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Fuente - Canarias7 ( 11-11-2013 )
En recuerdo de Armando Socas López
Natural de Haría, Lanzarote, nació el 13 de abril de 1930. Realiza sus estudios de Medicina en Santiago de Compostela, donde conoce a la que más tarde sería su esposa, Ma de la Cruz Malvarez Fiuza. Contraen matrimonio el 6 de mayo de 1960.
Tenía muchas aficiones, en especial la pesca (en Arrieta), también jugar el dominó, las cartas y charlar con los amigos del pueblo en la plaza del mismo.
Terminada la carrera ejerció en Haría, después en Tinajo (un año en cada municipio). Siguiente destino: La Isleta (tres años).
En Mogán permaneció nueve años. Cuentan los pacientes que no les cobraba, ellos lo hacían en especie: gallinas, huevos, quesos, etc. También en dicho municipio actuó como forense.
En Mogán le hicieron un homenaje sus pacientes, amigos, compañeros y familiares. Lo destinan a Cardones, y al quedar vacante la plaza en Aru-cas, se instala en 1973, donde tuvo despacho particular y Seguridad Social (también fue médico de A.P.D.).
En Arucas, no podía ser menos. Don Carlos Ma de Cos y don Fernando Martín redactaron unas líneas que han llegado a mis manos y que no tienen desperdicio. El homenaje que le hicieron en el Mesón de la Montaña de Arucas el 19 de mayo de 1995 fue muy concurrido: compañeros de profesión, amigos, autoridades municipales, con asistencia de alcaldes y muchos pacientes, etc.
Empieza el citado escrito: «Con admiración de otro médico». Destacan los citados don Carlos y don Fernando en el homenajeado dos palabras: «Sacrificio y abnegación».
La familia de don Armando Socas López estaba compuesta por ocho hermanos (cinco varones y tres hembras), siendo él el quinto. Su familia se traslada a Las Palmas. Estudia en el Corazón de María estudios elementales y bachiller. Decide estudiar Medicina, influido quizá porque tres tíos, hermanos de su madre, así lo hicieron. Su hermano mayor hizo Farmacia.
Terminada la carrera hizo la milicia universitaria en La Coruña. Sus estudios se vieron truncados, pues él quería hacer cirugía, por culpa de un dupuytren en su mano derecha, pero se sobrepuso a ello.
Asistió también a partos, sin guantes, sin luz, etc. También hizo de traumatólogo y donante de sangre. Estando en Mogán pasaba consulta un día a la semana en Veneguera. Lo hacía en su furgoneta Hillman. Cuando regresaba, la furgoneta parecía la de un vendedor ambulante, más que la de un médico. Venía con quesos, huevos, gallinas, pollos, sacos de papas, cabritos y un largo etc.
«En Arucas, después de 22 años de estar entre nosotros, le ha llegado la hora del descanso meritorio. Para nosotros, sus compañeros, fue el gran apóstol de la Medicina, y sobre todo, su gran abnegación y tantos y tantos sacrificios que ha hecho a lo largo de toda su vida profesional, para el bien de los que le rodeaban». Terminan el citado escrito don Carlos Ma de Cos y don Fernando Martín deseándole que la jubilación no constituya para él el final de su carrera, sino que sea el comienzo de una nueva vida llena de alegrías y satisfacciones, y que disfrute de ese descanso y tranquilidad de la que se ha hecho merecedor. Los allí presentes y ausentes le hicieron numerosos regalos, como premio a sus sacrificios.
Conocí a don Armando nada más llegar a nuestra ciudad y comprendí enseguida que era un gran médico, pero sobre todo una gran persona. Al igual que hice una gran amistad con toda su familia e igualmente con don Carlos Ma de Cos y familia.
Desde la humildad y el cariños que profeso a ambas familias, decirle a todos los familiares de don Armando Socas López, igual que le dije a Clorinda y familia, que don Armando puede estar orgulloso de todos sus hijos, hija, nietos y nietas, y de un modo especial de su inseparable compañera, Ma de la Cruz Malvarez Fiuza. Termino: además de un gran médico, una gran persona, con carácter, el que da la tierra conejera.
A toda la familia Socas López, y Socas Malvarez, un abrazo muy grande y que no duden en ningún momento que él tiene un hueco bien merecido junto al Altísimo.