PREGONES DE HARÍA  >  Índice

 

 

            Excma. Ilustrísimas Autoridades. Querida familia. Amigos todos. 

Sean mis primeras palabras  al Sr. Alcalde, sobrino y amigo, Pepe, de gracias por sus expresiones de presentación ante ustedes y por el cariñoso e inmerecido  perfil sobre mi vida profesional y mi obra. 

 Finalmente, mi gratitud también a todos ustedes presentes en el escenario de esta bella plaza dando calor  color y realce a este acto.

Quiero agradecer públicamente a la Corporación Municipal y a su Alcalde Presidente, como ya lo he hecho en ocasiones anteriores,  si bien hasta ahora, en que llega mi jubilación, me ha sido imposible asumir tal honor por la absoluta incompatibilidad de su fecha con mis obligaciones profesionales, el honor de haber sido elegido pregonero para las fiestas de San Juan de este año, pues bajo ningún otro pretexto yo habría incurrido en la insensatez de subestimar la honrosa oportunidad de comentar las fiestas patronales del pueblo que me vio nacer una luminosa madrugada de luna llena del mes de marzo, precisamente a muy poca distancia de donde celebramos este acto, para más detalles Calle Fajardo, frente mismo a la sacristía  de nuestra histórica y bella Iglesia de tres naves destruida parcialmente como consecuencia  de un temporal en febrero del año 1956, y emplazada exactamente en el mismo lugar en que se encuentra la actual al no haber sido posible o económicamente factible su reconstrucción, y junto a la cual transcurrió gran parte de mi niñez y adolescencia. Y, asimismo,  a los pies de esta plaza, testigo silencioso de diversos avatares en la historia de este pueblo,  entre ellos el incendio del 13 de mayo de 1904 del Ayuntamiento, sito entonces ahí enfrente, en  edificio de la esquina,  que destruyó los archivos de Haría y nos despojó de gran parte de nuestra historia y de nuestro pasado más remotos.

 No obstante, como veremos, el  pasado más próximo nos habla del interés de Haría por la cultura, el estudio y el saber.  

Es tradicional en el pregón  recitar el pasado de las efemérides, la vida del Santo que conmemoramos, la historia del lugar. Es una forma de acercarnos a nuestra historia, de aprender de nuestro pasado y así proyectar nuestro futuro. Es grato para todos recordar viejos tiempos. Traer a la mente vivencias que han marcado parte importante de nuestra vida. De la vida de nuestros padres y abuelos. Los buenos recuerdos no son para saborearlos solos, sino para compartirlos.           

(El pueblo para muchos de nosotros, en nuestra infancia y para otros entonces adolescentes, ha sido un mundo para los que vivíamos en él. Cuando pocos salían de él  apenas para hacer el servicio militar y para poco más,  el pueblo tenía la hondura cultural que ha creado siglos de tradición oral, de refranes, de dichos acumulados, de hechos vividos con densidad dramática y repetidos en familia en las jornadas hogareñas de nuestro frío  invierno ).

Me dirijo a vosotros, en esta noche, como pregonero de las Fiestas de S. Juan  de este año y quiero hacerlo desde la sencillez y sobre todo con humildad, reconociendo mil orígenes de los que siento muy orgulloso. 

Por detrás de tantas horas, días y años de trabajo, formando historia de un pueblo están muchos, y unos rostros que dejaron su juventud, su salud, todas sus energías en una entrega escondida para hacerlo grande y conocido. Hacemos memoria de quienes han estado y no están, y, especialmente, de  algunos fallecidos en la plenitud de sus vidas, en la memoria de todos,  a algunos de los cuales se les va rendir hoy homenaje, y que quiero imaginármelos acompañándonos en este acto y ocupando lugar preferente en los asientos de esta plaza. Amigos y familiares. Yo mismo recuerdo a aquellos maestros, sacerdotes educadores, a vuestros  padres y abuelos, personas inolvidables, admirables, severos unos y cumplidores todos, con saberes reales y voluntad de transmitirlos, y de quienes en mi frecuente trato con ellos tanto aprendí. Los de mi generación  nunca podremos renunciar a lo que ellos supusieron en el inicio de nuestra existencia.   

Los primeros años  de la infancia dan a cada hombre y a cada mujer las categorías con las que encuadra el resto de la existencia. Muchos de nosotros somos herederos de la cultura del hombre pobre que se sabe cercano y solidario de su prójimo, porque ambos dependían de la tierra, del servicio de todos en el bien,  herederos de la cultura de la piedad canalizada en el amor de padres y de prójimos, rechazo del desacato y de la insolencia, herederos de la cultura de la sobriedad  y del señorío, herederos de la cultura del ocio y de la diversión, sin ofender a nadie, persones sencillas, trabajadoras, nada retorcidas, ni conflictivas, muy abiertas a la generosidad y amantes de una convivencia educada.

Estos son los valores del pueblo en que me engendraron, en el que yo y tantos otros crecimos, el que muchos de nosotros tenemos como patria de humanidad primera y al que miramos con lágrimas de agradecimiento. Valores que junto con otros, con gran acierto han sido recogidos en el precioso escudo heráldico y bandera de nuestro Municipio. (Algo que me atrevería a sugerir, si ya no se ha hecho,  que fuese objeto de divulgación en los colegios de primera enseñanza, al menos, del Municipio, pues, sinceramente, creo que merece la pena).

Así, por una parte, en la bandera,  los colores azul, (azur), blanco, amarillo canario y verde hierba, que simbolizan el cielo y el mar, la luz,   la vegetación y la nobleza.

Y  en el escudo: el color carmín de su orla o bordadura, recuerdo de la cochinilla que juntamente con la  barrilla, el musgo y la orchilla, constituyeron los  productos de exportación que  durante épocas de gran depresión  económica y de pertinaces sequías atenuaba las graves penurias de la Isla. Sobre dicha orla, la figura de cuatro cangrejos albinos (munidopsis polymorpho), ejemplares autóctonos únicos en el mundo, del Jameo del Agua. Ya en el interior y en el recuadro de la izquierda, una palmera principal al centro, símbolo del casco urbano capital de municipio,  bellamente definida por el poeta como “señora de los vientos, garza de la llanura, cuando te meces canta tu cintura; gesto de la oración, o preludio del vuelo, en tu copa se vierten uno a uno los cielos”. Y a sus costados dos grupos de cuatro palmeras más pequeñas, representativas de los entonces ocho pagos  del mismo. Hoy serían nueve contando con el más reciente de Charco del Palo. A la derecha, sobre fondo verde hierba, propio del valle, un libro  abierto, color natural, y en su parte superior un sol figurado, simbolizando el interés por el saber, cualidad, como anticipaba antes, innata de la gente del lugar,  (siendo prueba de ello la cantidad y calidad de sus diversos centros de enseñanza, de entre los que destaca el logro de haber conseguido después de múltiples vicisitudes el primer Instituto de enseñanza secundaria de la Isla, tras el de Arrecife.). Seguimos. Sobre un fondo oro, la silueta del Volcán de la Corona y su histórico “ malpei” en tono violeta, símbolo de la sobriedad y nobleza y abajo ,un mar ondulante en azul,(azur ) y plata y sobre este y alcanzando el volcán, una rosa de los vientos con referencia especial al punto norte, que simboliza la zona insular en la que se encuentra este noble municipio, pues salvo por el límite  que linda con Teguise,  el Municipio linda por el resto  con el mar lo que evidencia  la vocación agrícola y marinera del mismo, de los que quedan como botones de muestra, los puertos  de Arrieta, en su tiempo de gran importancia y al que  arribaban, como si de una auténtica película de Holliwood, ambientada en el Puerto de Nueva Orleáns se tratase, los más diversos bergantines, como  la Astelena, la Evelia,  y particularmente el Bartolo, mandado por el capitán D. David, uniformado como si del Titanic se tratase, que  saltaba a tierra  siempre con su puro en la boca y recalaba en la venta de seña Manuela donde, al tiempo que daba cuenta de sus raciones de buen ron, nos deleitaba con algunas de sus aventuras o peripecias marineras, reales o imaginarias. Y  También el de Órzola, un caserío llano y al nivel del mar, en el  que una vez en él, oyendo a los lugareños, al igual que en su tiempo ocurría en Arrieta, se respira  una tradición puramente marinera, al escuchar las aventuras de los viajes  que cada año realizaban a la costa, primero por la temporadas de seis meses, y tres meses, separadas por el breve paréntesis de los carnavales. (Aunque su tranquilidad de entonces se ha visto perturbada por motivos del progreso y advenimiento de la principal fuente de ingresos y de puestos de trabajo de la Isla, el Turismo, al ser punto de partida y llegada  de los mismos que  a  lo largo del año desde su puerto se desplazan a  La Graciosa.).

Y con este bagaje quiero mirar también al futuro, (no con la mirada del hombre distraído, ni masificado, ni manipulador, sino, únicamente, con la mirada de la vida vivida aquí, desde el agradecimiento  a lo mucho que he recibido), y reclamar o acoger, sin anclarnos en el pasado, la creación integradora de lo nuevo, y así se construya un porvenir que engrandezca la vida de este nuestro pueblo, pero todo ello con la debida prudencia, no sea que pueda ocurrir como a la paloma del poema de Rafael Alberti, que se equivocó de camino y queriendo ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua, y se equivocaba, creyó que  el mar era el cielo, que la noche la mañana, y se equivocaba, se equivocaba, se equivocaba….

      De todas formas, creo que no hay motivo para el desaliento, sino para la esperanza, pues el presente de Haría sé  que proyecta hacia un futro mejor que su pasado, pues Haría tiene la suerte de reunir gran parte de los atractivos turísticos de la Isla, como son los Jameos del Agua, la Cueva de los Verdes, el Mirador del Río… todos los cuales  llevan el  inconfundible sello insular de la fusión y armonía hambre- naturaleza.

Me consta que hay muchas personas que se preocupan por el pueblo, que han trabajado, trabajan y quieren trabajar por el bien del pueblo, pues el pueblo lo hacen grande, en toda su dimensión, no sólo los alcaldes y los concejales, que sin duda lo intentan siempre. Hay también otras personas que desde su generosidad han colaborado,  y muy bien  por cierto.

Ejemplos ha habido y hay muchos y me referiré sólo a algunos de mi época de vida y estancia en el pueblo.  Como cuando un grupo de jóvenes alrededor de los años 60 cansado y nostálgico de que las fiestas de San Juan, por la contumacia o criterio  del entonces Obispo de la Diócesis de Canarias,  de considerar que el baile era pecado mortal y por consiguiente incompatible la devoción al Santo con la normal diversión de una fiesta local, habíanse quedado reducidas prácticamente a la celebración de uno o dos bailes, pues al Santo, o a su imagen, no se le permitía salir en procesión, Un grupo de jóvenes, digo, con la colaboración de entidades comerciales decidieron y lograron poner fin a tal situación y organizando, como en los mejores tiempos, un amplio programa festivo que, (no obstante no tener acogida por la autoridad eclesiástica local, no sé si por convicción o por obediencia debida, sus palabras  al hablar con él fueron: “….   no se puede poner una vela a Dios y otra al diablo), tuvo gran acogida popular  lanzándose gran parte del Municipio a la calle y divirtiéndose con actividades diversas, entre ellas una jinkana automovilística en la plaza, una cucaña, carreras de sacos, de cintas, etc., como desde los años de mi niñez apenas recordaba, incluidos animados bailes, que si algo tuvieron de merecedor de castigo divino o de correctivo canónico, aparte de las propias conciencias,  sólo Dios lo sabrá. Y aunque el Santo San Juan no salió, sin embargo, sé que un año o algunos  después la  tradición festivo-pagana quedó así restablecida, no sé si porque el baile dejó de ser pecado, o por qué, pues ya yo me encontraba ausente por las razones expuestas. (Puede que, probablemente, porque, al igual que en tiempos del incipiente cristianismo, era importante asimilar sus festividades propias, las religiosas- cristianas,  a las paganas como lo eran entonces las propias del solsticio de verano,  ya que de este modo se facilitaba su implantación ante la evidencia manifiesta de que, muy arraigadas en su tradición el pueblo no las abandonaría.) (Y por ello la festividad del nacimiento del Bautista, muy próxima al solsticio de verano, terminó por heredar buena parte su sus ritos tradicionales, sobre todo los relativos al fuego purificado muy acorde con la función bíblica del Bautista. Y la fecha del nacimiento del mismo viene casi a coincidir con la de dicho juego de los astros, solsticio de verano, dado que en el Evangelio de San Lucas se afirma que María, a poco de la Anunciación, fue a ver a su prima Isabel, la  cual se encontraba en el sexto mes de embarazo, y así la tradición adjudicó la fecha del nacimiento de San Juan Bautista el 24 de junio, justo seis meses antes del  nacimiento de Jesús)

      O, también, este otro ejemplo de cuando el pueblo, olvidando su individualismo, y  motivado por un grupo de personas que añoraban y no se explicaban el que el pueblo de Haría, que en  un su tiempo había tenido dos casinos o sociedades recreativo culturales, el casino de arriba, situado ahí cerca, donde actualmente está el restaurante Los Baleos, (decíase que de los ricos ), y el  casino de abajo situado ahí cerca, frente al final de la Plaza, donde hoy está un supermercado, (de los o menos ricos o pobres ), dándose, en cambio, la paradoja de que sí existían Casinos o Sociedades en  dos pueblos de este municipio, Máguez y Mala, e incluso dos  en el vecino pueble de Guatiza, situación esta que clamaba al cielo y máxime cuando muchos padres de familia de Haría eran  socios de la de Máguez, única forma de que nosotros, los hijos, pudiéramos entrar durante sus fiestas de San Pedro y Santa Bárbara  y demás bailes que allí se celebrasen. Olvidando su individualismo, digo, decidió el pueblo poner fin a tal carencia, no sólo desde el punto de vista festivo, que no debe ser el único objetivo de tales entidades, sino sobre todo cultural,  y tras multitudinarias reuniones  y aportación inicial de una derrama de 500 pts, iniciar las gestiones para la adquisición del inmueble propiedad entonces de D. Juan Francisco López Socas, (donde hoy está el Centro Socio Cultural La Tegala), adquirido el cual pudo así constituirse la ansiada sociedad, única para todo el pueblo, sin distinción de clases como hasta entonces, que tuvo por nombre, creo recordar que era, Sociedad Cultural Amigos de Haría o algo parecido, todo lo cual veo conmemorado en una placa situada,  a la derecha  entrando, del actual Centro Socio Cultural La Tegala,  (poniéndose fin así a lo que durante tantos años de sequía cultural se reducía a dos locales- bares, privados, de baile, casa de Aquilino y de  Joaquín Rguez., también como antaño  con la consiguiente distinción de clases sociales ).

Mucho le debe al pueblo a la fiesta de San Juan, porque le ha dado personalidad, porque San Juan no es solo fiesta religiosa que lo es, es además fiesta popular, familiar y de encuentro. Es uno de los momentos, junto con la Navidad, que más acerca a las  personas, ya sea en un entorno familiar o en un grupo de amigos, pues se celebra algo en común, el solsticio de verano, el momento en el que el sol alcanza su máximo  poder, su cenit, durante varios días, pero también su decadencia y empieza a menguar progresivamente y de ahí la inicial y antiquísima creencia de que el sol no volvería su esplendor total y por esta razón se encendían fogatas  y ritos de fuego para simbolizar el poder del sol y ayudarle a mantener su energía, conservándose luego la tradición de encender hogueras en los lugares habitados, acompañadas de bailes y juegos.

Así, la noche del 23 de junio, en el hemisferio boreal, es la más corta del año, mientras que el día es el más largo. Justo en pleno solsticio de verano.  

Todo esto ha provocado que desde siempre se la considere una noche  de leyendas y rituales mágicos, (a los que  en parte se refiere la canción, tan  popular  y oída por estos días, de San Juanito o San Juan Bendito, de Juan del Río Ayala, (las hogueras, y saltos por encima de ellas tres veces, los papelitos con los nombres de los pretendientes, las papitas peladitas, o no, el plomo derretido, el nombre de persona que tempranamente se escucha, asomarse al estanque, etc., etc.)

      Y, aún, muchísimos más agüeros y rituales, de los cuales  yo mismo me he reservado para practicarlo esta noche aquel, (que hasta hace poco desconocía), que asegura que  colocándose  debajo de una higuera  con una guitarra en las manos toda esa noche, a la mañana siguiente  sabe tocar el instrumento.

Estamos en la época en comienza el verano. Maduran las cosechas y la fruta sanjuanera.

Se multiplican los dichos populares, tales como: Por San Juan  tienen lugar las primeras descamisadas canarias. Por San Juan comienzan los primeros asaderos de piñas de maíz, Por San Juan comienzan los primeros baños de mar, pues antes de ese día, según consejos de los mayores los baños no sientan bien.

ASIMISMO LAS COPLAS DEL ARTE POPULAR CANARIO  EXPRESAN EL REGOCIJO O CUALESQUIERA OTROS SENTIMIENTOS, TALES COMO:
 

San Juan  en el cielo Brilla               Viene mayo con las flores,

Como mejor capitán                             San Juan con las clavellinas,

Todo vestido de gloria,                  Santiago con sus duraznos

Sin pecado original                        Y agosto con sus vendimias.

 

Día de San Juan alegre                 Todos lo Juanes son Santos

Día triste para mí                            y los demás pecadores

Porque se llamaba Juan             ¿y cómo no he de ser yo santo

El amor que yo perdí                     si santos son mis amores?

 

Todos los santos son buenos

Y San Juan es el mejor

Porque ése tuvo la dicha

De bautizar  al señor.

  

La mañana de San Juan tiene también sus encantos; por eso la musa popular le ha dedicado estas otras coplas:

 

En la mañana de San Juan              En la mañana de San Juan

Cómo te divertías.                            cuando la gente madruga,

En la orillita del mar                          el que con vino se acuesta,

Con una vecina mía                         con agua se desayuna.

 

Fiestas de San Juan, fiestas de S. Juan. Esforcémonos por hacer de ellas una vivencia compartida por todos, en paz y libertad, para que se nos recuerde con gratitud, al igual que nosotros recordamos a quienes nos precedieron. En estos días, además de exaltar a San Juan, debemos poner amor y fraternidad en nuestras diversiones, y cada uno sentirnos responsables de un trozo de ellas, no debe nadie sentirse distinto ni distante, lejos o aislado, y nadie debe sentirse triste y si ello no fuera posible, procurar que nadie deba sentirse solo en su tristeza. 

Y  deben ser fiestas de mucha alegría  en especial para los Juanes y Juanas, porque San Juan es el príncipe del santoral cristiano: es el único santo del que se celebra el nacimiento y no la muerte. San Juan Bautista abrió de par en par las puertas del cielo a los Juanes, que tras él entraron en  legión: S.J. Evangelista, el  discípulo predilecto de Jesús; S.J. Crisóstomo, uno de los más grandes oradores de todos los tiempos; S.J.B. La Salle, fundador de las Escuelas Cristianas, S.J. de la Cruz, el poeta que divinizó el amor humano  y humanizó el amor divino; S.J. I Papa, iniciador de la serie de grandes Papas que llegó hasta el humanísimo Juan XXIII; S.J. de Dios fundador de los Hermanos Hospitalarios, y así hasta 120 santos.      

Haría, pueblo de Haría, municipio de Haría.

Cuando  buscando y buscando afanoso datos, pistas, inspiración para redactar las pobres líneas de este pregón y luego de haber repasado gran parte del archivo histórico  del amigo Jesús Perdomo Ramírez, gracias Jesús, y también gracias Gregorio Barreto Viñoly por los datos y fuentes que se contienen en el mismo, luego de examinar varias historias de Canarias,  y de viajeros, preocupado por no encontrar un deseado hilo conductor del mismo, en cuanto a Haría como parte del pregón se refiere, caí en la cuenta de que esta parte del mismo  la tenía prácticamente hecha ya y, siquiera esquemática o sintéticamente, contenida en unos breves poemas que seguidamente leeré, y que  para los que conocimos Haría a partir de mediados de los años 40  aproximadamente, son un claro reflejo realista, aunque en tono romántico, de cómo es Haría, lo que ha sido y lo que se quiere que sea. Lo que nos libera de referir o describir datos históricos más allá de que como todos los pueblos de la Isla y a pesar de su míticas denominaciones, ha tenido un triste pasado, basado primero en las múltiples invasiones, incursiones y ataques de piratas y corsarios, tanto antes como después de la conquista en el año 1402 por Juan de Bethenour y Gadifer Lasalle, seguidas de  la esclavitud de los secuestrados, como, más tarde, de las sucesivas emigraciones a diversos países de América o de alguna otra Isla,  en busca, muchas veces del sustento familiar, por causa de los reiterados períodos  de sequía que con más frecuencia de la habitual se producían.

O  de describir otros datos geográficos más allá de que el único lindero por tierra es con el Municipio de Teguise, en una línea cuyo comienzo se encuentra en la playa de Famara, ascendiendo hasta el Castillejo para descender por el Lomo de los linderos y finalizar en la costa, cerca del Charco del Palo.

Esos poemas, referidos a Haría, de los cuales es autor nuestro poeta de la tierra, José Domingo Reyes Espino, entre nosotros, Paco,  y de los cuales el primero de ellos para mí es bellísimo, dicen así:

 

Un monte altivo y pedregoso,                     Una montaña que vigila

Huertas cubiertas de negros arenales,       la senda por donde se llega

un valle sombrío y silencioso,                     al pueblo más bello de la Isla.

casas blancas entre verdes palmerales.     Palmeras que al aire lanzan    

En las calles el paso afanoso                     sus mil rumores halagüeños

de hombres y mujeres, caminantes.           Refugio de lanzaroteños

Buscan con ahínco y sin descanso            que a Dios las gracias le cantan. 

Horizontes perdidos y distantes.                 Bello rincón  de ensueño,

En la noche susurros vacilantes,                paraíso de delicias,

Ecos de conversaciones hogareñas,          linda tierra sin malicias

Risas de sones dichosos,                           que a Dios tiene por dueño.

Augurios de suertes halagüeñas.

Aires suaves y cadenciosos

de fresca brisa norteña,

 

Y  así es y así nos parece, porque veamos: la montaña que vigila, aparte de la del Malpaso, no puede ser otra que el majestuoso Volcán de la Corona, desde cuyas crestas  se muestra en permanente vigilancia de sus polluelos o criaturas, en primer lugar, hacia oriente el grandioso Malpei, con su infinito y limpio tabaibal, hoy parque natural y dentro de este las de la Cueva de los Verdes, refugió reiterado, como dice el poema, de lanzaroteños, y un poco más abajo  la joya de la corona, el  Jameo del Agua, cada una con  preciosas leyendas, (como,  en cuanto a la Cueva de los Verdes, la de La Sima de las Doncellas, Constanza e Isabel de 14 y 15 primaveras, por Francisco Amado traicionadas,  que prefirieron arrojarse a la sima que hay en su interior antes que caer en manos de los piratas; o, en cuanto al Jameo del Agua, la leyenda  del moro y la cristiana (que la tradición dice que vivió en Haría en el año 1620), que en un juego  de amor cayó  y quedó sumergida  para siempre en el fondo de su aguas y cuyos lamentos se dice se escuchan, a veces, bajo las aguas del mismo en  las oscuras  madrugadas de la  noche de San Juan).

(La montaña que vigila, a cuyos pies, por la vertiente norte, el benjamín de la familia, Ye, bajo la protección de San Francisco Javier. Y un poco más allá, el encantador Guinate, en su tiempo lugar brujo y misterioso, donde las noches de luna cientos de mujeres escuálidas bailaban y bailaban  sin cesar con sus escobas, cantando la misma canción en su viaje desde Roma camino de pedir al diablo sus destino, ritual  que al parecer se desvaneció desde que asumió su protección y patronazgo la Virgen de Lourdes).

Noches de susurros y ecos de conversaciones hogareñas: que  me traen a la memoria  el recuerdo de la sana costumbre y el encanto de hacerse visitas de noche a algún familiar o familia amiga, visitas para conversaciones de hogar o inocentes murmuraciones, pues no había radio ni TV, y cuya duración máxima era controlada por D. Gabino  (un caballero al que le encantaba hacerse trampas en el Billar él solo haciendo solitarios ), dueño de la empresa suministradora de la luz eléctrica y que a las 10:30 h. en forma de repentinos y bravísimos apagones anunciaba que sólo se disponía de treinta minutos para   despedirse y regresar a sus respectivos domicilios bajo el cariñoso acompañamiento de los mil susurros halagüeños que al aire lanzaba nuestro centenario palmeral.

Bello rincón de ensueño y paraíso de delicias : pues ¿no deben merecer tales calificativos deben merecer las vistas que se contemplan desde el Rincón, desde lo alto de Gallo, desde la antigua fortaleza de la Batería del Río y allí mismo del Mirador del Río?, la obra cumbre de César Manrique en este Municipio de cuya tierra se enamoró hasta el extremo  de elegir Haría como residencia, habitual primero y permanente después, cuando llegó el momento del fatal  accidente, rehusando los nichos como sepultura quedó enterrado en nuestro cementerio, casualmente pies con pies con la tumba de mi padre.

Linda tierra sin malicia: Y es cierto. La gente de Haría se califica por todas las referencias de viajeros de soñadora y bondadosa, aunque su bondad y falta de malicia le haya llevado a ser testigo directo y copartícipe de la anécdota, real, de acoger durante cierto tiempo, todo incluido, como se dice ahora en los viajes, a un joven apuesto que por aquí recaló vistiendo impecable uniforme de alférez de aviación, y cuyas virtudes propias, por otra parte, del cuerpo militar que representaba, por todos, hasta por el cura entonces del pueblo, eran elogiadas, situación que duró hasta que, creo que militar profesional se dio cuenta e hizo la observación de que por entonces el grado de alférez no existían en el ejército, ----salvo la  universitaria que no era el caso---- con lo cual se puso fin a las vacaciones gratis que nuestro visitante, con muy buen gusto por el lugar elegido, había decidido pasarse, al parecer sin malicia.

      Muchos más son los recuerdos y añoranzas de mi infancia, que me vienen a la memoria en confuso desorden, algunos de ellos más o menos simpáticos y apenas si puedo mencionar.

      Así, las formas de (hacer el amor los novios entonces, conste  que refiero sólo y exclusivamente a) enamorar: Entre ellas:

La de los que ya eran novios formales, que se hacía en ventana, o a través de un postigo, nunca en el interior de la casa, los domingos y de pie, salvo en alguna excepción, como la de mi calle, en que se le ponía una silla por fuera y así hasta que llegase la hora  estipulada o habitual, salvo que lloviera en cuyo caso el novio tenía que salir pitando en busca de  cobijo , que en este caso no le quedaba muy lejos, pues su casa se encontraba muy cerca en la misma calle.

O la de la serenata. En mi grupo de amigos, casi los mismos de ahora, salvo algunos ausentes; se practicaba esta forma de vez en cuando y, (salvo en una ocasión en que lo quisimos hacer con un gramófono de cuerda y a media canción esta se acabó produciéndose unos sonidos espantosos), se hacía con acompañamiento de guitarra que portaba yo, único que de ello sabía algo,  y lo que más recuerdo  es  que uno del grupo se empeñaba en cantar siempre a la misma chica, eso de muñequita linda, y dado que ella, a diferencia de lo que se veía en las antiguas películas mejicanas de entonces,  nunca asomaba a la ventana o daba señal alguna de haber escuchado,  él usando ya su vena poética le recitaba y despedía cantando: Yo sé que estás acostada, y  sé que durmiendo no, yo sé que estarás y diciendo, ese que canta es mi amor.  Y  como el que la sigue la consigue, se casaron,  yo fui el padrino tuvieron tres hijos,  y van por cuatro nietos.

Vivencias y recuerdos. Una de una de las escuelas por las que pasé en mi niñez, cuando entonces se podía  aplicar algún castigo o correctivo físico y nadie quedaba traumatizado. En mi caso, en una de las escuelas  a las que asistí la enseñanza era reglada, como ahora, pero  sin denominarse con tantas siglas, LOGSE, LOCE, … Allí la única sigla era una regla de riga ateada, llamada compenetración, porque como diría Cantinflas compenetraba y que en alguna ocasión utilizaba el extraordinario e inolvidable maestro D. Juan Valenciano, quién la aplicaba dando en la palma de la mano, y cuando más dolía era cuando tratando de eludir el castigo movíamos el brazo y de alguna manera ello podía dar lugar a que D. Juan errase parcialmente el golpe u objetivo y alcanzara alguna zona más dolorosa, como la muñeca.

Bueno, y conste que lo digo con humor y sin acritud, como dicen que no hay regla sin excepción, ésta se dio en la misma escuela un día en que asistió sustituyendo a D. Juan un joven muy alto y corpulento para la estatura habitual nuestra. Lo cierto es que algo mal o malo debí haber hecho, creo que me pasé de un banco a otro de otra fila saltando por encima, lo cierto es que me llamó a su mesa y estando junto a él me preguntó si sabía lo que era un pirinito, y mal había terminado yo de dar respuesta negativa cuando inopinadamente recibí un bofetón, o cachetón, que, en mi opinión, ha sido la bofetada mas sonora y sonada,  y añado que acertada y famosa después de la que Glen Ford propinó a Rita Haywort en la película Gilda. (Conste que, aunque es cierto,  repito que lo digo en tono de humor y sin acritud, pero sí recuerdo que no me dolió, y es que luego me explicaron, y lo he comprobado, que tras un determinado tipo de golpes, la zona afectada  queda dormida y no duele. Lo cierto es que todavía no sé lo que es un pirinito, pero cuando recuerdo el hecho y miro las manos de dicho joven, hoy no tanto, y eso fue hace solo unos días ¡es que son así! me explico el efecto soporífero que tal correctivo   produjo).

Me vienen a la memoria  recuerdos de mi infancia en los años de escasez, en que, sin embargo, pienso que teníamos de casi todo, aunque quizás un poco  rústicos desde una perspectiva actual, y así los teléfonos móviles que por ser de energía solar solo funcionaban de día y tampoco era grande su cobertura, tanta como el largo de hilo de bala que enlazaba las dos latas vacías de leche condensada en que tales artilugios se montaban. Yo, por ser el más pequeño de seis hermanos, tenía asignada la tarea de hacer los mandados, en aquella época de las cartillas de racionamiento, de las colas para conseguir alguna botella de petróleo en casa de López  como única forma de que con ella y la de otros pocos, pudiera hacernos gofio la molina de Fernando, pues no había gasoil; de las madrugadoras colas en la panadería de Encarnación, (persona inolvidable  en la historia de Haría), para conseguir un solo panito de codo, situación que tan dramática y gráficamente  describió ella en su pregón sanjuanero cuando manifiesta que cada vez que por la mañana temprano tenía que abrirnos la panadería le entraban ganas de llorar consciente de que no habría pan para todos; de las largas jornadas  en los días en que me tocaba moler el café de cebada,  cuando mi madre nos plantaba, en este caso a mi hermano Millán y a mí, un balayo lleno de cebada tostada, y  en cuya tarea nos turnábamos cada vez que se llenaba la gaveta del molinillo, donde nos pasábamos horas  abriéndola y cerrándola para comprobar si faltaba mucho para el relevo; y cosa parecida ocurría con el majado de los caldos de millo en el  gran mortero de tronco de madera, donde el palo de majar era tan grande como nosotros,  y había que cuidar mucho de que el millo no se partiera; y luego el descorazonar uno a uno cada grano.

Añoro las estampas entrañables de los camellos de Manuel Torres,  cargados  por medio del pueblo con las cosechas de los más diversos frutos de la tierra, único medio de transporte de servicio público desde las tierras a las casas, pues eran pocos los que tenían tal vehículo propio; los juegos, del boliche, de la perra la pared, de la tángana, también con dinero, del trompo en sus más diversas variedades, donde la moneda de pago era un trompo más viejo; de las charlas en las zapaterías, en particular de la de Juan Delgado, por estar frente a mi casa y a su vez sorchante oficial de la parroquia; la de “seño “ Pablo Cabrera, la de Feliciano, , luego con su Bodegón, donde escuchábamos el sorteo de la Lotería de Navidad; de “ seño Pepe González”, en la Calle San Juan; EN LAS CARPINTERÍAS, en particular en la de Antonio Cabrera, donde al mismo tiempo me enteraba de algunos fallecimientos, pues era quien hacía las sencillas cajas de entonces; y cuando LAS ESQUELAS ERAN  ORALES,  siempre a partir de la media noche en que se suponía que ya todo el mundo estaba acostado, cuyo ritual iniciaba Juan Lemes con fuertes golpes con una palo en la ventana donde habitualmente dormía el matrimonio, seguido del nombre y apellidos del difunto y hora y lugar del entierro, ritual que se prolongaba cuando mi padre con el vozarrón que tenía repreguntaba por los datos pronunciados, y lo peor venía luego cuando se entablaba en diálogo con mi madre sobre la  parentela del difunto: en las barberías, comenzando por la de Tomás González, de simpatía entrañable, cuya jornada laboral mañanera primero la desempeñaba en su latonería; (de las tertulias con la señora Dolores Álvarez), modista de ropa masculina, en las largas jornadas de prueba y a las que frecuentemente acudía, pues al ser el más pequeño de cinco hermanos varones de alguna manera había que aprovechar, una vez dada la vuelta a la tela, la ropa que por alguna circunstancia a aquellos ya no les era útil;  de las subidas, naturalmente a  pie,  a visitar la virgen de las Nieves, donde el único refresco que entonces se conocía era un trozo de sandía previamente expuesto al sol para refrescarlo).

      En cuanto a los medios de transporte de personas, añoro el camión de Juan  Pérez, porque  al tiempo de viajar en el mismo se respiraba un buen ambiente hogareño, al trasportar junto con las personas y carga, los más diversos animales domésticos, cabras, cabritos, etc.

De algún borrachito del pueblo, que  por ser sorprendido de amanecida se le ofrecía “ respetuosamente “, como correctivo, barrer la plaza, pues una pertinaz negativa podía acarrear una temporada en Fuerteventura haciendo carreteras.

De señor Teófilo, personaje muy serió y respetable, vendedor de lotería, pero que en la época en que estaban prohibidos los carnavales y el que se disfrazaba era multado con 25 pesetas, se presentaba en la Guardia Civil con 100 pts y decía: esto para el domingo, el lunes el martes y el miércoles, y sin otro problema se disfrazaba los cuatro días……

Del mes de noviembre, en que se respetaba a los Santos no celebrando bailes y sustituyéndose los juegos de cartas o dominó en casa de Rosendo por del juego de la lotería, hoy más conocida por Bingo.   

Del ir y venir de las mujeres de La Graciosa, que desde ésta se desplazaban caminando a Haría con una cesta en la cabeza llena de pescado para venderlo, tras subir con ella el empinado risco y de igual forma regresaban con ella llena ahora de productos para la casa que aquí compraban, utilizando para comunicar con la Isla, una vez bajado el risco, el lenguaje convenido  de unas hogueras.

¿Y cómo omitir mencionar siquiera los nombres históricos, de esencias costumbristas y populares, de nuestros barrios o lugares: del Malpaso, La Isleta,  Faja,  Vista la Vega, Los Molinos, La Tegala,  Pozo Tenala,  la Calle San Juan,  la Cuesta el Pozo, Las Piletas, La Cruz?

Todo ello han sido verdaderas escuelas de la vida, de un pueblo, de este  pueblo, sin olvidar el mentidero  de “la esquina “, mentidero principal del mismo, frente al entonces Bar el Billar.

Por eso Haría tiene para mí el encanto de hacerme revivir los años más felices de mi vida, y cada vez que tengo ocasión, en mi solitario vagar por el pueblo busco aquellos colores,  paisajes y rincones que me permiten recuperar la felicidad de mis mejores años

 

Y aquí termino, queridos amigos, nuestro recorrido por este multiforme paraíso, casa común de quienes tenemos la suerte de compartir sus excelencias

Excmo. Ayuntamiento, Sr. Alcalde, gracias por haberme invitado y dado esta oportunidad de decirle a todos los que representáis: que merece la pena haber nacido o vivido aquí. Yo os pido: servid a este noble pueblo para hacerlo cada vez mejor, y ojalá que en el futuro os recuerden, a pesar de los humanos  fallos, como personas que intentaron y consiguieron hacer, con honestidad y honradez,” las cosas “bien.

         

Muchas felicidades  a todos los Juanes y Juanas