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Entrevista: Juan Valenciano maestro de toda la vida
Durante 46 años impartió clases en la escuela
Por Gregorio Barreto Viñoly
Fuente: Lancelot. Especial Fiestas de San JUan
nº 265 / 25-06-88
Orgulloso de haber estrechado personalmente la mano al poeta Unamuno y al propio General Franco, Juan Valenciano Curbelo, maestro nacional de toda la vida es una institución viviente. Sus años de docencia y sus tímidos pasos políticos le otorgaron una experiencia sólida que hoy nos descubre. Tuvo siete hijos y todos son maestros, como su padre, cosa que le satisface plenamente. Ahora, retirado a la tranquilidad del palmeral de Haría, dedica su tiempo a la lectura y las tertulias.
- ¿Nos cuenta su vida profesional?
- Yo estudié la carrera de maestro, interno en el colegio de la Soledad en Las Palmas de Gran Canarias y acabé los estudios cuando contaba 19 años.
Luego, la plaza que desempeñé fue La Oliva en Fuerteventura, donde tuve ocasión de saludar personalmente a D. Miguel de Unamuno, que se hallaba desterrado en esta isla, coincidiendo con la dictadura del General Primo de Rivera allá por el año 1923, cuyo encuentro se produjo concretamente en la salita del Cura Párroco de entonces Francisco Betancort.
Tuve que dejar la escuela para cumplir el servicio militar y menos mal que me anoté como soldado de cuota, que no significaba una redención, pero si una reducción del tiempo. Antes se servían tres años generalmente, pero yo pagué 2.000 pesetas y me redujeron por ello el tiempo a sólo cinco meses. Otros pagaron 1.000 pesetas y se le redujo el tiempo de servicio a un año.
Luego pasé a Máguez en calidad de maestro interino, donde sólo estuve un curso cuya escuela estaba en la calle Tahoyo, en casa de Lorenzo Figueroa. Tengo la satisfacción de ser el primer maestro de niños que ejerciera en dicho pueblo.
Después estuve en Teseguite, Arrecife, Haría y Máguez otra vez en el año 1958. Ya en 1963 me vine definitivamente a Haría, donde me jubilé.
46 AÑOS DE MAESTRO.
-¿Cuántos años sumó al jubilarse?
-Entre interino y propietario sumé nada menos que 46 años al jubilarse.
-¿Qué tal le cogió la jubilación?
-Puedo decirte que el hecho de la jubilación me produjo el mayor disgusto de mi vida, ya que después de 46 años de servicio y 70 de edad, que le digan a uno <>, eso no lo pude soportar al principio, ya que me consideraba todavía un hombre capaz para seguir desempeñando una escuela. Ya después me fui haciendo a la idea y cultivaba un huerto, lectura y otras cosas en qué emplear el tiempo.
LOS SIETE HIJOS HICIERON LA CARRERA DE MAGISTERIO.
-¿Todos los hijos quisieron ser maestros como su padre?
-Si, efectivamente, tuve siete hijos y todos quisieron e hicieron la carrera de Magisterio. Por otra parte tampoco tuve posibilidades para más, si bien para el más pequeño, como ya me hallaba más desahogado, tuve la ilusión de que cursara una carrera universitaria, pero quiso conformarse de maestro.
-¿Qué tal le fue económicamente a sus siete hijos con un sueldo de maestro como único ingreso?
-Tengo que decir que lo pasé bastante mal, porque tenía que sufragar el coste que me suponía tener al mismo tiempo dos y hasta tres hijos estudiando la carrera, y con el sueldo sólo no podía soportar esta carga. Para hacerle frente tuve que coger dinero prestado y vender varias fincas.
-¿Es verdad lo que se llegó a comentar en su tiempo en el sentido de que algún amigo llegó a aconsejarse que no vendiera fincas, que así se iba a la ruina?
-Sí, efectivamente, alguien me sugirió en ese aspecto, pero yo dije muchas veces que mi ilusión era la de sacar a todos mis hijos adelante de manera adecuada y que la mejor finca que podía dejarles era el proporcionales una carrera, a costa de los sacrificios que pudiera soportar.
VIO A UNAMUNO, ALFONSO XIII Y FRANCO.
-¿Conoció a algún personaje de relieve en su vida profesional?
-Como dije antes, conocí a Miguel de Unamuno en la Oliva en el año 1923, pero de mi niñez también recuerdo, aunque poco, de la visita por el Rey Don Alfonso XIII en el año de 1906, cuando sólo tenía cinco años. También saludé al General Franco en Arrecife en el año 1950.
-¿Podría destacar algo de algún compañero bien como anécdota o de otro modo?
-Puedo decir que guardo un grato recuerdo del Maestro Benito Méndez haríano de nacimiento, con el que me encontré en Las Palmas, estudiando, aunque él terminaba y yo empezaba. Destaco de este hombre que era un gran calígrafo y dibujante, hasta el punto de que lograra unas copias de mejor calidad que sus originales.
También conocí bastante bien a otro buen maestro, como fue José Fornas Sánchez, que ejerció en Máguez, al que su carácter fuerte y tendencias políticas le trajeron algunos problemas, pero puedo decirte que en el personal, cuando al final ya tenía menos amigos, yo seguí siendo uno de ellos. El era un poco menor que yo.
-¿Usted llegó a estar metido en política?
-Sí, aunque poco, en principio de los años 50 fui concejal y primer teniente de alcalde con Mariano López Socas y también fui en igual época, consejero del Cabildo, en cuya ocasión saludé personalmente al General Franco en el año 1950.
Por otra parte, en el año de 1960, con motivo del cese de Mariano López Socas, se me ofreció la Alcaldía, pero yo la rechacé por no interesarme ya la política.