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HARÍA, UN PUEBLO PARA VIVIR.
Querido pueblo de Haría:
Habiéndoseme ofrecido la dignísima oportunidad de pregonar nuestro pueblo, lo hago como el momento en que, abandonado el cómodo rincón de ensoñaciones personales, me sitúo frente al colectivo en el que se asienta mi identidad y referencia, haya sido cual fuere el despliegue de actividades y participación fuera de este espacio humano y natural.
Como si de un rito de iniciación se tratara en el que se me invita y se considera mi voz en la construcción de nuestra casa común.
Tal distinción me señala, da signo, y hace partícipe de iniciativas y sugerencias, y me llena de una responsabilidad y orgullo especiales junto a mis mayores:
Es el ejercicio de salir de casa, andar la calle y acercarse a la plaza donde el hombre se hace pueblo.
Antes, mucho antes que los sistemas políticos fueran cauce de expresión de voluntades contenidas, siempre el pueblo supo encontrar en sus múltiples rituales sociales la manera de integrar y hacer valer a todos y cada uno de sus hijos.
LA INFANCIA: PATRIA COMÚN DE LA MEMORIA
Expresándome en voz del poeta:
“Te guardaré, infancia mía,
en lo más hondo de mí,
para que el hombre
que está al acecho
no pueda dañarte.
Has de ser tú
quien endulce su llanto
en las noches tristes”.
Es la infancia la patria común de la memoria, el sano cobijo de la percepción más original, el primer recién estreno de nuestros ojos al exterior, y ese ejercicio los harianos lo hemos hecho en el marco geográfico incomparable de una cuna natural, un vale, un cuenco amigo, y en el marco humano de unos hombres y mujeres sabedores del cuidado de la vida.
Con el estigma de este pueblo me ha tocado vivir en otros lugares estando irremediablemente obligado a expresarme, compararme, valorarme, respecto de mis orígenes: punto de referencia, piedra inmóvil a la que llamo sin rubor porque tengo en ella la respuesta más fiel, el baluarte de mi autenticidad.
Desde este sentir me acerco convencido de hablar un lenguaje común a todos mis paisanos: a los que han seguido día a día en el esfuerzo de hacer de este pueblo un lugar privilegiado y acogedor, como a los foráneos que sorprendidos por este valle y atrapados para siempre, comparten su vida de convecinos, como a los que dispersados en auténtica diáspora se acercan en estos días festivos buscando en éste, nuestro espacio, ver, oír y tocar ese lugar común de la memoria que es Haría.
CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO INSULAR
En la historia remota de Lanzarote, antes que ningún hombre soñara hollar su lomo áspero de volcanes, nuestra isla fue pregonada por la mar y el viento: un pregón de piedra y agua, de partituras de aire en soledad.
En la mágica construcción de su firme, cuando asomó su cabeza de entre las aguas, afirmó su presencia con acento singular. Desde entonces y aún, continúa ese diálogo permanente de tomar y ceder configurándose día a día como un verdadero ser vivo.
Puesta de pié sobre sí misma no renuncia a sus orígenes, mostrando al desnudo su instinto, su vocación de nacerse.
Este es el escenario común a todos los conejeros. El redil donde se ha amantado nuestra sensibilidad. El configurador de nuestro hacer y nuestro percibir.
Somos los lanzaroteños el resultado de una relación profunda con nuestra isla.
HOMBRE E ISLA
Y el hombre ocupó la isla.
Adentrarse sigilosamente, aventurarse a ella. Domesticar y domesticarse. Hacerse uno a la medida del otro. Renunciar para ganar ambos: adaptarse. Hacerse acomodo y acomodar. Este es el ejercicio cultural en un sentido pleno profundo.
Nuestro hombre ha ido escribiendo una singular escritura de siglos en el paisaje: su particular manera de ir descifrando las claves de su supervivencia. Ordenando y ordenándose. Dando sentido al espacio. Ubicándose a su imperio.
Haciéndose paisaje el hombre mismo sin violentar ni violentarse. Hecha a la medida del hombre, en este solar hemos ido desarrollando las más variadas y complejas actividades, construyéndonos como un ser polivalente capaz de simultanear respuestas a acciones diversas, todas ellas, orientadas a la explotación del recurso más insospechado que permitiera una supervivencia digna.
Ese elaborar respuestas, estrategias frente a un medio concreto ha sido y es el gran aporte de inteligencia y saber colectivos. Es nuestro mayor patrimonio, nuestra mayor riqueza.
LECTURA CULTURAL
Hasta épocas recientes Lanzarote pasó desapercibida, alejada y lejana. La estética de lo verde frente a lo árido, lo húmedo frente a lo seco, la hizo hostil a los ojos profanos. La primera lectura de quienes se acercaban con una sensibilidad orientada, poco o nada le decían nuestros paisajes.
Fue necesario zambullirse profundamente en nuestro quehacer colectivo para dar una nueva interpretación, una segunda y más sutil valoración. Aquella que expuesta a los ojos de todos, por obvia, parecía ausente:
¡Tal ha sido y es la magnitud del hacer del conejero!
Se hace obligada referencia en esta manera de haber percibido la realidad de nuestro hombre, la inmensa figura de su hijo predilecto y vecino de Haría, Cesar Manrique.
Auténtica pupila auscultadora de la verdadera caligrafía cultural de nuestro pueblo.
En un retozar sin desmayo, investigó elementos de la inteligencia colectiva, y trascendiendo lo cotidiano al rango de arte -verdadero oficio de todo fiel artista- dimensionó el quehacer anónimo. Haciendo posible que aquello que se forjó el duro sol de las faenas, sea hoy el espectáculo del ocio y el descanso.
Tiempo se tardó en comprender que a la ausencia de comunidades vegetales mayores, nuestro hombre respondiera con una verdadera geometrización mineral del espacio creando una alternativa mineral frente a la vegetal:
Hallando recios bosques de piedra en los malpaíses.
Sustituyendo el oficio de carpintero por el de labrante, el instrumento del cepillo por el cincel.
Expresión materializada en los versos:
“Bosque subterráneo y oscuro
donde es cincel el cepillo
y labrante el carpintero.
Donde poner en pie
es horadar el firme.
Arquería áspera
de remotos sillares solidarios.
Extenso ramaje ígneo
por donde asciende tu sabia cuajada.
Rodajas pétreas.
Arboleda de luz y piedra”.
Y desde aquí reclamo conocimiento a un oficio que ha embellecido el espacio insular: el oficio hábil de los maestros de la piedra, que con eficaz ordenación y saber han construido y construyen tan singular geometría volcánica.
HARÍA, UN LUGAR PARA VIVIR
Hoy, el foráneo que visita Lanzarote bien pronto vuelve sus ojos, perplejo a lo que se ofrece en rededor, ignorando que la isla aún le guarda, allá en el Norte, la auténtica supresa incrédula: este hoyo de verdor engastado entre volcanes.
La retina se fija en un escenario que le rapta y le lleva de la mano como a un niño distraído.
La solidez del paisaje habla de la solidez de sus hombres, donde a lo largo del tiempo han hecho de este valle un anfiteatro natural, un gradería vegetal expectante.
A vista de pájaro podría decirse que Haría es un niño dormido en un valle que recuesta su cabeza en el cabezal de sus cumbres y tiende sus piernas en el mar.
El hariano atado al cordel que la vida vegetal exige se ha educado meticulosamente, al ritmo del reloj de las estaciones. Prevedor y estoico. Esmerado y alerta, ha sabido con auténtica renuncia de vida de espartano, cuidar de sus hijos, ayudándoles en la construcción de un futuro abierto y enriquecedor.
Ha sido y es Haría, no sólo norte geográfico sino también norte cultural, atalaya, foco irradiador de cultura. Avanzadilla, pionera en una sabia exploración de los recursos turísticos.
No es casual que las primeras actividades para el desarrollo del sector se aventuraran dentro de nuestros excepcionales espacios naturales. En éstos, Manrique, esmeró, ilusionado el inicio de la singladura de la calidad y el buen hacer.
Haría puede hoy con el acumulo de experiencias de otros municipios de la isla evitar aquellos elementos que distorsionen un verdadero desarrollo sostenido, prescindir de prisas innecesarias ni ambiciones desmesuradas que puedan mutilar nuestro entorno e idiosincrasia: acciones hipotecantes de futuro.
Ahora, muchos vuelven sus ojos hacia el Norte. Eligen nuestro municipio como lugar para vivir. La calidad mediombiental, el calor de nuestras gentes, el ritmo sosegado, el ambiente sereno es invitador a la vida, al descanso y a la creación, así lo entendió y materializó nuestro universal artista, marcando una nueva orientación, un nuevo modelo posible en este municipio, reducto afortunado y síntesis paisajística y humana de la isla.
CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA
Los distintos cambios de orientación económica en la historia de Lanzarote y de nuestro municipio hizo de forma natural que un conjunto de actividades fueran abandonadas, quedando nuestra geografía salpicada de vestigios que aún no han sido integrados y que son fuente viva de investigación, pudiendo constituirse en elementos de estaciones de un itinerario histórico y de recursos.
Es el ejercicio dignificante y restaurador de nuestro pasado, homenaje del quehacer de las generaciones que nos han precedido y oferta para el visitante, invitación a una mejor compresión de la acción del hombre en el medio.
Espacios como unas Salinas, el jardín marino, que nos pueda permitir afirmar como al poeta: “yo soy de una tierra donde nieva en verano, en el mismo corazón del agosto”.
La restauración de los caminos de herradura, sendas abiertas al conocimiento real de nuestros valores paisajísticos, complementos sugerentes de un verdadero anfitrión.
Ausente en este municipio está el molino, juguete del viento, quien ha modelado la inmensa actividad en la isla. Quede presente y vivo en su voltear de brazos y trapear de lona.
La otrora pujante actividad de la cal, aglutinante que amasó ilusiones, abajo, en Arrieta.
La apertura del Jardín Botánico en plena actividad que ofrezca guías interpretativas de la gran riqueza florística de la zona Norte, visitada continuamente por consumados especialistas en la necesidad de hacer acopio de nuevos datos “in situ”, sorprendiéndonos en ocasiones con nuevos descubrimientos para la ciencia de alguna especie vegetal.
Aulas de la naturaleza como apoyatura educativa a los escolares que posibiliten la garantía de una educación sana.
El Museo Etnográfico que nos falta, donde se recoja no sólo la amplia y generosa riqueza artesanal, sino la amplia variedad de aperos y trabajos agrícolas, pesqueros y ganaderos.
La presencia de material etnográfico colgado en la gran mayoría de establecimientos públicos asociados al sector turístico, es el afán espontáneo de querer mostrar nuestras señas de identidad como reclamo al visitante.
Esta dispersión descontextualizada y sin lecturas adecuadas exigen una rápida intervención que aglutine esfuerzos orientados a la creación de esta Entidad.
No tiene, le falta a Haría, la ilusión de una fuente. El brinco del agua que rezuma sus pozos, agua a escondidas y a oscuras, invitada a ser carne melodiosa en las mañanas en un rincón del pueblo donde los niños a corro puedan alegrar más aún sus voces infantiles.
Sí tiene Haría y en abundancia una sólida historia y un lugar de privilegio en la memoria insular.
Sí tiene Haría y le sobra capacidad e imaginación a sus hombres para proyectarse hacia el futuro de forma ordenada y creativa. En estos últimos años, la isla ha sido visitada por ilustres personajes, primeras autoridades nacionales e internacionales. Elegida como lugar propicio para el recreo y el descanso, lo que le ha dado aún mayor proyección mundial. La propuesta de declaración de Reserva de la Biosfera nos hará entrar de lleno en los circuitos de los mejores y más codiciados espacios protegidos del Planeta. Ello nos obliga y exige redoblar la responsabilidad para mostrarnos y mostrar nuestra casa. Estando parte de nuestro futuro en la conservación y recuperación de nuestro pasado.
LA FIESTA
A las puertas del verano, cuando el alisio remonta el impresionante tobogán de Famara, envolviendo y encantando nuestro pueblo, invitamos y aguardamos a todos.
San Juan, la Fiesta general, la gran fiesta del solsticio de verano, la fiesta sincrética donde lo pagano y lo religioso se funden: nuestra fiesta.
La plaza ancha, bajo los laureles verdes nos convoca una vez más a la risa colectiva, liberadora, al juego y a la diversión: al encuentro reconfortante.
Jubiloso invito a todos y cada uno de mis paisanos a poder afirmar:
Hoy que mi cintura es más alta que la calle
y el cielo baja a acariciar mi frente
he bajado a la plaza en busca de mi plaza.
Buscando mis sentimientos entre los sentimientos
he bajado a la calle en busca de mi calle,
esa calle, casi mía, que hace más humano mi rostro.
¡Felices Fiestas de San Juan!