó de chico de los
recados en la farmacia de
Tenorio en el ya lejano año de
1939. Pronto demostró su
diligencia y paso a atender el
mostrador.
Tras el servicio militar en Sidi Ifni, donde cursó los cuatro años de Bachillerato que le permitieron cursar la diplomatura de practicante en Cádiz, Román siguió ayudando a Tenorio y montó, con su ayuda su primera consulta, al lado de la farmacia. «Don Rogelio se enfadaba porque la gente preguntaba ¿Es ésta la farmacia de Román?». Tras establecerse ya por su cuenta en 1965, Don Román se encargó de tantos partos, que al final se le adscribió como ayudante de ginecología del Hospital de Lanzarote. «Sólo he tenido un disgusto profesional en mi vida, fue en los 60, cuando una señora trajo al mundo un bebé muerto. No sabía cómo decírselo a la madre», dice este practicante, coetáneo de Agustín y José Molina o Miguel Núñez.
Ejercer en el ámbito sanitario en los precarios años anteriores al desarrollo económico tenía muchos inconvenientes, pero también alegrías. «La gente te pagaba en especies, pero muchas veces tenían más valor que el dinero contante y sonante». De todas formas, Román era bastante desprendido. «Me denunciaron por no cobrar la minuta oficial del Colegio, pero se me absolvió, declaré que, si no dejaba en muchas casas un sobre con dinero para ayudar, es porque no lo tenía». Una frase que resume la personalidad altruista de este sanitario al que tanto temieron los niños.